Una increíble técnica milenaria eficaz para enfrentarse a la sequía

La siembra de agua es una técnica ancestral que muchos pueblos iberiamericanos ya practicaban para combatir periodos de sequía y aprovechar al máximo el ciclo natural del agua.

Acequia
Acequia entre campos de cultivo de Campanet, Mallorca, España.

La siembra y cosecha del agua es una técnica milenaria que se basa en una metodología ancestral procedente de los Andes peruanos. Se trata de recolectar el agua de lluvia y el agua de escorrentía superficial para infiltrarla (sembrarla) en los acuíferos. A posteriori, el agua se recupera a través de manantiales o en los ríos.

Podríamos afirmar que se trata de aprovechar al máximo el ciclo del agua y potenciar y reforzar el funcionamiento de los sistemas naturales: la interacción entre atmósfera y geósfera, que se materializa en el drenaje de las cuencas hidrográficas cuándo hay precipitaciones.

Algunos ejemplos de esta técnica milenaria

En España existen dos millones de pozos que cosechan agua subterránea sin que sus propietarios sepan que ese agua también se siembra. En Perú, las tribus quechuas y los aymaras lo hacían en la zona andina desde hace más de mil años mediante la construcción de amunas, cochas y bofedales.

En Sierra Nevada (Granada) existen las acequias de careo, unos sistemas de siembra de agua que se remontan a la época de Al-Ándalus. Estas acequias consisten en canales excavados en el terreno con más de 10 km de longitud que conducen el agua procedente del deshielo, desde la cabecera de los ríos, para infiltrarla en la cuenca hidrográfica.

El CSIC avala esta técnica ancestral

El Instituto Geológico y Minero de España confirma que son sistemas realmente eficientes y válidos para enfrentarse a la sequía y afrontar los retos que plantea la crisis climática: sequías más prolongadas, lluvias torrenciales e irregulares que no sirven para aprovechar el agua caída o temperaturas más altas que dan lugar a más evapotranspiración.

Acequia; Mendoza; Argentina; Vino
Acequia en Mendoza, Argentina, utilizada para irrigar los viñedos de la región.

Los expertos concluyen que estos sistemas tienen amplias ventajas y beneficios: sostenibilidad y resiliencia durante siglos, creación de paisajes singulares de gran valor e impulso a los servicios ecosistémicos. En definitiva, el territorio nos da beneficios sociales y económicos.

El CSIC ha realizado una investigación profunda mediante el Programa Iberoamericano de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo (CYTED) y en colaboración con diferentes países que tienen escasez de agua, integrantes de la red Siembra y Cosecha de Agua (SyCA). Cada país ha expuesto su radiografía en relación a esa temática: escasez de agua y métodos de siembra.

Técnicas e infraestructuras de SyCA

En Bolivia destaca el "Suka Kollus", una estructura hidráulica enfocada a la producción de cultivos en suelos propensos a inundaciones, permitiendo el riego subsuperficial de los cultivos mediante canales de drenaje. Se trata de la construcción de camellones de tierra intercalados con canales de agua.

Otro método se llama "Atajado", que viene a ser la adaptación de las hoyadas naturales para almacenar aguas de escorrentía, hasta lograr la formación de lagunas artificiales. Los "Suka Kollus" reciben distintas nomenclaturas, como "Camellones" o "inka-wacho", en distintas localidades de Ecuador.

México, a su vez, también dispone de un patrimonio histórico significativo en relación a la siembra de agua. Allí hay "terrazas", canales y acueductos construidos para el riego y los "cultunes" o cisternas mayas en la Península de Yucatán. A diferencia de las terrazas, estos últimos son almacenes o depósitos subterráneos. Además, encontramos los "qanats" o acueductos subterráneos y las "galerías filtrantes".

Un tercer ejemplo lo encontramos en Perú, donde el 60% de la población reside en una zona árida. Allí tienen las "amunas": un sistema desarrollado por las culturas preincaicas. Se trata de una estructura de recarga artificial de acuíferos que capta las aguas derivadas de las lluvias y nieve por encima de los 4000 metros.

Mediante acequias, ese agua se dirige a zonas donde hay rocas fisuradas o fracturadas de la montaña y se inyecta. Una vez en la roca, el agua se desplaza lentamente y aflora, meses después, por los manantiales y arroyos que se encuentran 1.800 metros más abajo.