Cómo afecta la contaminación lumínica a los cielos de Chile: una amenaza que borra las estrellas

Chile es líder mundial en astronomía gracias a sus cielos despejados, pero la luz artificial crece sin control. La contaminación lumínica pone en riesgo la observación del universo y amenaza con apagar el asombro de las futuras generaciones.

La Vía Láctea en todo su esplendor sobre el Observatorio Paranal, en el norte de Chile. Una joya del cielo nocturno que requiere protección frente al avance de la contaminación lumínica. Crédito: ESO/P. Horálek.
La Vía Láctea en todo su esplendor sobre el Observatorio Paranal, en el norte de Chile. Una joya del cielo nocturno que requiere protección frente al avance de la contaminación lumínica. Crédito: ESO/P. Horálek.

La contaminación lumínica, ese resplandor artificial que invade la noche, es una amenaza silenciosa para los cielos de Chile. Nuestros observatorios pierden nivel de oscuridad y la experiencia de mirar las estrellas se va volviendo cada vez más tenue.

Aunque Chile es potencia astronómica gracias a sus cielos prístinos, el avance urbano e industrial está deteriorando ese patrimonio natural.

Chile, tierra de cielos oscuros… en riesgo

Chile ha sido considerado uno de los mejores países del mundo para la astronomía gracias a su geografía, clima seco y noches despejadas. En regiones como Atacama y Paranal se han instalado telescopios de clase mundial, como el VLT del ESO. Además, el Observatorio AURA en el Valle de Elqui fue designado Santuario Internacional de Cielos Oscuros por la IDA, un reconocimiento a sus esfuerzos por proteger la calidad del cielo nocturno.

Contaminación lumínica visible desde Cerro Tololo, en la Región de Coquimbo. La luz de Vicuña invade el cielo nocturno.
Contaminación lumínica visible desde Cerro Tololo, en la Región de Coquimbo. La luz de Vicuña invade el cielo nocturno. Crédito: CTIO/NOIRLab/NSF/AURA/D. Munizaga.

Sin embargo, este liderazgo está amenazado. El crecimiento urbano, las luces industriales, los puertos y carreteras han incrementado la emisión de luz artificial en zonas cercanas a observatorios.

Por ejemplo, el proyecto INNA de AES Andes cerca de Paranal podría aumentar el brillo del cielo en un factor cercano a 3, degradando la calidad de observación.

Ese “factor cercano a 3” se refiere a la aumentada luminancia del cielo nocturno, es decir, cuánto más brillante se vuelve el cielo por la luz artificial en comparación con su estado natural.

Esta medida se estima en función del brillo superficial del cielo en magnitudes por segundo de arco cuadrado (mag/arcsec²), una unidad utilizada en astronomía.

Un aumento por un factor de 3 significa que el cielo se vuelve tres veces más brillante de lo que sería sin esa fuente de luz, lo que reduce el contraste y visibilidad de objetos astronómicos tenues, especialmente en espectros sensibles como el infrarrojo y óptico. Se mide con fotómetros calibrados o modelos de dispersión de luz.

Consecuencias: lo que perdemos cuando la noche se ilumina

Cuando la luz artificial domina el horizonte, el cielo real —el de estrellas y galaxias— se vuelve invisible. La contaminación lumínica reduce la visibilidad de objetos débiles, hace que el contraste se pierda y limita las posibilidades de descubrimientos astronómicos. En zonas que antes permitían ver la Vía Láctea con claridad, hoy solo se percibe un velo luminoso.

Vista de la Vía Láctea desde un observatorio chileno, donde también se aprecia el resplandor de la contaminación lumínica en el horizonte. Un contraste entre la inmensidad del cosmos y las luces que amenazan su observación.
Vista de la Vía Láctea desde un observatorio chileno, donde también se aprecia el resplandor de la contaminación lumínica en el horizonte. Un contraste entre la inmensidad del cosmos y las luces que amenazan su observación.

Un estudio reciente en la Región de Coquimbo mostró que los niveles de contaminación lumínica incluso en áreas rurales ya son comparables a los de ciudades europeas densas. Esto significa que no hay rincón —ni siquiera lugares “remotos”— libres de la intrusión de luz artificial.

Para los observatorios, esto implica una pérdida de rendimiento: cada milésima de brillo extra del cielo puede requerir más tiempo de exposición para ver los mismos objetos. En instrumentos sensibles como el VLT o los que se construirán en el ELT, esto se traduce en menos descubrimientos y mayores costos operativos.

Acciones y resistencia para defender la oscuridad

Las instituciones astronómicas en Chile han empezado a movilizarse. ALMA, ESO y otros observatorios han manifestado su preocupación por los proyectos que aumentan la contaminación lumínica en zonas críticas. Se han realizado llamados públicos para reubicar proyectos como INNA, y para que los planes de iluminación industrial cumplan estándares rigurosos de diseño que minimicen el brillo disperso.

En el plano legislativo, en octubre de 2024 se aprobó una norma lumínica en Chile que regula el encendido de pantallas, la intensidad de focos en recintos deportivos y promueve el uso de luz cálida como medidas de mitigación.

También se promueven zonas de protección de cielos oscuros alrededor de observatorios y corredores astronómicos.

La noche estrellada no es solo romanticismo: es un registro de nuestro universo y una ventana al conocimiento. En Chile, defender la oscuridad no solo es un desafío técnico, sino una responsabilidad cultural para que las futuras generaciones también puedan mirar el cielo con asombro.

Referencia de la noticia

- Cornell University. Hacia una caracterización espectrofotométrica del cielo nocturno chileno. Una primera evaluación cuantitativa de ALAN en la Región de Coquimbo.