La única gran lluvia de estrellas que no viene de un cometa, sino de un “asteroide fantasma”
A diferencia de casi todas las lluvias de meteoros, las Gemínidas no provienen de un cometa, sino de un cuerpo rocoso tan extraño que desconcierta a la astronomía. Este origen inusual convierte al fenómeno en uno de los más fascinantes del cielo de diciembre.

Cada diciembre, el cielo austral recibe un espectáculo capaz de eclipsar incluso a las lluvias de meteoros más famosas: las Gemínidas. Pero su encanto no solo está en la cantidad de estrellas fugaces que iluminan la noche, sino en su origen, tan extraño que desconcierta incluso a los astrónomos.
Ese origen es 3200 Phaethon, un objeto espacial tan peculiar que muchos lo llaman el “asteroide fantasma”. No es un cometa… pero actúa como si fuera uno. No desprende hielo… pero deja un rastro de partículas. No tiene cola visible… pero genera la lluvia más intensa del año. Este enigma espacial convierte a las Gemínidas en un fenómeno único y científicamente fascinante.
La lluvia que rompe todas las reglas astronómicas
A diferencia de las Perseidas, Leónidas o Eta Acuáridas —todas asociadas a cometas que liberan polvo cuando se acercan al Sol— las Gemínidas nacen de un cuerpo duro y rocoso. Su origen quedó asociado en 1983, cuando se descubrió que el asteroide 3200 Phaethon cruzaba el mismo rastro orbital de esta lluvia de estrellas.
Los astrónomos explican que las Gemínidas aparecen cada diciembre porque la Tierra atraviesa una nube de partículas antiguas que Phaethon dejó hace siglos o milenios, pero no sabemos exactamente cómo las liberó.

A diferencia del material fino del polvo cometario, los fragmentos de Phaethon son más densos y entran a la atmósfera a menor velocidad que otras lluvias, lo que produce meteoros más brillantes y coloridos.
¿Qué es exactamente 3200 Phaethon?
Phaethon parece un asteroide tipo Apolo, con una órbita extremadamente elíptica que potencialmente lo acerca peligrosamente al Sol: llega a estar a solo 21 millones de kilómetros, más cercano incluso que Mercurio.
Esa aproximación extrema lo calienta hasta unos 700 a 800 °C, suficiente para fracturar su superficie y liberar polvo a través de procesos térmicos, un mecanismo que algunos llaman “deshidratación explosiva”.
Es decir, Phaethon podría estar partiéndose poco a poco, dejando fragmentos que hoy vemos caer como Gemínidas. No es un cometa, pero tampoco es un asteroide común. Por eso ha recibido varios apodos científicos y:
- Asteroide fantasma
- Cometa rocoso
- Cometoide
- Objeto híbrido
A pesar de su comportamiento extraño, no representa peligro inmediato para la Tierra, aunque se clasifica como NEO (objeto cercano a la Tierra) por cruzar nuestra órbita periódicamente. Su próxima aproximación notable será en 2026, cuando pase a unos 10 millones de kilómetros.
¿Por qué las Gemínidas son tan especiales?
La lluvia de meteoros Gemínidas es una de las favoritas de astrónomos y fotógrafos debido a tres características:
- Son muy abundantes: en condiciones ideales, pueden observarse 80 a 120 meteoros por hora, convirtiéndolas en una de las lluvias más confiables del año.
- Son más lentas y brillantes: ingresan a la atmósfera a “solo” 35 km/s, velocidad baja comparada con otras lluvias. Eso hace que duren más en el cielo y que muchas se conviertan en bolas de fuego.
- Son visibles desde todo Chile: El radiante se eleva hacia el noreste alrededor de las 23:00 y mejora su visibilidad a medida que avanza la madrugada. En Chile, tanto en el norte como en el sur, se observa perfectamente.
El máximo de actividad será durante la noche del 13 al 14 de diciembre, entre las 00:00 y las 05:00 hora local. Para aprovechar la observación, lo ideal es buscar un lugar oscuro y alejado de la ciudad, mirar hacia el noreste —donde se ubica la constelación de Géminis— y permitir que los ojos se adapten a la oscuridad durante al menos 15 minutos.
También es recomendable evitar mirar el celular, ya que su luz disminuye la sensibilidad visual. Si el tiempo acompaña, esta podría convertirse en una de las mejores noches astronómicas del año, con un cielo especialmente activo gracias a la lluvia de meteoros Gemínidas.