Si el Sol desapareciera ahora mismo, tendrías exactamente 8 minutos de vida normal antes de saberlo
Imagina que el Sol simplemente se apagara como si alguien pulsara un interruptor. ¿Cuánto tardaríamos en darnos cuenta? La respuesta es sorprendente: tendríamos exactamente ocho minutos de normalidad antes de que todo cambiara para siempre.

El Sol es el corazón de nuestro sistema solar, la fuente de toda la energía que sostiene la vida en la Tierra. Pero ¿qué pasaría si de repente dejara de existir? Aunque este escenario es puramente hipotético (las estrellas no desaparecen así), explorar esta posibilidad nos ayuda a comprender cuán dependientes somos de nuestra estrella y cómo funcionan las leyes fundamentales del universo.
Los primeros 8 minutos: la ignorancia es felicidad
Durante los primeros ocho minutos después de la desaparición del Sol, nadie en la Tierra se daría cuenta de que algo catastrófico ha ocurrido. Seguiríamos viendo la luz solar, sintiendo su calor y viviendo con total normalidad. ¿Por qué? Porque la luz y la gravedad viajan a una velocidad finita: aproximadamente 300,000 kilómetros por segundo.
La distancia entre el Sol y la Tierra es de unos 150 millones de kilómetros, lo que significa que la luz tarda algo más de ocho minutos en completar ese viaje. Durante ese tiempo, todavía estaríamos recibiendo los últimos fotones que el Sol emitió antes de desaparecer.
Del mismo modo, la Tierra continuaría orbitando alrededor de donde el Sol solía estar, porque el cambio en el campo gravitacional también tarda ocho minutos en llegar hasta nosotros.
¿Qué sigue a continuación?
Una vez transcurridos esos ocho minutos, el caos comenzaría de inmediato. El cielo se volvería completamente negro, iluminado únicamente por las estrellas distantes, la Luna (que pronto también dejaría de brillar al no reflejar luz solar) y los planetas. La oscuridad sería total y permanente.
Pero la ausencia de luz no sería el único problema. Sin la gravedad del Sol manteniéndonos en órbita, la Tierra saldría disparada en línea recta hacia el espacio profundo, convirtiéndose en un planeta errante. Viajaríamos a unos 30 kilómetros por segundo en la dirección que llevábamos en el momento de la desaparición.

La temperatura comenzaría a descender de forma dramática. En cuestión de días, la temperatura promedio caería por debajo del punto de congelación. En una semana, podríamos estar a -18 °C. Los océanos empezarían a congelarse desde la superficie, formando una gruesa capa de hielo que crecería con el paso de las semanas.
La atmósfera misma comenzaría a condensarse y eventualmente caería como nieve de nitrógeno y oxígeno sobre la superficie congelada.
Consecuencias para la vida
La vida tal como la conocemos, desaparecería casi por completo en cuestión de semanas. Sin fotosíntesis, las plantas morirían rápidamente, desencadenando el colapso de toda la cadena alimenticia. Los animales que dependieran directamente de las plantas morirían primero, seguidos por los depredadores. El frío extremo haría el resto.
Sin embargo, no toda la vida se extinguiría. En las profundidades oceánicas existen ecosistemas completos que no dependen del Sol, sino del calor geotérmico que emana del interior de la Tierra.
Estos ecosistemas extremófilos nos recuerdan que la vida puede encontrar formas de persistir incluso en las condiciones más inhóspitas. Pero para la humanidad y la vasta mayoría de especies terrestres, la desaparición del Sol significaría un fin rápido e inevitable.
Referencias de la noticia
-Astronomy Magazine. If the Sun suddenly disappeared, it would take about eight minutes for Earth to become dark (due to the speed of light). How long would it take to feel the absence of the Sun’s gravity?
-National Geographic. Esto es lo que sucedería si el Sol se apaga.