El Sol alcanzará su máxima temperatura después de 8 mil millones de años

Según los especialistas, el Sol tiene unos 4,57 mil millones de años de existencia, acercándose a la mitad de su vida. Gracias a los datos de la sonda espacial Gaia, se pudo identificar cuándo alcanzará su máxima temperatura.

Gigante rojo
El Sol tiene aproximadamente 4,57 mil millones de años. Fuente: NASA.

El pasado mes de junio, la tercera publicación de datos de la sonda Gaia, de la Agencia Europea Espacial (ESA), reveló muchos misterios sobre el Universo. Como siempre, la sonda envía sus hallazgos desde el espacio, y esta vez ha obtenido información más de 1,8 mil millones de estrellas en la Vía Láctea.

Una cantidad tan grande de información como esta llevó un buen tiempo para ser procesada, pero las conclusiones hablan por si mismas: estos datos permitieron comparar la evolución del Sol con otros datos de miles de estrellas con misma masa y composición, estimando así cuándo nuestro Sol alcanzará su máxima temperatura y el momento en que dejará de brillar para siempre.

Actualmente, el Sol se encuentra casi a la mitad de su vida, con un total de 4,57 mil millones de años. Sin embargo, la comparación de los datos solares con los de otras estrellas de características similares, ayudó a predecir el futuro del Astro Rey, concluyendo que alcanzará su temperatura máxima histórica al acercarse a los 8 mil millones de años.

Además, los modelos estudiados indican que dejará de brillar y se convertirá en una Gigante Roja cuando pase la marca de los 11 mil millones de años. Después de ese punto, el destino del Sol será convertirse en una enana blanca.

Datos de alta precisión

La sonda —que está equipada con dos telescopios ópticos y una cámara con resolución de 1.000 millones de píxeles— logró estimar la composición, luminosidad, velocidad y temperaturas de más de dos mil millones de objetos en el espacio.

Sonda espacial Gaia
La sonda espacial Gaia, operada por la ESA, observa los cielos a partir de su órbita alrededor de la Tierra, con el objetivo de crear el mapa tridimensional más grande y preciso de nuestra galaxia. Fuente: ESO.

Gracias a su precisión, los datos permitieron analizar la fuerza y amplitud de las lineas espectrales de estos objetos celestes, un indicador clave de su edad, temperatura y luminosidad. La correlación de estos dos parámetros permite que cada estrella del Universo sea clasificada en el diagrama Hertzsprung-Russell.

Este diagrama traza la luminosidad intrínseca de una estrella en relación a la temperatura relativa de su superficie, revelando así cómo las estrellas evolucionan a lo largo de sus ciclos de vida. La masa de una estrella cambio muy poco a lo largo de su vida, mientras que su temperatura y tamaño se modifican a medida que envejece.

En la búsqueda de análogos solares

El Sol tiene en la actualidad unos 4,57 mil millones de años, y continúa quemando helio e hidrógeno de forma estable, pero no será siempre así. Así que el hidrógeno se agote en su núcleo, se espera que se transforme en una Gigante Roja, con una temperatura superficial mucho más baja.

El grupo de cientistas, encabezado por Orlagh Creevey, que filtró e interpretó los datos, se concentró en el estudio de estrellas con temperaturas superficiales entre 3 mil y 10 mil Kelvin (K) —dado que la temperatura de la superficie de nuestro Sol es de 6.000 K— con el objetivo de identificar "análogos solares" en los datos de Gaia, y así encontrar estrellas que puedan albergar exoplanetas con condiciones semejantes a las de la Tierra y de su entorno.

Vía Láctea
La misión Gaia divulgó un segundo grupo de datos, muy esperados por la comunidad astronómica, el que incluía mediciones de alta precisión (posición, distancia y movimientos propios) de más de un millar de millones de estrellas de nuestra Vía Láctea.

Al hacer la comparación de las informaciones de temperatura, composición, masa y gravedad superficial, encontraron 5.838 estrellas parecidas al Sol como lo conocemos hoy.

De acuerdo con Creevey, la misión Gaia alcanzó todos los campos de la astrofísica. Su extrema precisión ha entregado los datos más exactos nunca antes vistos, y abre un abanico de posibilidades para nuevas investigaciones sobre el Universo.