Ahora es posible observar la amenaza invisible de los plásticos

Científicos de Australia y Alemania desarrollaron una innovadora técnica que aborda un problema cada vez más frecuente: la contaminación por microplásticos, presentes en el agua, los alimentos y el aire que respiramos, y que incluso pueden ingresar a nuestro organismo.

La contaminación por plásticos visibles impacta cuando los vemos en playas y ecosistemas. Pero aún mayor es la amenaza de los nanoplásticos, partículas invisibles que ignoramos.

La exposición a plásticos de pequeño tamaño es cada vez más común y peligrosa para la salud humana. Muchas medidas se enfocan en reducir el uso de plásticos, lo que ayuda a largo plazo, pero no elimina la contaminación ya existente.

En este contexto, una innovación científica no soluciona el problema, pero sí ofrece una especie de advertencia al revelar cuándo un entorno está cargado de fragmentos invisibles de plástico.

El problema del plástico

En las últimas décadas, la producción de plásticos se ha disparado y, con ella, la generación de residuos. Una vez en el ambiente, el plástico no desaparece, sino que se fragmenta en trozos cada vez más pequeños que pueden permanecer durante siglos. De esta descomposición surgen los microplásticos (0.1 a 5 milímetros) y los nanoplásticos (1 a 100 nanómetros), que se han convertido en una amenaza silenciosa.

Se han encontrado microplásticos en óvulos y espermatozoides, lo cual podría poner en riesgo la fertilidad humana.

Hoy, estas partículas se encuentran en todas partes: desde las aguas de los océanos y ríos, hasta el aire de las ciudades y el suelo agrícola. Incluso se han detectado en la sal de mesa, la miel, el agua embotellada y en tejidos humanos, como la sangre y los pulmones. Su diminuto tamaño no solo dificulta su detección, sino que también les permite infiltrarse en ecosistemas y organismos vivos, con consecuencias todavía poco conocidas.

Las vías de exposición para las personas son principalmente tres:

  • Inhalación: al respirar aire contaminado con partículas en suspensión.
  • Ingestión: a través del agua potable, productos marinos y otros alimentos procesados.
  • Contacto dérmico: se investiga si los nanoplásticos pueden atravesar la piel y acumularse en tejidos.

La preocupación principal es que estas partículas actúen como portadoras de sustancias químicas tóxicas o microorganismos, aumentando el riesgo de efectos adversos en la salud humana.

La nueva herramienta y sus beneficios

Detectar partículas tan pequeñas es un desafío, y por eso este avance resulta tan relevante. El “tamiz óptico” aprovecha la interacción de la luz con diminutas cavidades en un material semiconductor para hacer visibles a los nanoplásticos. Estas cavidades, llamadas huecos de Mie, funcionan como trampas de luz que reflejan colores característicos según su tamaño y profundidad. Cuando una partícula entra en un hueco, el color cambia de forma notable.

Lo que antes era invisible ahora puede revelarse: gracias a este novedoso desarrollo, podemos comprender la magnitud de la contaminación por plásticos usando un simple microscopio.

Gracias a esto, con un simple microscopio óptico y una cámara RGB es posible detectar no solo la presencia de partículas, sino también estimar su tamaño y distribución. Esto convierte al tamiz óptico en una herramienta accesible, sin necesidad de equipos sofisticados como la microscopía electrónica.

Este método abre la puerta a nuevas aplicaciones en investigación ambiental y sanitaria, ofreciendo una forma sencilla de analizar la presencia de nanoplásticos en agua o suelo. Aunque es un gran avance, aún quedan desafíos: los científicos planean probar con nanopartículas no esféricas y perfeccionar la técnica para diferenciar entre distintos tipos de plásticos.

Referencias de la noticia

Universitaet Stuttgart. (2025, September 10). The invisible plastic threat you can finally see. ScienceDaily.

Ludescher, D., Wesemann, L., Schwab, J. et al. Optical sieve for nanoplastic detection, sizing and counting. Nat. Photon. (2025).