Alerta hipertensos: el aire, el suelo y hasta el agua dulce de la Tierra son cada vez más salados

La sal ha marcado la historia humana no sólo a través de los alimentos: también influyó en el comercio, las políticas, religiones y las guerras. Ahora representa una amenaza existencial.

Salar de altura
El aire, el suelo y el agua dulce de la Tierra contienen cada vez más sales.

La demanda de sal del planeta tiene un costo para el medio ambiente y la salud humana, de acuerdo con una investigación de la Universidad de Maryland publicada en Nature Reviews Earth & Environment.

Según el estudio, las actividades humanas están haciendo que el aire, el suelo y el agua dulce de la Tierra sean más salados, lo que podría representar una “amenaza existencial” si estas tendencias persisten en el tiempo.

Los procesos geológicos e hidrológicos naturales generan un ciclo de transporte de sal desde las profundidades de la Tierra a la superficie a lo largo del tiempo. Pero actividades tales como la minería, la construcción, la agricultura y las actividades industriales están acelerando ese ciclo, intensificando la salinización en perjuicio de la biodiversidad y poniendo en riesgo el suministro de agua para consumo.

Un hecho extraordinario

De acuerdo con el Prof. Sujay Kaushal, líder del equipo de investigadores, debemos pensar el planeta como un organismo vivo: “si acumula mucha sal, puede afectar el funcionamiento de sus órganos (ecosistemas) vitales”.

bolsas de sal
Si pensamos a nuestro planeta como un organismo vivo, es fácil suponer el impacto que puede tener en su salud el exceso de sal.

Una de las conclusiones más notorias del estudio es que se ha establecido por primera vez que los humanos afectan la concentración y el ciclo de la sal a escala global e interconectada. Por este motivo es preocupante el incremento observado en lo que Kaushal ha dado en llamar un “ciclo de sal antropogénico”, y no hay indicios que esta tendencia pueda revertirse en el futuro.

Hasta el momento, los investigadores sólo disponían de estudios de casos donde las aguas superficiales en ciertos lugares eran saladas. Este estudio muestra que en realidad hay un ciclo de la sal, que va desde las profundidades de la Tierra hasta la atmósfera, pero que este ciclo ha sido significativamente perturbado por las actividades humanas.

No todo es cloruro de sodio (sal de mesa)

“Cuando la gente piensa en sal, la primera imagen que se nos viene a la mente es la de la sal de mesa, o cloruro de sodio. Pero no es sólo una modificación del ciclo del cloruro de sodio… los humanos hemos perturbado otros tipos de sales, incluidas las relacionadas con la piedra caliza, yeso y sulfato de calcio”, señala Kaushal.

Según el estudio, este proceso de salinización antrópica ha afectado a alrededor de diez millones de kilómetros cuadrados de tierra en todo el mundo, un área del del tamaño de los Estados Unidos. Además, los iones de sal también aumentaron en arroyos y ríos en los últimos 50 años, coincidiendo con un aumento en el uso global y la producción de sales.

Pero no sólo tierra y agua: la sal se ha infiltrado también en el aire, ya que como algunos lagos se están secando, el viento transporta toneladas de polvo salino a la atmósfera.

Efecto cascada

Como muchas otras amenazas, este procedimiento de salinización motoriza efectos en cascada, asociado al riesgo sistémico (de todo un sistema).

Un ejemplo de este efecto en cascada, se puede observar cuando se arroja sal a la nieve en calles o carreteras para acelerar el proceso de fusión (derretimiento) de la nieve, pero esa sal termina contaminando el agua para consumo, generando daños en las comunidades. Como agravante a todo esto y debido a sus propiedades físicas y químicas, los iones de sal pueden unirse a contaminantes en suelos y sedimentos, formando cócteles químicos que multiplican sus efectos perjudiciales en el ambiente.

Sal en carreteras
El uso de sales de deshielo se ha triplicado en los últimos 45 años, haciendo que las concentraciones de sal aumenten drásticamente en arroyos, ríos y lagos.

El uso de sal para carreteras representa el 44 % del consumo de sal en los Estados Unidos, y es uno de los principales sólidos disueltos que se inyecta en las cuencas hidrográficas, contaminando con sal todos los cursos de agua. Para evitar estos “efectos secundarios”, se han comenzado a tratar las calles y carreteras con jugo de remolacha, que tiene el mismo efecto sobre la nieve pero significativamente menos sal.

“Debe haber algo extrañamente sagrado en la sal. Está en nuestras lágrimas y en el mar”. Khalil Gibran

Existe el riesgo a largo plazo de problemas de salud asociados con demasiada sal en nuestra agua”, dijo Kaushal. Por ello, los autores del estudio plantean la creación de un límite planetario “para el uso seguro y sostenible de la sal”, ya que es una sustancia que está aumentando su concentración a niveles nocivos en el ambiente.