El canto que cambió: cómo la radiación marca a las ranas de Fukushima
En humedales japoneses, un equipo franco-japonés rastrea ranas arborícolas para conocer las huellas que dejó la radiación en su genética y capacidad de reproducirse.

En los arrozales encharcados de Fukushima, las noches suenan igual que antes de 2011. Un coro de ranas macho compitiendo por la atención de las hembras. Pero para la ciencia, ese canto puede esconder señales de un cambio profundo.
Desde el accidente nuclear, algunas ranas han pasado toda su vida expuestas a radiación. Un equipo franco-japonés busca saber si eso ha marcado su capacidad de reproducirse.
El estudio, presentado el 11 de julio en la Society for Experimental Biology Annual Conference en Bélgica, combina observación en terreno y análisis genético para entender cómo se vive —y se cría— en un ambiente contaminado.
Radiación que altera el “romance” anfibio
El grupo parte de experiencias previas en otros lugares marcados por accidentes nucleares. En Chernóbil, por ejemplo, se han documentado durante años mutaciones elevadas y baja diversidad genética en ranas que viven en las zonas más contaminadas.
Léa Dasque, del laboratorio LECO (ASNR, Francia).
Esa comparación no es casual. Las primeras mediciones en Fukushima muestran cambios físicos y reproductivos en los machos que viven en áreas con mayor radiación. Mayor peso de gónadas con relación al tamaño corporal y, en algunos casos, una producción más abundante de espermatozoides.
Sin embargo, el grupo de investigación advierte que más cantidad no siempre significa mejor calidad, y estudian si la motilidad de esos espermatozoides podría estar comprometida.
Del humedal al microscopio
El trabajo comienza de noche, con linternas, grabadoras y redes para capturar a los machos en plena temporada de apareamiento. Se registran sus cantos, se toman medidas físicas y se recolectan muestras de esperma para analizarlas más tarde.
En el laboratorio, el grupo de investigación revisa la cantidad y motilidad de los espermatozoides, además de la actividad de miles de genes.
Según se explica en el resumen del estudio, cerca del 10% de los genes estudiados muestran variaciones claras, muchos de ellos ligados al movimiento de los espermatozoides.
“Nuestra meta es identificar cuáles son los procesos biológicos más sensibles a la radiación y cómo se manifiestan en la fisiología y el comportamiento de los animales”, explica Daque en una nota publicada en PHYS.ORG.
Otras especies bajo la lupa
Aunque las ranas japonesas son el foco principal, el equipo trabaja también con peces cebra (Danio rerio) y polinizadores silvestres que habitan en Fukushima. En los peces han visto que la exposición prolongada a radiación puede afectar el desarrollo muscular y reducir conductas sociales.
En los insectos polinizadores, las pruebas iniciales muestran que la radiación podría afectar su capacidad para orientarse y recordar rutas hacia las flores, algo esencial para la polinización y, en última instancia, para los ecosistemas agrícolas.
Estos hallazgos, advierte el equipo de investigación, sugieren que los efectos de la radiación no se limitan a la supervivencia inmediata, también pueden alterar procesos clave para la persistencia de las poblaciones a largo plazo.
En Fukushima, el croar nocturno convive con una radiación que no se ve, pero que podría estar reescribiendo el futuro de la especie. El desafío es detectarlo antes de que la historia se pierda.
Referencias de la noticia
Conferencia Anual de la Sociedad para Biología Experimental en Amberes. (2025). Impacts of Ionizationradiation on reproductive processesin Fukushima tree frogs: Transcriptomic and functional insights. (Pág. 78-79). Publicado en la web de la Conferencia.
Society for Experimental Biology. (2025). Exploring animal life in the radioactive shadows of Chornobyl and Fukushima. Publicado en PHY.ORG.