El plan para salvar al huemul: el ciervo del escudo de Chile que lucha por no desaparecer
El huemul, uno de los últimos ciervos nativos de Sudamérica y emblema de Chile, sobrevive en poblaciones fragmentadas y vulnerables. Nuevos hallazgos y proyectos de conservación ofrecen esperanza, pero su futuro depende de la protección sostenida de su hábitat.

El huemul, ese compañero silencioso del escudo nacional desde 1834, vive una paradoja profunda: mientras su figura aparece en sellos oficiales, escuelas, ceremonias y monedas, en su hábitat real el escenario es mucho menos heroico.
Lejos de ser un recuerdo del pasado, el huemul aún camina entre glaciares y montañas, aunque cada vez más acorralado por la pérdida de hábitat y enfermedades. Por eso hoy se despliega un plan urgente —desde collares satelitales hasta corredores biológicos— reforzado por hallazgos esperanzadores en 2025.
Un símbolo nacional en peligro silencioso
El huemul (Hippocamelus bisulcus), declarado Monumento Natural en 2006 y catalogado En Peligro Crítico por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), es uno de los últimos ciervos nativos de Sudamérica. Se estima que quedan entre 1.500 y 2.000 ejemplares, repartidos en poblaciones pequeñas entre Aysén y Magallanes.

Su mayor problema no es solo que son pocos, sino que están aislados. Pequeños grupos separados por cientos de kilómetros impiden el intercambio genético, aumentando la vulnerabilidad ante enfermedades y depredación. En algunos sectores, estudios científicos muestran caídas abruptas del número de individuos en apenas una década.
El ganado doméstico también es una amenaza subestimada. Compite por alimento, degrada la vegetación nativa e introduce patógenos como la paratuberculosis y la peste bovina, que afectan especialmente a las crías y juveniles.
Las causas del declive: una historia escrita en el paisaje
Históricamente, el huemul habitaba incluso la zona central de Chile. Crónicas coloniales confirman su presencia en cordilleras de Santiago y el Maule. Pero la deforestación, la expansión agrícola, la ganadería y la construcción de caminos empujaron a la especie cada vez más al sur.
Hoy ocupa zonas montañosas remotas, pero estos entornos no garantizan seguridad. El puma, depredador natural del huemul, tiene un impacto mayor cuando las poblaciones son pequeñas y no pueden recuperarse.

A esto se suma la presencia del ciervo rojo europeo, una especie introducida para caza deportiva. Este invasor compite directamente con el huemul por pastos, desplaza su territorio y altera los ciclos naturales. En varias regiones ya se ha documentado el reemplazo de huemules por ciervos exóticos.
2025: el año que devolvió esperanza
Las últimas poblaciones sobreviven dispersas en la Patagonia, refugiadas entre bosques, acantilados y montañas heladas. Allí resisten como pueden tras décadas de amenazas. Hoy, Chile y Argentina enfrentan la gran pregunta: ¿cómo evitar que su animal más simbólico se desvanezca?
El 2025 trajo noticias que devolvieron esperanza. En Cabo Froward, el extremo más austral del continente, científicos confirmaron una nueva subpoblación de huemules. El hallazgo, liderado por Rewilding Chile y CONAF, amplía su mapa conocido y revela que aún quedan refugios secretos en la Patagonia profunda.
Fundación Rewilding Chile inauguró el primer Centro de Rescate y Rehabilitación del Huemul, una infraestructura única en Latinoamérica dedicada al ciervo más austral del mundo, hoy en peligro de extinción. https://t.co/nTAy0J9nYo pic.twitter.com/FolDxRXlDw
— Diario Sustentable (@diariosustentab) October 24, 2025
En la Región de Los Ríos, cerca de 40 huemules reintroducidos avanzan en la reconstrucción de una población que se creía perdida. Gracias a programas binacionales, estos animales están recuperando territorio y escribiendo un pequeño triunfo dentro de una historia difícil.
Un tercer hallazgo llegó desde Cochamó, donde cámaras trampa captaron huemules en predios privados. Este registro empuja el límite norte de distribución de la especie y refuerza la urgencia de crear corredores biológicos que conecten grupos aislados.
En conjunto, estos descubrimientos muestran algo clave: el huemul es más resiliente de lo que parece. Si le damos espacio, protección y tiempo, todavía puede sorprendernos con su capacidad de regresar.
Los nuevos planes de conservación: tecnología, territorio y comunidad
Para enfrentar la amenaza, Chile y Argentina impulsan estrategias complementarias:
- Monitoreo satelital y collares GPS: estos dispositivos permiten seguir desplazamientos, identificar zonas de crianza y definir áreas críticas. Con esa información, los equipos diseñan corredores biológicos que conecten grupos aislados.
- Restauración de hábitat: incluye reforestación, cierre de caminos, control de ganado y reducción de enfermedades transmitidas por animales domésticos. Restaurar el paisaje es clave para permitir el regreso natural de la especie.
- Corredores ecológicos binacionales: ambos países trabajan en un corredor del huemul que conecte parques como Bernardo O’Higgins, Patagonia y sectores de Santa Cruz. La meta: permitir el flujo genético entre poblaciones.
- Ciencia ciudadana y educación local: comunidades patagónicas participan en monitoreos, reportes y actividades educativas. La conservación avanza más rápido cuando la ciudadanía se reconoce como parte del esfuerzo.
Aún estamos a tiempo. Si Chile y Argentina mantienen el rumbo durante las próximas décadas, el huemul podría dejar de ser un símbolo en peligro y volver a ser un habitante pleno de su propio paisaje.
Protegerlo no es solo salvar a un ciervo: es resguardar una parte de nuestra historia, nuestra identidad y nuestro futuro. Su destino —como el de tantas especies— no se define por la fuerza, sino por la decisión colectiva de cuidarlo. Y hoy, más que nunca, esa decisión está en nuestras manos.