Estudio demuestra sorprendente parecido entre el sueño de las abejas y el nuestro
Investigadores italianos observaron por primera vez cómo se comporta el cerebro de una abeja dormida, hallazgo que podría ayudar a protegerlas y también a entender mejor nuestro propio descanso

Dormir no es solo cosa de humanos, ni de mamíferos. Incluso las abejas, esos insectos hiperactivos que rara vez vemos quietos, tienen momentos de reposo profundo.
Y ahora sabemos que, cuando lo hacen, sus cerebros no se apagan del todo, sino que entran en una especie de "modo avión" cerebral que se parece sorprendentemente al nuestro.
Un equipo de la Universidad de Trento, en Italia, logró observar por primera vez lo que ocurre dentro del cerebro de una abeja mientras duerme.
Y el resultado es tan fascinante como inesperado: durante el sueño, su actividad neuronal cambia de forma muy parecida a la de los seres humanos.
Un cerebro pequeño, pero con grandes secretos
¿Cómo se estudia el sueño de una abeja? Con paciencia, tecnología de punta y muchas horas de grabación.
A través de imágenes del lóbulo antenal —una especie de centro de control del olfato en las abejas— descubrieron que, al dormir, estas redes neuronales se sincronizan y reducen el procesamiento de información.
Albrecht Haase, líder de la investigación.
Al respecto, Haase agregó que es algo muy parecido a lo que ocurre en el cerebro humano durante el sueño profundo, cuando dejamos de percibir el entorno con claridad y comenzamos a consolidar la memoria o recuperar energía.
Cuando el olfato se toma una siesta
Dormir no es solo cerrar los ojos, o bajar las antenas. En el caso de las abejas, el sueño también afecta su capacidad sensorial, especialmente el olfato, una herramienta clave para orientarse y encontrar flores.

Durante el estudio, cuyos resultados fueron publicados en la revista Neural Networks, los científicos notaron que las señales olfativas se procesaban de forma más difusa mientras dormían, como si su radar interno se nublara por un rato.
Eso sí, el sistema seguía funcionando, solo que más lento y menos preciso. Tal como cuando nosotros dormimos profundamente y no escuchamos el celular, sonar al lado de la cama.
Mientras la colmena duerme, la ciencia despierta
Más allá de la fascinación científica, esta investigación tiene implicaciones muy prácticas.
Si comprendemos cómo el sueño afecta su capacidad para procesar información sensorial, podremos entender mejor cómo el estrés ambiental, los pesticidas y el cambio climático impactan su descanso.
Albrecht Haase, líder de la investigación.
Aunque suene increíble, las abejas podr��an convertirse en un modelo para estudiar el sueño humano. ¿Por qué? Porque su cerebro es lo suficientemente simple como para observar lo que pasa en cada neurona, algo que en humanos sigue siendo un enorme desafío.
La próxima vez que veas a una abeja inmóvil sobre una flor o quieta en su colmena, no la confundas con una pausa sin sentido. Tal vez esté soñando rutas, almacenando recuerdos o simplemente recuperando fuerzas.
Recuerda que incluso en ese silencio aparente, su pequeño cerebro está trabajando para que la vida siga floreciendo.
Fuentes y referencias de la noticia:
- Haase A. et al. (2025). Neuronal correlates of sleep in honey bees. Neural Networks.
- Universidad de Trento. (2025).The sleep of bees. So human. Publicado en la sección de prensa de la institución.