Los vientos del futuro: cómo el clima moldea la energía eólica en Sudamérica

El viento que impulsa la energía limpia también responde al pulso del clima. Anticiclones y oscilaciones polares marcan las variaciones que pueden potenciar o frenar la generación eólica.

Energía eólica
La energía eólica es parte importante de la renovación energética del planeta. Pero depende de una variable atmosférica que aún sigue sin entenderse del todo: el viento.

La energía eólica terrestre se ha convertido en una de las grandes protagonistas de la transición energética mundial. Sus aerogeneradores, cada vez más visibles en paisajes de todo el planeta, transforman la fuerza del viento en electricidad limpia.

Pero detrás de esa aparente constancia hay una realidad más compleja: el viento no siempre sopla igual. Su intensidad y dirección pueden variar de un mes a otro o incluso de un año a otro, afectando directamente la generación eléctrica.

Esta variabilidad natural, que forma parte del propio comportamiento del clima, está ligada a patrones de circulación atmosférica a gran escala. Estos sistemas —como los anticiclones o las oscilaciones polares— influyen en el modo en que el viento se distribuye en distintas regiones del planeta y en cómo cambia con el tiempo. Comprenderlos es clave para anticipar las fluctuaciones del recurso eólico y mejorar la planificación energética a largo plazo.

Los grandes “moduladores” del viento

En Sudamérica existen distintos “controladores” de gran escala del viento. En el noreste de Brasil, por ejemplo, el viento está fuertemente condicionado por el anticiclón del Atlántico Sur (SAA), un centro de alta presión atmosférica que domina gran parte del océano Atlántico subtropical. Cuando el SAA se intensifica, también lo hacen los vientos que llegan a Brasil; cuando se debilita, el viento tiende a disminuir.

En Sudamérica, el viento tiene distintos “compositores”: anticiclones, frentes y oscilaciones que orquestan su fuerza desde Brasil hasta la Patagonia, una de las regiones más ventosas del planeta.

Una situación algo distinta ocurre en el norte de Chile y Argentina. Allí, la influencia del Anticiclón del Pacífico Sur (SPA) —que modula gran parte del clima chileno— resulta débil. Es decir, el SPA no influye mayormente en los vientos del norte de Chile, como sí lo hace el SAA en el noreste de Brasil.

La Patagonia, por su parte, es una región donde el viento tiene fama propia. Es uno de los lugares más ventosos del planeta, y no por casualidad: allí convergen varios mecanismos atmosféricos que modulan su intensidad. Son tres patrones principales los que modulan el viento patagónico.

El primero y más importante es un patrón de presión en el Paso de Drake, denominado Patrón Patagonia–Antártica (PAT). Cuando el PAT se encuentra en su fase positiva, los vientos patagónicos tienden a debilitarse; cuando pasa a su fase negativa, se intensifican.

El segundo modulador relevante es la Oscilación Antártica (AAO), un fenómeno que refleja los cambios en la presión atmosférica entre la Antártica y las latitudes medias. Durante su fase positiva, los vientos se fortalecen en el extremo sur del continente. Lo contrario sucede en la fase negativa.

Finalmente, el Anticiclón del Pacífico Sur (SPA) también ejerce cierta influencia sobre la Patagonia chilena, especialmente en invierno. Este sistema, además, está vinculado a El Niño, lo que añade un componente interanual que puede reforzar o debilitar los vientos dependiendo de la fase del ENSO.

Energía limpia, clima cambiante

El viento ha sido, desde siempre, un símbolo de movimiento y cambio. Hoy, en plena transición energética, también representa la posibilidad de un futuro más sostenible. Pero ese futuro dependerá no solo de construir más turbinas, sino de conocer con precisión el comportamiento de la atmósfera que las impulsa.

El viento no solo mueve turbinas: impulsa el cambio hacia un futuro sostenible. Comprender su ritmo en un clima cambiante será clave para la energía del mañana.

Estudios que combinen observaciones, modelos climáticos y análisis estadísticos avanzados permiten entender mejor esa interacción entre el clima y la energía. En tiempos en que la variabilidad climática y el cambio global plantean desafíos inéditos, mirar el viento con una visión de largo plazo puede marcar la diferencia entre una planificación incierta y un desarrollo verdaderamente sostenible.

Referencias de la noticia

- O. Llompart, Sepúlveda, H., Jacques-Coper M., and Hernández M. (2025): Evaluating Wind Speed Variability and Its Climate Modulators in South America Using CMIP6 Simulations (1980–2014). International Journal of Climatology.

- Análisis CR2: ¿Qué sistemas de circulación afectan los vientos sudamericanos? Un aporte para la generación de energía eólica. Ovidio Llompart y Martín Jacques-Coper.