¿Cómo la radiación UV-C nos protege de virus en espacios cerrados?

Un nuevo tipo de radiación ultravioleta-C permite desinfectar una habitación llena de gérmenes, incluso virus como el que causa la COVID-19. ¿Cómo funciona esto? Te lo contamos aquí.

lámparas UV-C
La luz ultravioleta-C tiene un gran potencial: es capaz de inactivar microorganismos, actuando como germicida en espacios cerrados.

En una investigación reciente de científicos del Colegio de Médicos y Cirujanos de la Universidad de Columbia, se presentó un nuevo tipo de radiación ultravioleta-C (UV-C) germicida que puede ser segura para las personas. En un experimento, se comprobó su eficiencia al reducir el nivel de microbios en el aire interior en más del 98%, según un comunicado.

Como es sabido, los virus como el SARS-CoV-2, responsable de la pandemia de la COVID-19, y otros patógenos son transmitidos por un individuo a una o varias personas a través del transporte viral en partículas del aire. Por ello, en lugares interiores se deben tomar mayores precauciones dada la escasa ventilación.

Lámparas de radiación UV-C lejana (Far-UVC) son empleadas principalmente en hospitales como solución de limpieza de alta resistencia: así se purifica el aire y se desinfectan superficies. Esta tecnología se maneja fuera del contacto humano directo puesto que la exposición a la luz ultravioleta tiene consecuencias severas para la salud.

Sin embargo, el estudio en cuestión sugiere que los investigadores pueden haber encontrado una manera de tratar la luz UV-C para que actúe sobre virus y bacterias sin poner en riesgo nuestra seguridad.

Tipos de radiación ultravioleta

La radiación ultravioleta tiene una longitud de onda menor a la de la luz visible pero mayor a la de los rayos X: varía, por tanto, entre los 100 y 400 nm. La capa de ozono juega un papel importante al impedir el paso de una gran porción de la radiación ultravioleta, sobre todo de la que “esteriliza” la superficie de la Tierra. La radiación UV-C, la forma más energética de la radiación UV, es absorbida por el ozono presente en la estratosfera. Por otro lado, encontramos los rayos UV-A, que no son absorbidos por la capa de ozono y llegan a la superficie terrestre, mientras que los UV-B quedan en parte atrapados.

radiación ultravioleta
El ozono estratosférico es el responsable por retener la radiación UV más perjudicial para el desarrollo de la vida en el planeta.

Los tres tipos de radiación UV ocasionan daños en la piel y en la retina. Al aire libre estamos a salvo de los rayos UV-C, los más peligrosos de todos, dado que son completamente absorbidos por la atmósfera. En pequeñas proporciones, la radiación UV-B se necesita en el organismo humano para generar vitamina D. Pero la sobreexposición a los rayos UV que llegan a la Tierra genera enfermedades graves, además que reduce el rendimiento de los cultivos.

Hasta que “se hizo la luz”

Ahora, se puede confirmar que la radiación UV-C germicida Far-UVC "reduce rápidamente la cantidad de microbios activos en el aire interior a casi cero, lo que hace que el aire interior sea esencialmente tan seguro como el aire exterior", explica David Brenner, director del Centro de Investigación Radiológica en la Universidad de Columbia.

Las lámparas de cloruro de criptón (KrCl) son fuentes comunes de Far-UVC. El KrCl tiene propiedades germicidas, demostradas en experimentos de laboratorio, que son capaces de inactivar bacterias resistentes a los medicamentos, como es el caso del SARS-CoV-2, según el estudio.

Para analizar la eficacia de la tecnología, los investigadores instalaron cinco lámparas Far-UVC en una cámara de bioaerosol controlada. En ella bombearon una corriente de bacterias Staphylococcus aureus en aerosol. Con el experimento, el equipo pudo demostrar por primera vez el potencial de Far-UVC.

Las lámparas Far-UVC redujeron hasta el 98,4% de la carga de patógenos en menos de 5 minutos, indican los autores. ¡Todo un éxito! Una forma segura y económica de controlar futuras pandemias es la sugerida en este estudio: ponerla en práctica en lugares cerrados con mucha concurrencia podría evitar su rápida propagación.