Robots que se reparan y evolucionan solos: la nueva frontera de la robótica inspirada en la biología

A diferencia de los seres vivos, los robots actuales no pueden autorepararse ni adaptarse físicamente. Nuevas investigaciones buscan desarrollar máquinas que modifiquen su estructura según la tarea y el entorno disponible.

robot /Truss Link
Los robots están camino a una evolución impensada: ¿se podrán autoreparar?

Las formas de vida biológicas son sistemas abiertos, capaces de recuperarse y evolucionar con los recursos disponibles en su entorno. En contraste, los robots desarrollados hasta ahora son sistemas cerrados: pueden modificar su comportamiento gracias a la inteligencia artificial, pero mantienen una estructura fija.

Si nos detenemos a pensar qué ocurriría si un robot sufre un desperfecto mecánico o estructural durante una misión en el espacio o en las profundidades del océano —donde la intervención humana inmediata no es posible—, el resultado más probable sería el fracaso o, con suerte, la postergación de la misión.

Metabolismo robótico: un método inspirado en la naturaleza

En la naturaleza, las formas de vida se construyen a partir de una veintena de aminoácidos que se ensamblan en polipéptidos, dando origen a millones de proteínas con funciones diversas.

Inspirados en esta base biológica, científicos de la Universidad de Columbia han desarrollado el concepto de metabolismo robótico: la capacidad de los robots para crecer, adaptarse y repararse por sí mismos.

Este avance abre la posibilidad de que los robots modifiquen su forma y, en última instancia, superen el ingenio humano.

Para lograrlo, diseñaron un sistema basado en módulos simples que permiten una adaptación física indefinida. Así, las máquinas pueden desechar componentes defectuosos y tomar piezas de repuesto de otras máquinas o de un “almacén” cercano.

Truss Link: la estructura básica

El Truss Link es el componente fundamental del metabolismo robótico. Se trata de un módulo robótico simple, con forma de barra, expandible y contráctil, que posee conectores magnéticos en cada extremo.

Estos módulos pueden unirse entre sí en distintos ángulos, formando estructuras bidimensionales o incluso tridimensionales. De este modo, un robot puede modificar su estructura según las exigencias del entorno o sustituir partes dañadas de su “cuerpo”.

Un experimento validó esta propuesta: a un robot con forma de tetraedro (pirámide de cuatro caras triangulares) se le añadió un nuevo módulo, lo que le permitió descender una pendiente un 66 % más rápido. Esto demostró que el robot podía reconfigurarse en tiempo real para mejorar su desempeño.

Un futuro prometedor y sustentable para la robótica

Se abre así un nuevo camino en la robótica: uno en el que la inteligencia artificial no solo aprende y toma decisiones, sino que también modifica el cuerpo físico de los robots, tal como hoy reescribe códigos digitales durante su aprendizaje.

A medida que los robots asuman tareas en entornos inaccesibles para los humanos, será indispensable que, además de inteligentes, sean también autovalentes y adaptables, como los seres vivos.

Referencias de la noticia

- Science Advances (2025). Metabolismo robótico: Hacia máquinas que puedan crecer consumiendo otras máquinas