Chañar, la joya resiliente del bosque chileno que florece a contratiempo

Resiste la sequía, florece en pleno invierno y endulza los paisajes más áridos del país. El chañar es un símbolo vivo de adaptación y patrimonio natural chileno.

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Con flores doradas en pleno invierno, el chañar resiste donde otros no prosperan. Foto: Vivero Pumahuida.

Pese a su aspecto modesto, el chañar (Geoffroea decorticans) es un árbol que concentra en su existencia siglos de adaptación, cultura y resistencia. Florece en pleno invierno, y da frutos dulces al borde de la primavera, justo cuando la mayoría de los árboles aún duerme.

Nativo del bosque esclerófilo y zonas áridas del cono sur, este árbol ha sido compañero silencioso de pueblos originarios, guardianes del desierto y agricultores resilientes. Hoy, su recuperación no es solo una apuesta ecológica, sino también una forma de reconectar con el paisaje nativo y la memoria viva de los territorios.

Un árbol con historia

El chañar ha sido valorado desde tiempos precolombinos. Sus frutos eran recolectados por pueblos originarios para consumir frescos o deshidratados, y también se utilizaban para preparar una bebida fermentada. Hoy, su uso persiste en preparaciones medicinales, especialmente jarabes para la tos y el asma, elaborados a partir de sus frutos cocidos.

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Frutos del chañar: pequeñas vainas de pulpa dulce y aromática, recolectadas tradicionalmente por comunidades originarias. Foto: Cabalgatas Chile (2020).

En algunas regiones, la corteza y hojas del chañar también tienen aplicaciones tradicionales. Se le atribuyen propiedades antiinflamatorias, emolientes y cicatrizantes. Además, su madera densa y resistente fue utilizada históricamente para fabricar herramientas y elementos de carpintería.

¿Dónde y cómo plantar el chañar?

El chañar es una especie adaptada a climas secos, con veranos calurosos e inviernos moderadamente fríos.

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Desde Coquimbo hasta el Maule interior, el chañar puede cultivarse sin grandes exigencias. Foto: Vivero Pumahuida.

En Chile, puede cultivarse desde la Región de Coquimbo hasta el norte de la Región del Maule, e incluso en sectores interiores de O’Higgins, siempre que haya buena exposición solar y suelos bien drenados. En condiciones ideales, también puede prosperar en jardines urbanos si se controla el riego.

Recomendaciones para su cultivo:

  • Propagación: Se puede reproducir por semillas, que deben escarificarse antes de sembrar para favorecer la germinación. Esto se logra lijando suavemente la cubierta dura o remojándolas en agua tibia por 12 a 24 horas.
  • Época de siembra: Finales de invierno o comienzos de primavera, en vivero o directamente en suelo definitivo.
  • Sustrato y suelo: Prefiere suelos sueltos, con buena aireación. Tolera suelos pobres, pero no encharcados.
  • Ubicación: Pleno sol. No tolera sombra prolongada.
  • Riego: Solo durante el primer año, mientras desarrolla raíces profundas. Luego, es resistente a la sequía.
  • Espaciado: Dejar al menos 4 metros de distancia entre ejemplares para permitir su desarrollo como árbol.

Una vez establecido, el chañar puede crecer lentamente, pero forma una copa generosa y resiste condiciones extremas de calor, viento y escasez hídrica.

Un árbol con valor ecológico excepcional

El chañar desempeña un papel clave en los ecosistemas áridos del centro-norte chileno. Forma parte del bosque esclerófilo, un tipo de vegetación única en el mundo que hoy enfrenta altos niveles de degradación y fragmentación. En este contexto, el chañar contribuye activamente a la biodiversidad, no solo por ser una especie nativa bien adaptada, sino también por ofrecer alimento y refugio a una variedad de insectos, aves y pequeños mamíferos.

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Refugio de aves, insectos y pequeños mamíferos: un árbol clave en la biodiversidad del centro-norte de Chile. Foto: Cabalgatas Chile (2020).

Su floración invernal es particularmente valiosa para los polinizadores, ya que provee néctar y polen en un periodo donde escasean otras flores. Además, su capacidad para desarrollarse en suelos degradados y resistir largos periodos de sequía lo hace fundamental en procesos de restauración ecológica, donde se buscan especies capaces de sostenerse sin riego suplementario ni manejo intensivo.

Gracias a su sistema radicular profundo, el chañar ayuda a estabilizar suelos erosionados, contribuyendo a frenar la desertificación en zonas expuestas. Todo esto, sumado a su bajo mantenimiento, lo convierte en una alternativa atractiva para reforestación en ambientes áridos o semiáridos, tanto en espacios rurales como urbanos.