Espera 10 años para florecer en un espectáculo único y después muere: el drama del chagual
El chagual, también conocido como puya chilena, es una planta que florece solo una vez en su vida. Su despedida es majestuosa y deja alimento para todo un ecosistema.

En los cerros áridos del norte y centro de Chile, una planta parece desafiar la sequía y el tiempo. Es el chagual o puya chilena (Puya chilensis), una especie de la familia de las bromelias que crece lentamente, año tras año, acumulando energía para un solo momento: su floración.
Puede pasar una década o más antes de que esto ocurra. Y cuando por fin lo hace, el chagual despliega una espiga floral de hasta cuatro metros de altura, coronada por decenas de flores verde-turquesa y estambres anaranjados que atraen aves, insectos y curiosos por igual. Es su gran espectáculo final, porque después de florecer… muere.
El destino de una sola floración
El chagual es una planta monocárpica, lo que significa que florece una sola vez en su vida. Durante años acumula reservas en su roseta de hojas largas y espinosas, hasta que un cambio en sus hormonas internas desencadena la floración.

Después de liberar miles de semillas, el tallo se seca lentamente y la planta madre muere, dejando espacio y nutrientes para las nuevas generaciones. Su ciclo puede parecer trágico, pero en realidad es una estrategia evolutiva brillante: concentra todos sus esfuerzos en una floración abundante que garantice su descendencia, incluso en ambientes extremos donde la supervivencia es incierta.
El mito en torno al Chagual
Durante décadas circuló la creencia de que el chagual era capaz de atrapar cabras u ovejas entre sus afiladas hojas, alimentándose después de sus cadáveres. Esta idea se popularizó cuando jardines en Europa lo presentaron como la “planta come-ovejas”, un mito que aún hoy despierta curiosidad y confusión.

Nada más lejos de la realidad. El chagual no es una planta carnívora. Sus hojas están cubiertas de espinas únicamente como defensa natural frente a herbívoros, evitando que animales grandes las devoren antes de que logren florecer.
Sus flores entregan néctar a picaflores, abejas y escarabajos; sus semillas alimentan a pequeños roedores y aves; y su estructura compacta crea microhábitats donde otras plantas y animales hallan refugio. Además, sus raíces contribuyen a fijar el suelo y prevenir la erosión, aportando equilibrio y estabilidad a los ecosistemas áridos del centro y norte de Chile.
Un refugio en el desierto
El chagual es un verdadero símbolo de adaptación. Sus hojas rígidas y cerosas almacenan agua y reducen la evaporación, permitiéndole sobrevivir en cerros pedregosos donde pocas especies prosperan. Sus raíces, aunque discretas, ayudan a fijar el suelo y prevenir la erosión, transformándolo en un aliado silencioso contra la desertificación.
En primavera, su floración rompe la monotonía del paisaje árido: una torre verde-amarilla que atrae picaflores, abejas, lagartijas y escarabajos. Alrededor del chagual, la vida se congrega; su néctar alimenta a los polinizadores y su estructura sirve de refugio a pequeños animales que encuentran sombra y humedad bajo sus hojas espinosas.
Cuando la planta muere, deja tras de sí miles de semillas y un suelo más fértil. Su ciclo termina, pero su legado continúa en cada brote nuevo que nace a su alrededor, recordando que incluso en los paisajes más secos, la vida se abre paso con paciencia y propósito.