Sobrevivió a los dinosaurios. ¿Podrá la araucaria resistir el clima actual?
La araucaria, testigo de eras geológicas y símbolo del sur de Chile, enfrenta un nuevo desafío: adaptarse a un clima cambiante que pone a prueba su legendaria resistencia.

La Araucaria araucana, conocida como pehuén, es uno de los seres vivos más antiguos que habita Chile. Su linaje se remonta a más de 200 millones de años, cuando los continentes formaban el supercontinente Gondwana y los dinosaurios caminaban bajo su sombra.
En los bosques cordilleranos del sur, donde el aire es frío y el suelo volcánico, el pehuén crece lento, pero firme, resistiendo como un testigo silencioso del tiempo. Pero las sequías prolongadas, los incendios y la pérdida de hábitat ponen a prueba la fortaleza de este gigante milenario, símbolo de la biodiversidad y la identidad del sur de Chile.
La lección de la historia
Desde la mirada paleobotánica, la Araucaria araucana pertenece a un linaje que floreció en el Mesozoico, cuando las coníferas dominaban los bosques del planeta. Su permanencia hasta nuestros días se debe a una serie de adaptaciones que la han convertido en una maestra de la resistencia.
- Su madera densa y compacta le otorga una durabilidad extraordinaria frente a hongos y climas extremos, mientras que su corteza gruesa, que puede superar los 10 centímetros, actúa como un aislante natural ante incendios moderados. Aunque no depende del fuego para regenerarse (como ocurre con el pino o el coigüe), puede sobrevivir a él gracias a su estructura protectora.

- Sus hojas o acículas, duras y punzantes, reducen la pérdida de agua y resisten las heladas de altura, una ventaja clave para crecer en suelos pobres y fríos.
- Por su parte, las semillas no dependen del fuego del viento para dispersarse. Caen por gravedad y son transportadas por aves y pequeños mamíferos, lo que refuerza el vínculo ecológico entre el árbol y la fauna que lo rodea.
En este equilibrio natural radica parte de su éxito evolutivo y su papel como especie clave dentro del bosque templado andino.
La megasequía y un bosque en alerta
Desde hace más de una década, el sur de Chile sufre los efectos de una megasequía sin precedentes. Las precipitaciones han disminuido entre un 20 y 30%, y los inviernos traen menos nieve, reduciendo la humedad del suelo en los ecosistemas cordilleranos donde crecen las araucarias.

Según la Corporación Nacional Forestal (CONAF), este estrés hídrico sostenido ha provocado pérdida de vigor, menor regeneración natural y aumento de la mortalidad en sectores del Parque Nacional Tolhuaca, Conguillío y Nahuelbuta. El fenómeno no solo altera su desarrollo, sino que también reduce la disponibilidad de alimento para especies que dependen de sus piñones, como el carpintero negro y el monito del monte.

Los incendios son otra amenaza creciente. La combinación de sequía, viento y calor extremo puede destruir en horas bosques que tardaron siglos en formarse. En 2023, más de 700 hectáreas de araucarias resultaron afectadas en la Región de La Araucanía, un golpe difícil de revertir dada la lentitud de su crecimiento y la baja tasa de germinación natural de sus semillas.
Un legado de resistencia
A pesar de todo, la araucaria sigue en pie. Su biología parece diseñada para la adversidad: madera densa, corteza gruesa que la protege del fuego, y semillas con gran valor nutritivo que sostienen a comunidades humanas y animales por igual.
Su permanencia depende ahora de nuestra capacidad para acompañar su resiliencia. Iniciativas de conservación lideradas por CONAF, universidades y comunidades locales buscan restaurar zonas degradadas y mantener la diversidad genética de los bosques.
La meta no es solo salvar un árbol, sino preservar un fragmento vivo de la historia del planeta. Quizás el futuro no le ofrezca las mismas condiciones que hace millones de años, pero si algo ha demostrado la araucaria es que la resistencia también puede ser una forma de esperanza.
Referencias de la noticia
Corporación Nacional Forestal (CONAF). (2025). Estudio revela impacto de la megasequía en los bosques nativos de Chile. Santiago, Chile.