Logran revertir más de ocho siglos de inclinación de la Torre de Pisa

La ingeniería consiguió revertir más de ocho siglos de hundimiento constante. Pero a no preocuparse, porque aún queda mucho tiempo para sacarse la típica foto sosteniendo la Torre.

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La Torre de Pisa, el emblema inclinado de Italia.

La Torre de Pisa se está enderezando. Lenta e imperceptiblemente, el emblemático campanario ha retrocedido 4 centímetros en su inclinación. Así lo afirmó Nunziante Squeglia, profesor de geotecnia de la Universidad de Pisa, que además indicó que la Torre goza de buena salud y “de hecho, está mejor de lo que creíamos".

Las buenas noticias son resultado de las obras de ingeniería que se pusieron en marcha en 1990, cuando la Torre había alcanzado una situación crítica: 5 metros de inclinación sobre la perpendicular y un colapso inminente.

Se han logrado revertir más 8 siglos de inclinación de la Torre de Pisa. Ha habido un retroceso de cuatro centímetros.

En aquel momento, un comité internacional encabezó el trabajo de restauración y monitoreo del monumento, que estuvo cerrado al público durante más de 10 años. Las obras incluyeron extracción de tierra, colocación de cables de acero para enderezarla e implementación de sistemas de drenaje para evitar que el agua se concentrara en la base del edificio; un proyecto de ingeniería de más de 60 millones de dólares para revertir un error de cálculo que se inició en sus cimientos, allá en el siglo XII.

¿Por qué se hunde la Torre?

Según el sitio oficial del monumento, “pisa” es una palabra de origen griego que significa tierra pantanosa. En efecto, el suelo donde se asienta la Torre está compuesto en gran parte de arena, arcilla y barro, más blandos de un lado que del otro del edificio, lo cual lo hace poco compacto y muy inestable.

La Torre se comenzó a construir en 1173, en la época medieval, como parte del gran complejo edilicio llamado Campo de los Milagros, que incluía además una catedral, un baptisterio y un cementerio. La Torre se erigiría como el gran campanario.

El suelo donde se construyó la Torre está constituido en gran parte por arcilla, arena y barro. Un lado de la Torre se asienta en un terreno más compacto que el otro, dando origen a su inclinación.

Pero a poco de iniciada la construcción, cuando llegaron al tercer piso, en 1178, los arquitectos advirtieron que la Torre ya se estaba inclinando. La obra se suspendió durante más de un siglo, debido a las guerras y crisis económicas.

Cuando se reanudó, bajo la dirección del arquitecto Giovanni di Simone, se buscaron maneras de revertir el problema del hundimiento y la inclinación. Así, por ejemplo, los pisos superiores del lado “bajo” de la Torre son 5 centímetros más altos que los inferiores, en un intento de compensar el declive.

Nada de esto funcionó. La Torre se terminó de construir en 1399, con una inclinación de 1,6 grados. Durante los 8 siglos siguientes continuó hundiéndose e inclinándose a razón de 1 a 2 milímetros por año.

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Durante los siglos XIX y XX hubo varios intentos de solucionar la inclinación, con injertos a los pisos superiores y zanjas de drenaje, pero sólo consiguieron empeorar el problema. Lo cierto es que la Torre soportó estoicamente 4 terremotos y hasta los embates de la Segunda Guerra Mundial. Tanto es así que algunas versiones sostienen que Benito Mussolini odiaba el edificio por considerarlo una vergüenza para Italia.

El icónico edificio de 14.500 toneladas y 251 peldaños internos, nunca llegó a tener los 60 metros de altura originalmente planeados. Hoy mide 56,67 m en el lado más alto y 55,86 m en el lado más bajo. Estas cifras tenderán a equipararse, dado el éxito de los trabajos de restauración que se iniciaron hace más de 20 años para evitar su debacle.

Torre de Pisa; turistas
Todos los que visitan la Torre "tratan de afirmarla" para que no siga inclinándose. Un gran trabajo ingenieril ha logrado revertir ocho siglos de inclinación.

Aunque haya recuperado 4 centímetros, aún será posible sacarse la clásica foto sosteniendo la Torre en perspectiva. Según los expertos, el emblema conservará su singular atractivo por mucho tiempo más, ya que podría tardar varios cientos de años en enderezarse del todo.