¿Viajar o no viajar? Un dilema ético en tiempos de crisis climática

Viajar de Santiago a Río de Janeiro emite casi lo mismo que 590 duchas de 10 minutos con agua caliente. En momentos en que la temperatura del planeta sube, hay quienes se plantean un turismo más sostenible.

viajes
El año pasado, 1.400 millones de turistas se movieron por el mundo.

Brasil es el destino favorito de los chilenos cuando se trata de viajar al extranjero. Ciudades como Río de Janeiro, Florianópolis y São Paulo encabezan año a año las listas de las más visitadas por turistas nacionales. Pero en tiempos de crisis climática, surge una pregunta incómoda: ¿cuál es el costo ambiental de disfrutar de playas y paisajes en el extranjero?

Un viaje ida y vuelta entre Santiago y Río de Janeiro genera cerca de 1,18 toneladas de CO₂ por pasajero. Eso equivale, aproximadamente, a: 590 duchas de 10 minutos con agua caliente, 6.000 kilómetros manejando un auto a gasolina, o a fabricar 17 smartphones nuevos.

El turismo tiene un papel fundamental en la trayectoria de las emisiones globales de carbono, señala un estudio liderado por investigadores de la Universidad de Queensland, Australia, que determinó que entre 2009 y 2019, las emisiones globales del turismo crecieron un 3,5% anual. Fue el doble que la economía mundial, con lo que se emitieron 5,2 gigatoneladas de CO₂. Una cifra que representa el 8,8% de las emisiones globales totales de gases de efecto invernadero de 2019.

Efectos negativos del turismo

Entre 2009 y 2019, las emisiones del sector turístico aumentaron en 1,5 gigatoneladas de CO₂, lo que equivale a las emisiones anuales de toda América Latina y el Caribe.

Río de Janeiro
Río de Janeiro es uno de los destinos preferidos por los chilenos para ir de vacaciones.

De acuerdo al estudio, publicado en Nature el año pasado, cada dólar generado en turismo generó 1,02 kg de emisiones de GEI en 2019, lo que es aproximadamente cuatro veces más que lo que genera el sector servicios (0,24 kg/$), por ejemplo. La mayor parte de las emisiones provinieron del transporte aéreo y los servicios públicos.

Mitigar esta huella de carbono es una tarea abrumadora, señalan los autores del estudio. “Históricamente, la mayoría de los destinos han demostrado ser incapaces de disociar el crecimiento de la demanda turística, del aumento de las emisiones turísticas”, sostienen.

El año pasado, 1.400 millones de turistas se movieron por el mundo. Unos 140 millones más que en 2023 y el equivalente a casi dos de cada diez habitantes del planeta, indica Rafael Cejudo Córdoba, profesor de Ética y Filosofía Política de la Universidad de Córdoba, España.

“Uno de los efectos negativos del turismo es saber que nuestra propia conducta contribuye a esos efectos negativos. Nosotros somos parcialmente responsables. Y no solo porque consentimos actividades negativas para el entorno, sino porque directamente las causamos con nuestras elecciones y comportamientos de ocio”, sostiene el académico en The Conversation.

Hacia un turismo más sustentable

¿Vale la pena viajar cuando el planeta está al borde de superar los 1,5 °C de calentamiento, un umbral crítico para evitar impactos climáticos irreversibles?

turismo
Cada dólar generado en turismo generó 1,02 kg de emisiones de GEI en 2019.

Viajar amplía la mente, conecta culturas y genera recuerdos inolvidables. Pero al mismo tiempo contribuye significativamente a las emisiones globales. Los más afectados suelen ser quienes menos viajan y quienes menos contaminan: comunidades vulnerables, países del sur global y las futuras generaciones.

Aunque las grandes industrias son responsables de la mayor parte de las emisiones, las decisiones individuales también suman, y el turismo masivo es difícil de descarbonizar. Hacer viajes menos frecuentes, pero más largos, a destinos cercanos accesibles por bus o tren puede ayudar a compensar emisiones y fomentar, a la vez, un turismo más local y consciente.

Viajar menos, pero mejor: elegir destinos cercanos y modos sostenibles puede transformar el turismo en una acción consciente y colectiva frente al cambio climático.

“Como en otras muchas situaciones, estamos ante un problema de acción colectiva. Por un lado, queremos cooperar porque eso nos beneficiaría a todos, aunque suponga actuar en contra de nuestros intereses inmediatos. Por otro, queremos hacerlo contando con que los demás, al menos la mayoría, también lo hacen, porque si no es así, nuestro esfuerzo será inútil y parecerá estúpido. No se trata de una cuestión de mero egoísmo personal; aunque nosotros sí hagamos lo correcto a pesar de todo, de nada servirá si los demás no lo hacen”, enfatiza Cejudo.

Referencias de la noticia

- Artículo en Nature. Drivers of global tourism carbon emissions.

- Columna en The Conversation. ¿Para qué viajar?