Alimentos con hongos: los riesgos de consumirlos aunque parezcan en buen estado
Aunque parezcan inofensivos, los hongos en los alimentos pueden esconder toxinas peligrosas que afectan tu salud. Te contamos por qué no basta con retirar la parte visible.

A todos nos ha pasado, abrimos una bolsa de pan, un tupper de frutas o un frasco de mermelada, y encontramos pequeñas manchas verdosas, blancas o negras. Muchas veces, por no desperdiciar, simplemente retiramos la parte visible del hongo y seguimos comiendo el resto. Sin embargo, esto puede ser mucho más riesgoso de lo que parece.
Los hongos que vemos son apenas la “punta del iceberg”. La mayoría desarrolla una red subterránea de filamentos llamada micelio, que puede invadir áreas del alimento que parecen sanas. Aunque eliminemos el área visible, es muy probable que las toxinas y esporas ya estén distribuidas.
Los peligros reales: de malestares a intoxicaciones graves
El riesgo principal de consumir alimentos contaminados por hongos no es el propio hongo visible, sino las sustancias que algunos de ellos liberan: las micotoxinas.

Estas toxinas pueden provocar:
- Malestares gastrointestinales (náuseas, vómitos, diarrea).
- Alergias respiratorias o cutáneas, al entrar en contacto o inhalar esporas.
- Alteraciones hepáticas o renales a largo plazo.
- En casos graves (consumo repetido), efectos cancerígenos o neurotóxicos.
Las micotoxinas más estudiadas son las aflatoxinas, producidas por hongos como Aspergillus flavus, que afectan especialmente granos, frutos secos, maíz, maní, café y productos almacenados por largo tiempo.
Alimentos donde el riesgo es mayor
Aunque muchos asocian el problema solo a frutas cítricas, existen múltiples alimentos donde la contaminación por hongos es especialmente riesgosa:
- Pan, tortas, bizcochos y galletas: la esporulación puede avanzar invisiblemente en el interior, aun si cortamos la zona afectada.

- Frutas y verduras blandas: como duraznos, tomates, uvas o frutillas. Su textura facilita la penetración profunda del micelio.
- Cítricos: como naranjas, limones y mandarinas. Sus pieles suelen desarrollar hongos visibles, pero las esporas pueden invadir la pulpa sin que lo notemos.
- Mermeladas, salsas y conservas caseras: aunque la superficie puede parecer intacta, cualquier hongo que haya crecido indica que todo el contenido puede estar contaminado.
- Quesos blandos o frescos: como ricotta, quesillo o crema. La humedad permite que los hongos se extiendan con rapidez.
- Frutos secos y cereales almacenados: son especialmente vulnerables a hongos productores de micotoxinas cuando se almacenan en lugares cálidos y húmedos.
¿Cuándo es relativamente seguro cortar la parte dañada?
En algunos casos muy acotados puede aceptarse el retiro de la parte afectada, aunque siempre bajo riesgo controlado:

- Verduras de textura firme (como zanahorias o repollos): también es posible eliminar con margen amplio.
- Quesos duros (como el gruyère o parmesano): si el hongo aparece en la corteza, se puede retirar generosamente al menos 2-3 cm alrededor y debajo de la mancha.
En cualquier otro alimento blando, húmedo o procesado, la recomendación es clara: desechar completamente.
Por qué no debemos subestimar los hongos domésticos
A diferencia de los hongos comestibles cultivados (como el champiñón o el portobello), los hongos que aparecen espontáneamente en alimentos domésticos no son controlados, ni están libres de toxinas.
Además, muchas veces no podemos saber qué especie exacta ha contaminado el alimento. No solo afectan nuestra salud en el corto plazo. El consumo repetido de pequeñas cantidades puede tener efectos acumulativos, que suelen ser silenciosos durante años.
Qué hacer si detectas hongos en alimentos
Cuando aparece moho en cualquier alimento, lo más importante es actuar con precaución.
- No intentes “salvar” productos contaminados, salvo los casos excepcionales antes mencionados.
- Evita probar “un poquito” para verificar si el sabor es normal.
- Revisa bien fechas de caducidad, condiciones de almacenamiento y humedad.
Tras desechar alimentos contaminados, es recomendable limpiar a fondo el lugar donde estuvieron almacenados. Usa agua caliente y detergente, o bien una solución de vinagre blanco para eliminar posibles esporas que puedan quedar en las superficies, envases o estantes. Esto ayuda a prevenir nuevas contaminaciones invisibles en otros productos almacenados.