¿Asistir a un concierto puede alargar tu vida? La ciencia sugiere que sí, al menos en bienestar
Un estudio sugiere que asistir a conciertos en vivo cada dos semanas no solo mejora el ánimo, sino que también puede potenciar el bienestar general y la salud. La música como medicina emocional podría ser más poderosa de lo que imaginamos.
¿Y si vivir más no estuviera solo en las verduras, el deporte o el agua con limón, sino en un buen recital con tu banda favorita? Un reciente estudio británico se atrevió a ponerle cifras a algo que muchos ya intuíamos: asistir a conciertos en vivo, mejora la salud, el ánimo… y hasta podría alargar la vida
La investigación, realizada por O₂ y el profesor Patrick Fagan de la Universidad Goldsmiths, reveló que tan solo 20 minutos de música en vivo cada dos semanas podrían generar un impacto tan positivo en el bienestar que se traduciría, literalmente, en años extra de vida. ¿Exagerado? Tal vez. ¿Fascinante? Totalmente.
El poder de la música para el cuerpo y la mente
Ahora bien, no vamos a prometerte la inmortalidad con una entrada para ese concierto en el Movistar Arena que esperas… pero lo cierto es que la música tiene efectos terapéuticos reales y medibles.

Escuchar tu playlist favorita —y más aún, disfrutarla en vivo— puede ayudarte a regular el ritmo cardíaco, disminuir los niveles de cortisol (esa molesta hormona del estrés que nos juega en contra), mejorar la calidad del sueño, e incluso aumentar la concentración y la memoria. Un verdadero reset para cuerpo y mente.
Y los conciertos tienen algo que ningún auricular logra replicar: la energía compartida. Los shows en vivo activan zonas del cerebro relacionadas con el placer, la empatía y la conexión social, haciéndonos sentir parte de algo más grande. Esa sensación de vibrar al mismo ritmo que miles de personas no es solo emocionante, también es profundamente sanadora.
Por eso no sorprende que existan terapias musicales aplicadas en pacientes con Alzheimer, adultos mayores con depresión, personas con ansiedad o niños con autismo. La música es un idioma universal que nos conecta con nuestras emociones, con los demás, y con lo que somos de verdad.
¿Y qué dice la ciencia más “tradicional”?
Ok, es verdad: tu médico aún no te va a recetar dos conciertos y medio por mes. Pero la ciencia “formal” cada vez mira con más interés el impacto de las actividades culturales en la salud.
Una investigación de la University College London con más de 6.000 adultos mayores reveló que quienes participan frecuentemente en actividades culturales —como ir al cine, al teatro o a exposiciones— tienen un 31 % menos de riesgo de morir en los siguientes 14 años. Sí, como lo lees. La cultura también es autocuidado.
Todo eso es salud integral. Según el estudio de O₂, los asistentes a conciertos mostraron un aumento del 21 % en su bienestar general, un 25 % en autoestima, un 75 % en estimulación mental y un fuerte incremento en el sentido de conexión con los demás. En otras palabras: es como una clase de yoga emocional, pero con más volumen y menos silencio.
Lo que realmente importa: vivir intensamente
Puede que nunca se logre probar si asistir a conciertos extiende la vida por años, pero sí está claro que la música en vivo la hace más rica, más plena, más vibrante.

Ir a un recital reduce el estrés, mejora el ánimo y regala momentos memorables. Y no solo eso: la actividad física (aunque sea aplaudir o bailar un poco), el estado de euforia, la descarga emocional… todo suma. Y eso, en sí mismo, ya es una forma de salud.
Así que ya sabes: si tu grupo favorito vuelve, si esa banda que amabas en los 2000 toca otra vez, o si aparece ese artista nuevo que no paras de escuchar… no lo dudes. Compra la entrada, arma la junta, canta fuerte y déjate llevar por el ritmo.