¿Cómo se enfermaron las araucarias teniendo el poder de adaptación?

Son muchas las personas que las describen como un paisaje asombroso y de una opulenta presencia. Conoce la causa de su enfermedad y lo que queda por hacer.

Conos y ramas de una araucaria
Recordemos que, para el Pueblo Mapuche, la araucaria (Pehuen) es un árbol sagrado. Para los Pehuenches, este regalo de la naturaleza tiene una conexión directa con el equilibro de la vida.

Su verdor cubre paisajes entre las regiones del Biobío y Los Ríos. Existen pequeños bosques de araucarias (Araucaria Araucana) en la Cordillera de la Costa, pero gran parte de ellas se encuentran en la Cordillera de Los Andes. La semilla de la araucaria tiene un peso considerable, por lo que su dispersión es mediante la gravedad. Como consecuencia de esto, la regeneración de esta especie se puede encontrar, mayormente, bajo las araucarias femeninas.

Un ejemplar que mide 1,50 m puede alcanzar los 40 años de edad. De esta manera, por su antigua estructura, la forma de la corteza es similar a la placa del caparazón de una tortuga. Algo que la hace aún más fascinante, ya que lo utiliza como mecanismo de adaptación.

Esta deslumbrante estructura le permite soportar incendios forestales superficiales (cercanos al suelo). Si el fuego es en su copa, la araucaria muere. Un ejemplo lamentable fue el incendio forestal en la Reserva Natural Malleco (2015), donde se quemaron miles de hectáreas de araucarias. Además, este siniestro fue generado por una tormenta eléctrica seca en la zona.

Tienen la sorprendente capacidad de mezclarse con otros árboles como el roble, el coigüe y el ñirre. Pero eso no es todo, ya que la araucaria está declarada como un monumento, por ende, está protegida legalmente. Está prohibida la intervención o alteración al ambiente de una araucaria, incluyendo al ejemplar en sí, a su entorno y a su hábitat.

Lamentablemente, con los años las araucarias se enfermaron. Los primeros indicios fueron a principios del año 2016, cuando se encontraron araucarias con hojas y ramas amarillentas, inclusive, especies que estaban vacías. A fines de ese año, la Corporación Nacional Forestal, comenzó a liderar una mesa técnica con el objetivo de investigar qué estaba deteriorando a las araucarias.

Esclareciendo los misterios

El camino ha tenido sus complejidades, pero el tiempo valió la espera. Los equipos científicos comenzaron a encontrar que había araucarias enfermas desde su raíz hacia las acículas y otras desde las acículas hacia la raíz. Situación que, probablemente, acarreó más preguntas que respuestas en ese entonces. Sin embargo, se planteó la hipótesis que relacionaba la sequía con el balance de los microorganismos en las araucarias.

Finalmente, se descubrió que el hongo en cuestión es el Phytophthora (“destructora de plantas” en griego), pero específicamente el Phytophthora Lateralis. Este último, tiene la potente capacidad de infectar una planta desde distintas partes.

Actualmente, la Corporación Nacional Forestal es responsable de la elaboración del Plan Nacional de Conservación de la Araucaria. En él se está considerando aspectos biológicos, culturales y sociales. Se planteó la idea de trasladar unos 16 mil ejemplares (germinados en viveros) hacia la Región de Aysén, que presenta condiciones óptimas para el desarrollo de la araucaria. Sin embargo, algunos científicos creen que esto no soluciona el problema raíz: la enfermedad.

Surgen preguntas como ¿qué ocurrirá con las tierras que verán morir sus araucarias? ¿esto tendrá algún efecto sobre el clima de la zona? Lo que sí sabemos es que su conservación es primordial para la memoria de nuestro país, de todo lo que somos. “No todo lo que hay es para ti. No se arrasa, se recolecta con respeto a la Tierra” (Anita Epulef).