Cambio climático y campo magnético terrestre: ¿hay relación?

Ciertas teorías indican que el campo magnético es, en parte, causante del cambio climático actual, pero la ciencia a investigado y esclarece estas dudas. Te lo contamos a continuación.

representación campo magnético
La magnetósfera es el nombre que recibe el campo magnético de nuestro planeta. Actúa como un escudo protector de la atmósfera ante partículas de gran energía que nos llegan desde el Sol.

El campo magnético de la Tierra se desplaza gradualmente y con distinta intensidad. Sin embargo, hay poca evidencia científica de vínculos significativos entre los polos magnéticos y el clima.

Por tal motivo, el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA dedicado al cambio climático, realizó un estudio para comprobar si existe alguna relación.

Si hablamos de las inversiones de los polos magnéticos, se pudo comprobar -gracias al estudio de fósiles encontrados de animales y plantas que vivían en nuestro planeta durante la última gran inversión- que duró miles de años y que no hubo grandes cambios, incluso, muestras de sedimentos oceánicos de aquella época, indican que la actividad glacial se mantuvo estable. Así, los registros geológicos y fósiles de inversiones anteriores, no muestran nada extraordinario, como posibles eventos apocalípticos o grandes extinciones.

En cuanto a las excursiones geomagnéticas, similares a las inversiones pero de más corta duración y significativos en la intensidad del campo magnético, no muestran evidencia de que el clima de la Tierra se haya visto afectado significativamente por las últimas tres excursiones del campo magnético, ni por ningún evento de excursión en al menos los últimos 2,8 millones de años.

Aunque, sí hay alguna evidencia de cambios climáticos regionales durante el período de tiempo del evento de Laschamps -la última excursión geomagnética- al analizar los núcleos de hielo de la Antártida y Groenlandia no muestran ningún cambio importante.

Principios físicos que demuestran ningún vínculo entre la magnetósfera y el cambio climático

Si bien existen corrientes electromagnéticas dentro de la atmósfera superior de la Tierra, la energía que impulsa el sistema climático en esta zona es, en promedio, una pequeña fracción de la toda la energía que impulsa el sistema climático en la superficie.

Los cambios en la polaridad del campo magnético de la Tierra no impactarían el clima por una razón fundamental: el aire no es ferroso.

No obstante, podríamos hablar del hierro que circula por la atmósfera producto de las erupciones volcánicas o por el que provoca las actividades humanas, siendo una fuente de contaminación del aire en algunas áreas urbanas, per no es un componente significativo de nuestra atmósfera y no se conoce ningún mecanismo físico capaz de conectar las condiciones climáticas en la superficie de la Tierra con las corrientes electromagnéticas en el espacio.

Por otro lado, las tormentas solares y sus interacciones electromagnéticas solo impactan en la ionósfera de la Tierra, que se extiende desde la mesósfera hasta el espacio, no teniendo impacto alguno en la troposfera o en la estratosfera inferior, donde se origina el clima de la superficie de la Tierra.

Y, ¿Cuál es el rol del campo magnético?

Nuestro planeta está rodeado por un gran campo magnético llamado Magnetósfera, quien actúa como un escudo que protege a la atmósfera de la radiación, del viento solar y cualquier partícula de alta energía procedente del Sol.

Las fuerzas que generan este campo magnético cambian constantemente y con ello, los polos magnéticos de la Tierra también varían paulatinamente de ubicación, incluso llegando a invertirse cada 300.000 años aproximadamente.

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Debido a estas variaciones, han aparecido algunas teorías que afirman que la magnetósfera contribuye al calentamiento global pudiendo causar un cambio climático catastrófico. Sin embargo, el mundo científico no avala esta conjetura.

Entonces, cuando hablamos de cambio climático, científicamente no se debe relacionar con las variaciones en el campo magnético de la Tierra, por lo que no debería ser motivo de preocupación si lo comparamos con la enorme cantidad de toneladas de gases con efecto invernadero que emitimos como consecuencia de nuestras propias actividades.