La Niña "triple" presenta más dudas que certezas para el clima extremo

Lo que vivimos este año solo se ha registrado dos veces desde 1950. Expertos han puesto en la mesa varias cartas a considerar para los modelos climáticos globales, que son una herramienta esencial para la sociedad.

anomalías de temperatura del agua del mar
Las anomalías de temperatura en el Pacífico ecuatorial se mantiene configurando una condición de La Niña, que se extendería, extraordinariamente, por tercer año consecutivo. Imagen: OSPO/NOAA.

El actual evento de La Niña, que se extendería hasta el año 2023 de acuerdo a los recientes pronósticos, ha contribuido a las inundaciones en el este de Australia; como si fuera poco ha exacerbado las sequías en Estados Unidos y el este de África. Un artículo publicado en la revista Nature nos habla más al respecto.

La ocurrencia de dos inviernos consecutivos acompañados de La Niña en el hemisferio norte es común. Pero tres seguidos es relativamente extraño. Una triple "La Niña", que se prolongue por tres años contiguos, ha ocurrido sólo dos veces desde el año 1950.

De acuerdo a la Organización Meteorológica Mundial, la probabilidad de que el actual episodio de La Niña se mantenga hasta más allá de mediados del 2022 oscila entre el 50 % y 60 %.

Para que comprendamos mejor lo que ocurre, La Niña y El Niño son fases de la interacción entre el océano y la atmósfera llamado El Niño Oscilación Sur (ENOS) que ocurren cada dos a siete años, con períodos neutrales intermedios. Durante los eventos de El Niño, los vientos habituales del Océano Pacífico, que "soplan" de este a oeste a lo largo del Ecuador (en torno a los 0° latitud) se debilitan o se invierten. Esto genera que el agua cálida fluya hacia el sector este del Océano Pacífico, aumentando la cantidad de lluvia en la región.

Durante un evento de La Niña, esos vientos se fortalecen, provocando que el agua cálida se desplace hacia el sector oeste del Océano Pacífico. Por lo cual, el clima se pronostica más frío y seco.

¿Qué podría ocurrir con más eventos de La Niña?

Aumentarían las posibilidades de inundaciones en el sureste de Asia; incrementaría el riesgo de sequías e incendios forestales en el suroeste de Estados Unidos; además, crearía un patrón diferente de huracanes, ciclones y monzones en los océanos Pacífico y Atlántico. Como consecuencia, veríamos cambios a escala regional.

Expertos concuerdan que se requiere integrar más variables a los modelos climáticos para comprender la dinámica que se está gestando entre el océano y la atmósfera.

La Niña actual comenzó alrededor de septiembre de 2020. Su intensidad ha sido leve a moderada la mayor parte de este período de tiempo. Sin embargo, a partir de abril 2022 se intensificó, provocando una ola de frío sobre el Océano Pacífico ecuatorial (sector este) que no se había registrado desde 1950.

Huracán, NASA
La modificación en los patrones de huracanes y monzones traería consigo una mayor dificultad para pronosticar su trayectoria e intensidad.

Considerando el reciente pronóstico de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), la probabilidad que La Niña persista hasta el trimiestre junio, julio y agosto de 2022, bordea el 70%. Michelle L´Heureux, científica física del Centro de Predicción Climática (CPC) de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) menciona que "La Niña prolongada actual, a diferencia de las anteriores "triples", no se ha producido después de un evento fuerte de El Niño". La misma Michelle se pregunta "¿dónde está la dinámica para esto?".

De este artículo se desprenden dos preguntas ¿el cambio climático está alterando el fenómeno ENSO? ¿Las condiciones de La Niña serán más comunes en el futuro? En general, los modelos del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) indican una proyección hacia estados más parecidos a El Niño, a medida que el calentamiento global modifica la temperatura de los océanos.

Para algunos expertos el registro es escaso si se quiere dar una respuesta concreta. En otra vereda, apuntan a que los modelos están muy sesgados y que se debe considerar lo que está ocurriendo en otros lugares del planeta. Lo cierto es que quedan variables por integrar en los modelos climáticos. Es probable que lo cualitativo deba ser visto de una manera cuantitativa para otorgar mejores pronósticos meteorológicos a la sociedad que sirvan como herramientas de gestión ante eventos extremos.