¿Qué está cayendo del cielo? Así se forman las distintas precipitaciones del invierno

Cuando el cielo se cubre de nubes en invierno, no siempre sabemos qué esperar. ¿Caerán suaves copos de nieve? ¿O una lluvia traicionera que se convierte en hielo al tocar el suelo? El invierno tiene muchas formas de precipitaciones.

Cada copo de nieve es único, un experimento realizado por Wilson Bentley fotografiando mas de 5000 copos y notas que ninguno se repetia. Aunque los cristales siguen una forma básica de seis lados, las condiciones durante su formación hacen que cada uno desarrolle detalles irrepetibles.

El invierno esconde un universo de fenómenos en lo alto del cielo. Lo que para nosotros es simplemente "algo que cae", para la atmósfera es un proceso lleno de matices. Y todo depende de una sola cosa: la temperatura. No solo la que sentimos en la cara, sino la que está arriba, entre las nubes y el suelo.

Así es como nacen las diferentes formas de precipitación que pueden sorprendernos en un día frío. Acompáñanos en este recorrido por cinco formas en que el agua decide visitarnos cuando hace frío.

El rol de la temperatura

En la capa más baja de la atmósfera (la troposfera) ocurren procesos fundamentales para el clima: se forman las nubes, se transporta la humedad y se generan las precipitaciones. Todo comienza en la superficie, donde el calor del sol calienta el suelo. Esa energía se transfiere hacia arriba, calentando el aire cercano y permitiendo que el vapor de agua ascienda y forme nubes.

La precipitación no se define en las nubes ni en el suelo, sino en el viaje que el agua hace entre ambos.

Sin embargo, hay una regla de oro: cuanto más subimos, más baja es la temperatura. En promedio, la atmósfera se enfría unos 6,5 °C por cada kilómetro de altura. Y es justamente ese cambio de temperatura con la altura lo que determina cómo se comporta el agua que cae desde una nube.

Tipos de precipitaciones invernales

Comencemos por la clásica… la lluvia. Este tipo de precipitación se caracteriza por ser líquida de principio a fin. Ocurre cuando las temperaturas son positivas (mayores a 0 °C) en toda la columna de aire, desde la nube hasta el suelo. Las gotas se forman arriba y descienden sin congelarse, tal como las conocemos.

Pasamos ahora a la nieve, sólida de principio a fin. Si toda la columna de aire presenta temperaturas bajo 0 °C, los cristales de hielo que se generan en las nubes se mantienen intactos mientras caen. El resultado: copos blancos que transforman el paisaje en una postal invernal.

Pero no todo es tan blanco o tan líquido.
Hay veces en que la atmósfera no se decide del todo, y el resultado es algo más confuso.

Aquí comienza lo más complejo. La aguanieve es una mezcla de lluvia y nieve. En la nube se forman copos, pero al descender atraviesan una capa de aire más cálido, que derrite algunos de ellos. Luego, al continuar bajando, algunos trozos pueden volver a encontrarse con aire frío. Así, a la superficie llegan una mezcla de agua líquida y pequeños cristales de nieve.

Según cómo cambia la temperatura entre la nube y el suelo, el agua puede llegar como lluvia, nieve, aguanieve o lluvia helada. Esta imagen del SMN argentino lo explica de forma clara.

La lluvia helada (o lluvia engelante) es una de las formas más peligrosas de precipitación. En este caso, el agua cae como lluvia sobreenfriada, es decir, líquida, pero a temperaturas bajo cero, porque atraviesa una masa de aire cálido antes de encontrar aire frío cerca del suelo. Al tocar la superficie, se solidifica al instante formando una capa de hielo transparente que puede cubrir calles, árboles y tendidos eléctricos.

Finalmente, el graupel (a veces llamado "nieve granulada") se forma cuando los copos atraviesan una zona de aire cálido que los derrite parcialmente. Luego, al continuar su caída a través del aire frío, las gotas vuelven a congelarse, pero esta vez en forma de pequeñas bolitas de hielo blando y opaco. Es menos duro que el granizo, pero más sólido que la nieve: una versión intermedia del viaje del agua.

¿Por qué es importante conocer esto?

Conocer cómo se forman los distintos tipos de precipitación no es solo una curiosidad meteorológica. Ayuda a entender por qué a veces el pronóstico dice “lluvia”, pero vemos copos de nieve, o por qué ciertas condiciones pueden ser peligrosas para conducir o caminar. Además, nos conecta con la ciencia que ocurre justo sobre nuestras cabezas todos los días.

Así que la próxima vez que veas caer algo del cielo en invierno, pregúntate: ¿qué temperatura hay allá arriba?