Radiación ultravioleta: un enemigo invisible

El sol es muy benéfico para nuestro planeta, plantas, animales y personas, pero también puede generar un gran daño si no nos cuidamos de forma adecuada de los efectos de una parte de la radiación que emite.

madre colocando protector solar a hija
Días más calurosos y menos nubes en el cielo nos hacen redoblar los cuidados por la radiación ultravioleta.

Sin el sol, nuestro planeta no sería lo que es. Su radiación hace que la superficie del planeta se caliente, se produzca evaporación en los océanos. Sin el sol entregándonos luz, o si estuviésemos muy lejos o cerca de él, la vida en la Tierra tal ni existiría.

La atmósfera, esa capa de gases que engloba el planeta que contiene el oxígeno que respiramos, también tiene varios otros gases, entre ellos el ozono, que nos protege de un tipo muy específico de radiación proveniente del sol: la radiación ultravioleta.

La radiación que emite el sol y llega a nuestro planeta la podemos dividir en tres segmentos: infrarroja (IR), visible y ultravioleta (UV). La parte visible de la radiación solar se divide en todos los colores que podemos ver; la radiación IR es responsable por el movimiento vibratorio de partículas, o sea, de elevar la temperatura. Ya la radiación UV es la parte de radiación solar que nos causa problemas a la salud.

Efectos de la radiación solar ultravioleta en una mujer
Los efectos en la piel de la radiación UV se van acumulando por toda nuestra vida.

Si bien recibir radiación UV es esencial para la producción de vitamina D (que ayuda a mantener nuestros huesos fuertes), la exposición excesiva a este tipo de radiación está vinculado al envejecimiento prematuro de la piel, quemaduras, cataratas, e incluso, a diferentes tipos de cáncer de piel.

La radiación UV, por su vez, se divide en UVC (la más peligrosa para las persona, pero es completamente absorvida por la capa de ozono), la radiación UVB (responsable por las quemaduras solares, alteración del sistema inmunológico de la piel, daño al ADN de las células de la piel y las cataratas) y la radiación UVA alcanza capas más profundas de la piel, aumentando los efectos dañinos de la radiación UVB.

Cómo nos protegemos

Con la llegada de la primavera los días se hacen más largos, los sistemas de tiempo atmosféricos quedan confinados a las regiones más al sur del país, por lo que en gran parte del norte y centro hay mayor frecuencia de cielos despejados, o con muy pocas nubes, a lo largo del día.

La principal forma de evitar problemas a la piel y ojos, es reduciendo la exposición entre las 10:00 h y 16:00 h, que es cuando mayor es la incidencia de radiación solar; utilizando ropa que cubra la mayor superficie posible del cuerpo; haciendo uso de lentes de sol (privilegiando en lo posible aquellos con protección UV); haciendo uso de protector solar, de acuerdo a los índices de radiación y tipo de piel; prefiriendo lugares con sombra.

A pesar de que en el verano es cuando más debemos resguardarnos de la radiación UV, ella nos acompaña a lo largo de todo el año, incluso si estamos a la sombra. La radiación solar es reflejada por algunas superficies, y en el invierno, aún cuando el período de insolación es menor y ángulo de inclinación de los rayos solares es mayor, es muy importante mantener la rutina de protección para evitar daños crónicos en la piel.