2019: Año récord en la reducción del agujero de ozono

Apuntado por las agencias NOAA y NASA, el agujero de ozono en el hemisferio sur tuvo una gran reducción de tamaño. A pesar de no ser algo inusual, es si muy alentador considerando los procesos que vivimos actualmente a nivel mundial.

Planeta visto desde el espacio
La capa de ozono nos protege de la radiación ultravioleta dañina proveniente del sol.

El ozono es un compuesto químico que está presente en la atmósfera de nuestro planeta en muy pequeñas cantidades. Aún así, la fina capa de ozono estratosférico tiene un papel primordial para la manutención de la vida en el planeta: nos protege de los dañinos rayos ultravioletas. La exposición a altos niveles de este tipo de radiación proveniente del sol puede provocar daño en plantas, diminuir el sistema inmunológico de las personas, causar cataratas y es considerada como uno de los principales factores para el desarrollo de cáncer de piel.

El agujero de ozono es dinámico. Su tamaño cambia a lo largo del año, ocurriendo su máxima extensión entre finales de septiembre y comienzos de octubre de cada año. La gran área de disminución de este elemento atmosférico acostumbra llegar a una superficie máxima de 20 millones de kilómetros cuadrados en esa época del año, pero esta temporada alcanzó su máxima extensión a comienzos de septiembre con un área de poco más de 16 millones de kilómetros cuadrados. Para comienzos de octubre, ya había experimentado una inusual reducción de más de 6 millones de kilómetros cuadrados.

La disminución en las concentraciones del ozono en la estratósfera fue identificada en la década del 70, y desde entonces se han estudiado las variaciones que este compuesto atmosférico ha experimentado en la atmósfera. Con la utilización de satélites para estimar la columna total de ozono ya confirmaban en 1985 que el agujero de ozono tenía una escala continental. Desde esa fecha hasta ahora, científicos han observado por lo menos 3 eventos en que el agujero de ozono no presenta este aumento esperado para finales del invierno-comienzo de primavera del hemisferio sur: en el año de 1988, 2002 y este último de 2019.

El inusual comportamiento del ozono está asociado a un calentamiento anormal de la estratósfera sobre la región antártica que ocurrió en el mes de septiembre. Este año, la temperatura en esta región fue 16 ºC más alta que lo normal registrado para esa época, lo que provocó una disminución de la formación de nubes sobre el polo a grandes altitudes, factor importante que interviene en los procesos de destrucción de ozono. Además, el vórtice polar -región de bajas presiones asociada a la corriente en chorro polar- antártico debilitado permitió que concentraciones de ozono más elevadas fuesen transportadas hacia el polo sur desde regiones más al norte, haciendo con el que ozono aumentara sobre el área de mínimas concentraciones sobre la Antártica.

Ozono bueno, ozono malo

El ozono y oxígeno en la naturaleza están en equilibrio. La radiación solar destruye el ozono (O3) formando oxígeno atómico (O) y molecular (O2). Estos dos tipos de oxígeno vuelven a juntarse rápidamente en la atmósfera formando otra vez el ozono. Pero dependiendo de donde se encuentre en nuestra extensa atmósfera, el ozono puede ser considerado como un villano o superhéroe. La capa de ozono que se ubica entre 20 y 30 km de altura en la atmósfera juega un papel esencial en la protección contra parte de la radiación solar dañina que llega a nuestro planeta.

Cuando el ozono se encuentra mucho más cerca de la superficie, abajo de 10 km de altura, lleva el nombre de ozono troposférico. Aquí, el ozono es considerado un contaminante de carácter secundario - que no es emitido directamente a la atmósfera por una fuente. Las reacciones de equilibrio del ozono-oxígeno son alteradas por las concentraciones de los óxidos de nitrógeno y compuestos orgánicos volátiles emitidos por diversas fuentes, por ejemplo el uso de combustibles fósiles, produciendo aumento, principalmente en las ciudades.

El ozono troposférico es un contaminante altamente oxidante e irritante. Trabajos científicos han vinculado la exposición de las personas a este contaminante con el aumento de enfermedades cardiopulmonares y al déficit de fotosíntesis, crecimiento y daño celular en plantas.

El Protocolo de Montreal, firmado a finales de la década de los 80, ha ayudado de gran forma a la recuperación de la capa de ozono. Estamos viendo hoy que los esfuerzos por reducir la emisión de compuestos a la atmósfera que consumen el ozono está dando resultados y que las expectativas de recuperar la capa de ozono hacia el 2070 pueden ser viables.