Revelan cómo la soledad se retroalimenta para hacernos más solitarios

El cerebro de las personas sociables funciona de manera muy parecida. Pero la mente de los que llevan una vida más solitaria está llena de particularidades que los hace individuos únicos… y cada vez más solos.

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El cerebro de las personas solitarias es diferente al de otras personas solitarias

En la Tierra somos 8.000 millones de habitantes, pero la sensación de estar aislados del resto es cada vez más común. La soledad es un sentimiento universal que afecta a muchas personas en diferentes momentos de sus vidas. Sin embargo, un nuevo estudio realizado por investigadores de psicología de la USC Dornsife revela que, cuando se trata de que sus cerebros procesen información, las personas que no se sienten solas son todas iguales, pero cada persona solitaria procesa el mundo a su manera propia e idiosincrásica.

El estudio, publicado en Psychological Science, analizó a 66 estudiantes universitarios de primer año utilizando resonancia magnética funcional (fMRI) mientras veían una serie de videoclips. Los participantes también completaron una encuesta que medía sus sentimientos de soledad y aislamiento social.

El análisis de las imágenes cerebrales mostró diferencias significativas en los patrones de procesamiento cerebral entre los participantes solitarios y los que no se sentían solos. Las personas solitarias exhibieron patrones de procesamiento cerebral más idiosincrásicos y diferentes en comparación con las personas que no experimentaban soledad.

Este hallazgo sugiere que la similitud neuronal, es decir, lo similares que son los patrones de actividad cerebral entre diferentes individuos, está vinculada a una comprensión compartida del mundo y la capacidad de establecer conexiones sociales. Las personas solitarias, al tener patrones de procesamiento cerebral más disímiles, pueden encontrar más dificultades para establecer estas conexiones y sentirse comprendidas.

Los resultados sugieren que las personas solitarias procesan el mundo de una manera diferente a aquellos que no se sienten así, y esto puede contribuir a ampliar la sensación de que no son comprendidos por el resto de personas.

El investigador Elisa Baek, profesora asistente de psicología en USC Dornsife, señaló que las personas solitarias también eran menos similares entre sí, lo que implica que experimentan la soledad de manera personal y única. Esto hace que sea aún más difícil para ellas encontrar puntos en común con otras personas, ya sean solitarias o no.

Además, el estudio encontró que el procesamiento único en personas solitarias no depende de la cantidad de amigos o conexiones sociales que tengan. Incluso aquellos con un alto nivel de soledad pero con muchas conexiones sociales mostraron respuestas cerebrales particulares. Esto sugiere que estar rodeado de personas con diferentes formas de procesar el mundo puede ser un factor de riesgo para la soledad, incluso si se tiene una vida social activa.

El estudio también plantea la posibilidad de que las conexiones o desconexiones sociales fluctuantes a lo largo del tiempo puedan influir en la forma en que un individuo procesa el mundo. Es un área que los investigadores están interesados en explorar en futuras investigaciones.

Una cuestión de salud

La soledad puede tener efectos perjudiciales en nuestra salud y bienestar. Numerosos estudios anteriores ya demostraron que las personas solitarias tienen un sistema inmunológico más débil, son más propensas a enfermedades infecciosas y pueden experimentar una presión arterial más alta. Además, llevar una vida solitaria se ha asociado con un aumento de hasta el 30% en el riesgo de muerte prematura, y estudios recientes sugieren que el aislamiento y la soledad pueden aumentar hasta un 20% el riesgo cardiovascular.

Y no solo afecta nuestra salud física, sino que también va de la mano con sentimientos de no ser comprendidos por los demás. Estos sentimientos autoinformados de falta de comprensión pueden generar un profundo malestar emocional en las personas solitarias.

Este estudio proporciona una nueva perspectiva sobre la soledad y destaca la importancia de comprender cómo los patrones de procesamiento cerebral pueden influir en la experiencia personal de cada uno. Al comprender mejor estas diferencias, se pueden desarrollar intervenciones más efectivas para abordar la soledad y promover la conexión social para mejorar nuestra calidad de vida.