Sal, microbios y algoritmos: la apuesta chilena contra los plásticos de un solo uso

Una nueva herramienta digital permite optimizar bacterias capaces de fabricar plásticos biodegradables, reduciendo costos y acelerando el camino hacia una bioindustria más limpia.

Bioplásticos
Frente a la crisis de contaminación por plásticos, un equipo de investigación en Chile encontró un aliado inesperado en una bacteria que vive en ambientes salinos extremos.

El plástico no desaparece. Se fragmenta, se entierra, flota en el mar o entra en nuestra cadena alimentaria convertido en microplásticos.

Frente a esta crisis global, un equipo de investigación en Chile apostó por una solución poco convencional: utilizar bacterias para producir bioplásticos biodegradables.

En los laboratorios de la Universidad Católica, esta microbio "todo terreno" se ha convertido en la gran esperanza para reemplazar los plásticos que ahogan el planeta.

Una crisis que nos rebalsa

Los plásticos de un solo uso están por todas partes. En las costas, en los estómagos de aves marinas, en las napas subterráneas y hasta en la leche materna.

Cada año se producen más de 400 millones de toneladas de plástico, y según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), menos del 10% se recicla.

La urgencia de encontrar materiales alternativos, biodegradables y sostenibles ha impulsado investigaciones en todo el mundo. En Chile, un grupo de investigación decidió mirar más allá de lo evidente.

Exploraron el potencial de una bacteria que vive en condiciones salinas extremas y que, con los nutrientes adecuados, puede generar un bioplástico llamado PHB (polihidroxibutirato), capaz de degradarse de forma natural en semanas.

La bacteria y el modelo: alianza entre biología y simulación

Diseñar un sistema eficiente para que una bacteria produzca bioplástico no es tan simple como dejarla crecer. Hay que elegir el mejor “menú” de nutrientes, controlar las condiciones del entorno y entender cada paso de su metabolismo.

Para eso, el equipo liderado por Camila Orellana y Pedro Saa desarrolló HaloGEM, una herramienta computacional que actúa como un mapa interactivo del metabolismo de la bacteria Halomonas campaniensis.

Gracias a este programa es posible predecir qué combinaciones de nutrientes (como glucosa o residuos agrícolas) y qué condiciones ambientales permiten a la bacteria producir más PHB y crecer más rápido.

En lugar de probar una por una las condiciones en laboratorio, se realizan miles de simulaciones en el computador.

Este enfoque permitió aumentar en un 54% la biomasa de la bacteria y en un 153% la producción del bioplástico PHB, en comparación con los cultivos estándar.

Ciencia local para un futuro sostenible

Uno de los puntos más interesantes del proyecto es su potencial de economía circular.

Aunque en los ensayos se usó glucosa como fuente de carbono, el equipo ya explora alternativas como desechos agroindustriales, residuos de alimentos o aguas servidas tratadas. El proceso es simple en su lógica pero sofisticado en su ejecución.

Según explican en una publicación de ING Divulga, la bacteria consume los residuos, convierte parte de ellos en PHB y lo almacena dentro de su célula.

Luego, este biopolímero puede ser extraído y moldeado para fabricar envases, bolsas u otros productos con un ciclo de vida mucho más amigable para el planeta.

Producción de plásticos
Aunque este tipo de producción aún es más costosa que los plásticos derivados del petróleo, herramientas como HaloGEM permiten optimizar procesos y reducir costos.

Investigaciones como esta abren la puerta a un modelo distinto, uno donde los residuos se transforman en materia prima, donde las bacterias hacen el “trabajo sucio” y donde la innovación surge desde el sur global.

Detrás de cada bolsa de plástico que usamos y desechamos hay una cadena de decisiones. Algunas contaminan. Otras, como esta, apuestan por regenerar.

Quizá la revolución del plástico no venga de una gran industria, sino de un laboratorio universitario, una bacteria resistente y una computadora que aprendió a leer su lenguaje.

Referencias de la noticia

- Camila Orellana y Pedro Saa. (2025). Bioplástico producido por bacterias: un modelo genético para hacerlo más competitivo. Publicado en ING divulga.

- Naciones Unidas. (2019). Compromiso mundial para reducir los plásticos de un solo uso. Publicado en la sección de noticias de la ONU.