Biochar al rescate: el “carbón vegetal” que puede reducir hasta un 50 % las emisiones de metano en el compostaje chileno

Un nuevo estudio internacional revela que el biochar mejora la calidad del compost, acelera su maduración y reduce hasta un 50 % las emisiones de metano. Chile podría aprovecharlo para impulsar prácticas agrícolas más limpias y circulares.

Biochar.
Montones de biochar listos para ser incorporados al compostaje agrícola. Este material, obtenido a partir de residuos vegetales, mejora la estructura del suelo y reduce las emisiones contaminantes durante el proceso de descomposición.

En un mundo que exige “menos gases de efecto invernadero y más soluciones locales”, emerge una herramienta simple pero poderosa: el biochar.

Este “supercarbón vegetal” —obtenido de residuos agrícolas— está mostrando que puede transformar lo que sería un simple montón de residuos orgánicos en una solución climatológica, y además, en un fertilizante de calidad para nuestros suelos.

Y sí: Chile también puede subirse a este tren. Desde la zona norte hasta la Patagonia, la práctica del compostaje recibe un refuerzo que promete abaratar emisiones, acelerar la maduración del compost y al mismo tiempo cerrar el ciclo de residuos agrícolas… y urbanos.

¿Qué es el biochar y por qué le importa a Chile?

El biochar se produce calentando residuos vegetales (como paja o cáscaras) a altas temperaturas en ausencia de oxígeno (proceso de pirólisis). El resultado es un material negro, poroso, rico en carbono. Este no es un invento de laboratorio: agricultores indígenas del Amazonas lo usaban hace siglos para mejorar suelos pobres.

Hoy, los investigadores lo están estudiando como enmienda del compostaje porque tiene propiedades que parecen “sub-cargar” el proceso: mayor aireación, más control de bacterias anaerobias (que generan metano) y mejor retención de nutrientes. Esto es clave si se busca que los residuos orgánicos tengan un destino útil y no terminen generando emisiones, el biochar aparece como opción de impacto local.

Compostaje más limpio y rápido

Según un estudio reciente, añadir biochar al compostaje redujo radicalmente las emisiones de metano (CH₄) y óxidos de nitrógeno (N₂O) al tiempo que aceleró la maduración del producto final. Por ejemplo, en experimentos internacionales se registraron reducciones de metano de hasta 58 % o más.

Además, se observó que el índice de germinación del compost mejoró, lo que indica que el producto final es más estable y nutritivo para el suelo. Esto significa: menos olor, menor riesgo de emisión de gases de efecto invernadero, y un compost que está listo antes para su uso agrícola o en huertos urbanos.

¿Cómo funciona el “efecto biochar”?

El secreto del biochar está en su estructura porosa, una red microscópica que cumple múltiples funciones dentro del proceso de compostaje. Su diseño natural permite que el aire circule con mayor facilidad, favoreciendo la presencia de bacterias aeróbicas, responsables de descomponer los residuos sin generar tanto metano, uno de los gases de efecto invernadero más potentes.

Además, el biochar actúa como una esponja química: sus poros son capaces de adsorber y retener compuestos nitrogenados que, en condiciones normales, se liberarían al ambiente en forma de gases tóxicos como el amoníaco o los óxidos de nitrógeno. De este modo, el compost no solo contamina menos, sino que conserva mejor sus nutrientes.

Biochar.
La textura porosa del biochar, permite retener nutrientes, mejorar la aireación del compost y reducir las emisiones de gases durante el proceso de descomposición.

Por último, este material crea un ambiente ideal para el desarrollo de microorganismos beneficiosos, que aceleran la descomposición de la materia orgánica y reducen el tiempo necesario para que el compost alcance su madurez.

¿Y en Chile, cómo aplicarlo? Aunque muchos estudios provienen de Asia o Norteamérica, la tecnología se puede adaptar a nuestras condiciones. Algunas recomendaciones:

  • Utilizar residuos agrícolas disponibles en Chile (paja, cáscaras, etc.) para producir el biochar.
  • Tener en cuenta una pirólisis adecuada (alta temperatura, ausencia de oxígeno) para obtener biochar de calidad.
  • Mezclar el biochar en torno al 10-15 % del volumen del montón de compostaje, mantener humedad adecuada (~50-60 %) y asegurar aireación.
  • Vigilar que el producto final tenga buen índice de germinación y baja relación C/N para comprobar que el compost está bien maduro.

Estas buenas prácticas permitirían que el sistema se implemente tanto en pequeñas huertas urbanas, en ciudades como Santiago o en diferentes centros de compostaje regionales.

¿Por qué importan estas reducciones de gases?

Metano y óxidos de nitrógeno son gases de efecto invernadero mucho más potentes que el CO₂ a corto plazo. Al reducirlos en el compostaje, no solo estamos mejorando la gestión local de residuos, sino contribuyendo al desafío global del cambio climático.

Para Chile, que busca avanzar hacia una economía circular y fortalecimiento del agro sustentable, incorporar el biochar en los procesos de compostaje es un paso concreto y replicable.

Imagina que el biochar es el “baterista invisible” que le da ritmo al compostaje, haciendo que todo marche más rápido, suene más limpio y se prepare para la gran “jam session” del suelo fértil. ¿Te sumas?