El árbol frutal ideal para jardines pequeños en Chile: ocupa poco espacio y se cosecha en otoño
Pequeño, resistente y muy productivo, este árbol es una joya poco conocida que entrega sabrosos frutos en pleno otoño. Ideal para patios, jardines y huertos urbanos.

Cuando se busca plantar un árbol frutal en espacios reducidos, las opciones parecen limitadas. Muchos requieren años para producir o demandan cuidados exigentes. Sin embargo, hay especies que desafían esta lógica: compactas, resistentes y generosas. Una de ellas es la feijoa, también conocida como guayabo del Brasil, un árbol que cada vez gana más adeptos en los jardines del centro-sur de Chile.
Este frutal de hoja perenne no solo ocupa poco espacio, sino que también soporta heladas, sequías moderadas y suelos variados. Además, su fruto madura en otoño, justo cuando la mayoría de los árboles ya han terminado su ciclo productivo. Por su rusticidad y facilidad de cultivo, se perfila como una excelente opción para quienes quieren tener fruta fresca sin disponer de grandes superficies.
El frutal discreto que sorprende en otoño
La feijoa (Acca sellowiana) pertenece a la misma familia del guayabo común, aunque se adapta mucho mejor a climas templados y frescos. Originaria de regiones altas del sur de Brasil, Uruguay y norte de Argentina, esta especie ha encontrado en el centro-sur de Chile un entorno ideal para desarrollarse.
Puede alcanzar entre 2 y 4 metros de altura, con un crecimiento compacto y una forma redondeada que lo hace fácil de integrar en patios pequeños, bordes de jardín o incluso en grandes maceteros.

Lo más llamativo de la feijoa es que florece en primavera con pétalos comestibles de color blanco y rosa, y da sus frutos entre abril y mayo. Las frutas son ovaladas, de piel verde, con un aroma intenso y una pulpa dulce y ácida que recuerda al ananá, la guayaba y la menta, todo al mismo tiempo. Se consumen frescas, en jugos, mermeladas o fermentadas como bebida.
Ventajas de la feijoa para espacios reducidos
A diferencia de otros árboles frutales, la feijoa no requiere poda constante para mantenerse en un tamaño manejable. Su crecimiento natural es ordenado, y rara vez supera los 4 metros de altura. Además, puede plantarse a poca distancia de muros o cercos, ya que sus raíces no son agresivas ni invasivas.

Su follaje denso y brillante no solo es decorativo, sino que también entrega sombra suave durante todo el año, sin generar una caída excesiva de hojas en otoño. Por eso, se adapta bien tanto a jardines como a terrazas amplias donde se cultive en maceta. Otra ventaja es que no necesita de otro ejemplar cercano para dar frutos, ya que muchas variedades son autofértiles, aunque se potencia la producción si se plantan dos o más.
Clima y suelo ideales en Chile
La feijoa se desarrolla muy bien en las regiones del centro y centro-sur de Chile, desde la Región Metropolitana hasta el Biobío. Prefiere climas templados con veranos no excesivamente calurosos e inviernos con algunas heladas, que tolera sin problemas. En zonas demasiado cálidas y secas, como el norte chico, puede crecer, pero su floración y producción pueden verse afectadas si no se le da suficiente riego.

En cuanto al suelo, se adapta bien a distintos tipos, desde franco-arenosos hasta arcillosos, siempre que tengan buen drenaje. Tolera cierta acidez y también suelos pobres, aunque como todo frutal, mejora su rendimiento si se le aporta compost o abonos orgánicos. También responde bien al riego moderado y constante en verano, aunque es capaz de sobrevivir a periodos breves de sequía.
Cuidados básicos para una buena cosecha
Una vez establecido, el guayabo del Brasil requiere muy poco mantenimiento. Durante el primer año, es importante regar con regularidad para que forme un buen sistema de raíces. Después, puede mantenerse con riegos profundos cada 10 a 15 días, dependiendo del clima y el tipo de suelo.
La poda no es esencial, pero ayuda a mejorar la forma del árbol y facilitar la cosecha. Se puede realizar a fines del invierno, retirando ramas secas o cruzadas. Aunque es resistente a plagas, conviene vigilar posibles ataques de cochinillas o mosquita blanca, especialmente si está cerca de otros frutales.
Si se quiere asegurar una buena producción, se recomienda fertilizar a inicios de primavera con compost maduro o algún abono equilibrado. La floración ocurre entre octubre y diciembre, y los frutos comienzan a madurar entre abril y mayo, desprendiéndose fácilmente del árbol al estar listos.