El método más fácil para germinar semillas pese al frío: camas calientes paso a paso
Adelanta tus cultivos aunque haga frío: las camas calientes permiten germinar semillas y criar almácigos fuertes, incluso en las zonas más australes de Chile.

En el sur de Chile, las bajas temperaturas suelen retrasar la siembra y el desarrollo de los almácigos. El frío del suelo dificulta que las semillas germinen de manera uniforme y rápida, obligando a muchos huerteros a esperar semanas para iniciar la temporada. Sin embargo, existen métodos simples para anticiparse y aprovechar mejor el tiempo disponible antes de la primavera.
Las camas calientes son una técnica tradicional que permite crear un ambiente cálido para las semillas usando la descomposición natural de materiales orgánicos. Con un poco de planificación, es posible prepararlas en casa y obtener plántulas fuertes listas para trasplantar en cuanto el clima mejore.
¿Qué es una cama caliente y cómo funciona?
Una cama caliente es un bancal o cajón con varias capas de materiales orgánicos que, al descomponerse, generan calor. Este calor eleva la temperatura del sustrato donde se colocan las semillas, acelerando la germinación y el crecimiento inicial de las plántulas.

El principio es sencillo: al mezclar estiércol fresco con restos vegetales y cubrirlos con una capa de tierra, los microorganismos comienzan a trabajar, liberando calor durante varias semanas. Encima se ubican bandejas o almácigos, aprovechando esa fuente de calor natural.
Ventajas de usar camas calientes para almácigos
Las camas calientes no solo ayudan a ganar tiempo en la temporada de siembra, sino que permiten germinar especies que necesitan temperaturas mínimas más altas para desarrollarse.
Sin la ayuda de calor adicional, estas hortalizas suelen tardar mucho en brotar o ni siquiera germinan en climas fríos.
Con la cama caliente, en cambio, es posible obtener plántulas vigorosas y listas para trasplantar mucho antes. Además, esta técnica aprovecha materiales comunes del huerto, como estiércol y paja, lo que la hace económica y sustentable, sin necesidad de sistemas de calefacción artificial.
Materiales básicos y preparación paso a paso
Para construir una cama caliente no se necesitan materiales sofisticados: basta con elementos que suelen encontrarse en cualquier huerto.
Lo importante es crear una base orgánica que genere calor al descomponerse, y luego cubrirla con sustrato donde crecerán las semillas.

Materiales necesarios:
- Un cajón de madera, bancal o estructura que pueda contener las capas.
- Estiércol fresco (de caballo, oveja o vacuno).
- Paja o restos vegetales secos.
- Tierra o sustrato para almácigos.
- Plástico transparente, manta térmica u otro tipo de cubierta para conservar calor, y proteger del viento.
Paso a paso:
- Preparar la base: en el cajón o bancal, colocar una capa gruesa de estiércol mezclado con paja (unos 30 a 40 cm).
- Compactar ligeramente para favorecer la fermentación.
- Cubrir con tierra fértil o sustrato, de 15 a 20 cm de espesor.
- Esperar 2 a 3 días para que comience la generación de calor.
- Colocar las bandejas o semillas directamente, manteniendo la humedad pero evitando el exceso de agua.
- Opcionalmente, cubrir con un plástico transparente para proteger del viento y retener calor.
Con esta preparación simple, en pocos días tendrás una fuente de calor constante que ayudará a tus semillas a germinar antes de tiempo.
Recomendaciones para un buen resultado
Aunque las camas calientes son fáciles de manejar, requieren ciertos cuidados para que funcionen correctamente. Es clave controlar la temperatura, especialmente los primeros días, ya que un calor excesivo puede dañar las semillas.
También es fundamental mantener la humedad adecuada, evitando que la cama se seque o se encharque. En días muy fríos o lluviosos conviene proteger la estructura con plástico o vidrio para conservar el calor generado. Finalmente, es mejor ubicarla en un lugar resguardado de lluvias directas y viento fuerte, para evitar que la cama pierda calor rápidamente.