Tareas del huerto en septiembre en Chile: preparación, abonado y cuidados clave de primavera
Septiembre es un mes de transición en los huertos chilenos: toca preparar la tierra, enriquecer el sustrato y ajustar los riegos para asegurar un arranque exitoso de primavera.

Con septiembre, los huertos en Chile se despiertan tras el invierno. El aumento de las temperaturas y las horas de luz marcan el inicio de un ciclo productivo que requiere organización y cuidados puntuales.
Más allá de las siembras propias de la temporada, este mes resulta decisivo para poner a punto el suelo, fortalecer las plantas que ya están en crecimiento y planificar las cosechas que llegarán en los próximos meses.
Preparación del suelo: la base de todo huerto
Antes de sembrar o trasplantar, el suelo debe recibir la atención necesaria. Un mullido ligero con azadón ayuda a airear la tierra y eliminar restos de cultivos anteriores. Es buen momento para incorporar compost o estiércol bien descompuesto, enriqueciendo el sustrato con materia orgánica que mejorará su estructura y retención de nutrientes.

En suelos más arcillosos, conviene mezclar arena o perlita para evitar encharcamientos, mientras que en suelos pobres se recomienda añadir humus de lombriz para potenciar la actividad biológica. Este trabajo de base es crucial para asegurar raíces fuertes y plantas sanas durante la primavera.
Abonado estratégico: dar el impulso justo
Septiembre es el momento ideal para reforzar el suelo con nutrientes. Las hortalizas de hoja, como lechugas y acelgas, agradecerán abonos ricos en nitrógeno; mientras que los cultivos de fruto, como tomates y zapallos, se beneficiarán de enmiendas con mayor presencia de fósforo y potasio.

El uso de abonos orgánicos, como té de compost, guano o purines vegetales, no solo entrega nutrientes, sino que también estimula la vida microbiana del suelo, mejorando su salud a largo plazo. Es importante aplicar las dosis de manera uniforme y sin excesos, evitando quemar las raíces o provocar desequilibrios nutricionales.
Riegos ajustados al clima de primavera
Con la llegada de días más cálidos, la demanda de agua comienza a aumentar. El riego debe adaptarse a la mayor evaporación, procurando mantener la humedad sin caer en excesos que favorezcan hongos.

La frecuencia dependerá del clima de cada zona: mientras en el norte puede ser necesaria la irrigación diaria, en el sur todavía se aprovechan las lluvias. El riego por goteo o con manguera de exudación resulta muy eficiente en este periodo, al entregar agua directamente a la raíz y evitar pérdidas por evaporación. Además, aplicar mulch o acolchado alrededor de las plantas ayuda a conservar la humedad y controlar la aparición de malezas.
Control de malezas y planificación de cultivos
En septiembre, las malezas crecen con rapidez gracias a la combinación de luz y humedad. Deshierbar de forma regular evita que compitan por nutrientes y agua con los cultivos.
Se puede optar por retirar manualmente las hierbas, usar acolchados o incluso aprovechar algunas como forraje o para preparar compost. Este también es un buen momento para planificar asociaciones de cultivos y rotaciones que reduzcan plagas y mejoren la productividad del huerto. Integrar aromáticas como albahaca, eneldo o cilantro no solo aporta diversidad, sino que también favorece la protección natural frente a insectos.