El 'agujero' en el Atlántico que desafía al cambio climático

Es sabido que calentamiento global no afecta por igual a todas las zonas de la Tierra. Hay regiones que destacan por el calor preocupante, como el observado en el Ártico, y otros por el frío anómalo, como un agujero que se viene observando en el Atlántico Norte. ¿Por qué se ha formado?

Cold blob
Frente a las anomalías positivas, un 'agujero' en medio del Atlántico Norte no deja de enfriarse (imagen: IPCC vía Paul Keil).

En medio del calentamiento generalizado, que se manifiesta en los mapas de temperaturas con colores naranjas y rojos cada vez más intensos, hay una zona del Atlántico Norte que parece estar absorbiendo el poco aire frío anómalo que queda en el planeta. El ‘agujero’ o ‘cold blob’ (o gota fría) en el último siglo ha ido presentando valores cada vez más bajos, siendo esa anomalía ya de -0,9 ºC respecto a los niveles preindustriales. Esto contrasta, casi de forma proporcional, con el incremento de la temperatura en el mundo que desde el siglo XIX ya llega a 1 ºC.

Este ‘agujero’ viene siendo estudiado desde hace años y casi todas las investigaciones convergen en una misma causa: la desaceleración de la corriente oceánica del Atlántico Norte (AMOC, en sus siglas en inglés). Ahora, un nuevo estudio publicado en Nature Climate Change sugiere que están involucrados otros factores, entre los que destacan los cambios en la circulación oceánica de latitudes altas y la mayor nubosidad observada justo sobre el ‘sumidero’.

Mientras la Tierra se calienta a pasos agigantados, el agujero del Atlántico Norte en el último siglo se ha enfriado 0,9 ºC.

La AMOC forma parte de la red de patrones globales de circulación oceánica que produce intercambios de calor en todo el mundo. Esta corriente se alimenta del enfriamiento y hundimiento del agua salada en las latitudes más altas del Atlántico Norte, un proceso que viene debilitándose al menos desde mediados del siglo XX.

En las últimas décadas el agua dulce procedente del deshielo de Groenlandia y del aumento de las lluvias en la región está dificultando este flujo que, tras transcurrir por los trópicos, lleva hasta Europa agua templada. El debilitamiento ha desencadenado un descenso de temperaturas en el Atlántico Norte que logra compensar el calentamiento global. Además, el enfriamiento de la parcela oceánica está generando más nubes de nivel bajo que reflejan la radiación solar, lo que aumenta aún más las anomalías de la superficie.

El Ártico y la Antártida 'sumideros' de calor

El Ártico va a todo vapor en sentido contrario al agujero del Atlántico Norte, que no deja de representar un área relativamente pequeña. Los últimos cuatro años (2016-2019) han traído las temperaturas anuales más altas jamás registradas en la zona ártica, cuya tasa de calentamiento duplica la observada en el resto del planeta. En Siberia el pasado mes de mayo fue insólito al mostrar temperaturas hasta 10 ºC más altas de lo habitual en promedio. Estas no hicieron más que reafirmar la tendencia observada en invierno y primavera, con temperaturas cada vez más anómalamente altas.

Un estudio reciente demuestra que el Polo Sur se está calentando tres veces más rápido que el resto del planeta.

La Tierra se está calentando pero no de manera uniforme. Mientras unas pocas zonas se mantienen invariables o incluso se enfrían -cada vez son menos-, otras muestran una escalada de temperaturas sorprendente. Hasta hace poco se creía que la Antártida estaba entre las primeras, pero recientemente un estudio de la Universidad Victoria de Wellington ha refutado esta teoría. Los datos parecen demostrar que el Polo Sur se está calentando a una velocidad de unos 0,6 ºC por década, en comparación con los 0,2 ºC del resto del planeta. Podría quitar al Ártico el papel de antagonista principal frente a la ‘cold blob’.