El invierno 2025 bajó el ritmo: menos lluvias que en los inviernos pasados
Los auspiciosos años 2023 y 2024 hacían pensar que la megasequía se había terminado en la zona central. Pero 2025 no parece haber seguido la misma tendencia durante el invierno.

La zona central del país, largamente afectada por la sequía, tuvo un respiro durante los últimos dos inviernos. Los años 2023 y 2024 fueron una pausa en la megasequía y terminaron con valores normales a lluviosos de precipitación, en gran medida gracias a un invierno por encima del promedio climatológico. ¿Fue el invierno de 2025 igual de beneficioso?
2025 no siguió la tendencia de 2024
A diferencia del invierno 2024, que sorprendió con abundantes lluvias en la zona central, el invierno de 2025 no siguió la misma tendencia. Si tomamos como referencia la estación meteorológica de Santiago, se observa con claridad que este año hubo un retroceso en cuanto a las precipitaciones acumuladas.
Cabe recordar que el invierno de 2024 fue el más lluvioso desde el inicio de la megasequía, marcando un hito tras más de una década de déficit hídrico. Incluso el invierno de 2023 —aunque menos extremo— logró superar el promedio de lluvias, un comportamiento poco frecuente en los años secos que caracterizan al periodo 2010–2022.
En cambio, el invierno 2025 terminó con lluvias por debajo del promedio climático 1991–2020, lo que rompe con la racha positiva de los dos años anteriores. No obstante, los registros no fueron tan bajos como en los peores años de la megasequía, por lo que se podría decir que estuvo ligeramente por encima del promedio seco de ese periodo.
Este nuevo déficit ayuda a explicar por qué muchas estaciones meteorológicas de la zona central muestran anomalías negativas de precipitación al 30 de septiembre. Mientras en 2024 muchas de estas estaciones registraban superávit a la misma fecha, hoy la situación es distinta: la lluvia volvió a escasear, y con ello también resurgen las preocupaciones por la disponibilidad hídrica hacia el verano.
La evolución de las precipitaciones durante 2025 no estuvo tan lejos de la climatología durante el invierno, pero careció de los megaeventos que sí hubo durante 2024 y que ayudaron a que ese año terminara por encima de lo normal.
Pero como hemos visto en muchas ocasiones anteriores, son los eventos intensos los que marcan la diferencia. En ese sentido, tanto 2024 como 2023 tuvieron estos eventos intensos durante el invierno; lo que, por un lado, genera problemas producto de lo fuerte de las lluvias, pero permite mayores acumulaciones.
El panorama de gran escala
La ausencia de eventos intensos de precipitación pudo estar relacionada con las forzantes de gran escala, que siempre relacionamos con la precipitación en Chile centro-sur: El Niño (ENSO), la Oscilación Madden-Julian (MJO) y, en menor medida, la Oscilación Antártica (AAO).
En cuanto a ENSO, 2025 tuvo un invierno neutral, lo que sabemos no inclina la balanza hacia ningún extremo. En 2024, el invierno también fue neutral, pero con anomalías cálidas en el Pacífico ecuatorial debido al evento El Niño, que terminó justo antes de comenzar el invierno. Ese año hubo anomalías negativas en el Pacífico ecuatorial, mientras que en 2023, el invierno fue El Niño. Ambos años predecesores de 2025 tuvieron esa ventaja.

Con respecto a la MJO, hubo dos momentos durante el invierno de 2025 en que la MJO estuvo en las fases favorables para la precipitación. Esto no fue muy distinto en los años anteriores.
La que parece ser más notoriamente distinta es la AAO. Durante 2025 esporádicamente se inclinó hacia la fase negativa (generalmente favorable para las precipitaciones, especialmente en el centro-sur), cosa que fue mucho más frecuente en 2023 y 2024.
Entonces, al menos de manera preliminar, el invierno de 2025 fue menos favorable para las lluvias que los años anteriores, dado que no hubo un evento El Niño, la MJO no tuvo demasiados episodios favorables y la AAO se mantuvo mayoritariamente positiva.