Olas de calor extremas: estamos peor que ayer, pero mejor que mañana

Gran parte del hemisferio norte es un hervidero con temperaturas superiores a 40 °C a la sombra en vastos sectores. Y eso que aún no llega oficialmente el verano. ¿Por qué estos eventos severos son cada vez más frecuentes y prolongados?

Ola de calor
Ya hasta parece que dejaron de ser anormales las temperaturas por sobre los 40 ºC. Más una vez, las olas de calor se toman el hemisferio norte ¡y aún el verano no comenzó!

¡Inferno en la tierra! Si antes las temperaturas superiores a 40 °C eran la excepción, hoy, son la regla en gran parte del hemisferio norte cuando se manifiestan las olas de calor.

Esta semana las han padecido en amplios sectores de Estados Unidos, Europa, la península Arábica y el sur de Asia con registros puntuales que, incluso, han superado 50 °C a la sombra. Y, lo más desalentador de todo, aún en primavera.

Las olas de calor extremas son una más de las manifestaciones del cambio climático acelerado debido a las actividades de los seres humanos. Esto no significa que no hayan existido antes, sino que se hacen más recurrentes, intensas y prolongadas con el correr de los años.

Además, ya no sólo se están presentado durante los veranos, su temporada habitual, sino que también en el resto de las estaciones. Ese es el punto, ya que la incertidumbre afecta la salud de los seres vivos y, por ejemplo, la agricultura por lo que la generación de alimentos se hace cada vez más dificultosa.

Las intensas y extensas olas de calor llevan la firma del cambio climático provocado por el ser humano”, sostienen desde Naciones Unidas (ONU) en una realidad que golpea cada vez con mayor fuerza a miles de millones de personas.

El año de 2021 se ubicó en la sexta posición de los años más cálidos a nivel global, de la era industrial.

Y eso que el promedio de la temperatura sobre la superficie de la Tierra ha subido “sólo” 1,1 °C con respecto a la era preindustrial. ¿Se imaginan lo que será cuando esta media llegue a 3 °C en la segunda mitad del presente siglo? No habrá que imaginarlo, ya que muchos de quienes leen este artículo lo vivirán en carne propia.

Peor que ayer, pero mejor que mañana

“Las olas de calor mortales van a ser un problema mucho mayor en las próximas décadas. Serán cada vez más frecuentes y ocurrirán en una mayor parte del planeta debido al cambio climático”, detalla un estudio publicado en Nature Climate Change.

Según el análisis, al año 2100, “tres de cada cuatro personas podrían estar sujetas a por lo menos 20 días de calor y humedad al año asociados con olas de calor mortales eso si es que las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) continúan aumentando a sus ritmos actuales”

CO2 y aumento de temperatura
Si la tendencia de aumento de los gases de efecto invernadero continúa ganando velocidad, será muy difícil revertir el calentamiento global extremo del planeta.

"Sobre las olas de calor, nuestras opciones ahora están entre malas y terribles. Nuestra actitud hacia el medio ambiente ha sido tan imprudente que nos estamos quedando sin buenas opciones para el futuro", sostuvo Camilo Mora, académico de la Universidad de Hawái y autor principal del estudio.

¿Por qué son más extremas en el hemisferio norte?

Ya sean las olas de calor o de frío, por lo general, ambas son mucho más extremas en el hemisferio norte que en el sur. ¿Por qué? Debido, entre otros varios factores por supuesto, a que en esa mitad del planeta hay una mayor cantidad de tierra elevada. Y eso, ¿qué? Que la tierra se enfría y se calienta mucho más rápido que el agua, en este caso, que el océano, lo cual ayuda a extremar los cambios de temperatura.

Mientras, en el hemisferio sur es lo contrario. En esta mitad del planeta hay más agua (océano) que tierra elevada en la superficie. Y, el agua, al ser un termorregulador natural modera las temperaturas a este lado del globo.

De la tierra elevada en la superficie del planeta, el 67,3% está en el hemisferio norte y el 32,7%, en el sur.

Ahora si tomamos cada mitad del globo por separado sabremos que en la tierra elevada cubre el 39% de la superficie del hemisferio norte (el resto es agua), mientras que esa cifra se reduce al 19% en el hemisferio sur dejando el porcentaje restante al agua.

Por lo mismo los eventos extremos que ocurren en la mitad norte del mundo no son replicables en la parte sur, ya que las condiciones de termorregulación son diferentes.