¿Se acabó la megasequía? Una mirada al estado actual de la crisis hídrica en Chile
Desde 2010, la megasequía ha marcado el clima de Chile central. Aunque en los últimos años las lluvias han dado un respiro, el déficit hídrico persiste al analizar periodos más largos. ¿Estamos realmente saliendo de este fenómeno extremo?

Aproximadamente desde el año 2010, Chile centro-sur comenzó a experimentar un periodo anómalamente seco. Una sequía que se ha extendido por más de una década y que ha afectado, de una u otra manera, a casi todo el territorio nacional. Por su intensidad, duración y extensión extremas, se le denominó megasequía.
Dentro de la megasequía, ha habido años extremadamente secos en Chile central, como 2019 o 2021, pero también otros con precipitaciones cercanas a lo normal, como 2017. En este contexto, los años 2023 y 2024, que fueron normales a lluviosos, plantean una pregunta inevitable: ¿estamos ante el fin de la megasequía?
Si bien esa respuesta quizás no la tenemos todavía, y habrá que esperar a lo que ocurra en 2025 y los años seguideros, sí podemos hacer una pequeña revisión de lo que ha pasado con la megasequía en los últimos años en Chile central, de cara al comienzo de la temporada lluviosa
Una pequeña pausa en la sequía
Como dijimos anteriormente, los años 2023 y 2024 fueron un alivio en términos de precipitaciones en Chile central. El año 2024, por ejemplo, terminó con un superávit de aproximadamente 100 mm en Santiago —algo que no ocurría desde el año 2005, hace 20 años.
Algunos años emblemáticamente secos fueron los años 2019 y 2021, en que el déficit fue de casi 200 mm en el periodo lluvioso abril-septiembre. Considerando que en Santiago llueven aproximadamente 300 mm al año, es un déficit enorme.
Pero este tipo de años extremos ya había ocurrido antes, como en 1999, 1968 o 1924. La gran diferencia de hoy es que, esos eventos no se dieron en el contexto de un prolongado periodo de sequía.

Una de las características más relevantes de la megasequía es su prolongada duración. Para 2021, implicaba un déficit promedio de 100 mm de precipitación en promedio de 10 años, algo sin precedentes en el registro histórico de Santiago. Además, no solo destaca por su sequía extrema, sino también por las altas temperaturas que la han acompañado.
Durante la megasequía, la amplitud térmica media ha aumentado de forma significativa. En promedio, los días han sido más cálidos y las noches más frías, especialmente entre abril y septiembre. Este patrón podría estar asociado a una mayor frecuencia de cielos despejados durante este periodo.
El estado “actual” de la sequía
Para evaluar el estado actual de la sequía, lo primero es definir qué entendemos por “actual”. Existen diversos índices que permiten medir su gravedad, algunos de los cuales incorporan no solo las precipitaciones, sino también variables como la temperatura. Sin embargo, un aspecto clave es el periodo de tiempo que se elige para realizar esta evaluación.
Por ejemplo, el índice de sequía que se muestra en la siguiente figura, se puede calcular usando diferentes ventanas o periodos. Si se consideran los últimos 3 meses, la sequía se ve moderada en la zona central; sin embargo, es un periodo en que típicamente hay escasas precipitaciones en Chile central y probablemente el índice esté dominado por la temperatura. Algo similar ocurre con el índice a 6 meses.

Si observamos un período de 12 meses, podría parecer que la sequía ha desaparecido, ya que incluye los meses lluviosos de 2024. Sin embargo, al centrarse únicamente en esta ventana temporal, se corre el riesgo de ignorar el contexto de largo plazo que caracteriza a la megasequía.
Al analizar el índice en un plazo de 48 meses, la sequía vuelve a evidenciarse con una intensidad moderada. Aunque los años 2023 y 2024 han atenuado parcialmente su gravedad, no han sido suficientes para eliminarla por completo. Si este análisis se extendiera a plazos aún mayores, la señal de la megasequía sería aún más marcada. A largo plazo, la megasequía continúa vigente.