Emergencia hídrica en Chile: ¿cuál es la diferencia entre el “bombardeo” y la “siembra” de nubes?

En la Región de Coquimbo pretender estimular artificialmente la nubosidad para conseguir precipitaciones este invierno. Esto requiere la presencia de nubes “de lluvia”, no sirve cualquiera. Otra cosa es tratar de generar nubosidad.

nubes vistas desde lo alto
Bombardear o sembrar nubes

La Región de Coquimbo padece una profunda crisis hídrica que se arrastra por años, aunque, esta vez, puede alcanzar ribetes aún más dramáticos si se comparan con los ya vividos. Tanto así que a la falta de agua para la pequeña y mediana agricultura-ganadería, a la sequía que aflige a miles de familias de zonas rurales, esta vez, se pueden sumar grandes ciudades a la lista de víctimas de este flagelo.

De hecho, la autoridad decretó como Zona de Riesgo Sanitario a la Región de Coquimbo ante las implicancias que puede tener esta falta del vital elemento. Las provincias más urgidas ante este escenario son Elqui y Limarí, cuyas reservas de aguas están prácticamente agotadas.

Tanto así que a la fecha (10 de abril de 2024) sus embalses están casi secos. Por ejemplo, Puclaro, la principal reserva artificial para la conurbación La Serena-Coquimbo, cuenta con sólo un 4% de su capacidad. La Paloma, la represa más grande de Chile, tiene apenas 1% poniendo en riesgo el suministro para Ovalle.

Y aunque este segundo fin de semana de abril aparece la probabilidad de chubascos en sectores del norte chico, esto no acabará con la escasez hídrica impulsada por la falta de precipitaciones y la sobreexplotación del elemento dado el marco regulatorio del país.

Bombardeo de nubes

Frente a este escenario crítico, la Junta de Vigilancia de Río Elqui junto a la Corporación para el Desarrollo y la Integración Paso Agua Negra (Corpan) pretenden concretar un plan de piloto de estimulación o bombardeo de nubes durante este invierno (junio, julio y agosto).

¿De qué se trata? Desde el siglo pasado, el ser humano ha tratado de crear diversos métodos para generar precipitaciones, entre todos, uno de los más utilizados es la estimulación con yoduro de plata.

Este es un compuesto químico que tiene una estructura cristalina, parecida al hielo, que al dispersarse dentro de la nubosidad aumenta los núcleos de condensación en los cuales se adosan las gotas de agua ya sea en estado líquido o sólido.

Al tener más gotas de agua, mayor densidad, sube la probabilidad que estas precipiten. Para esto se utiliza un avión equipado desde el que se dispersa el yoduro de plata.

Los meteorólogos anticipan el momento oportuno para su ejecución, porque, un detalle, para bombardear o estimular la nubosidad se requieren, precisamente, nubes. Esta técnica no las crea, o sea, si no hay nubes de lluvias, como los nimbostratos o cumulonimbos, no sirve de nada. No siembra nubosidad, esa es otra historia, sino que estimula la que está presente. Y tiene que ser nubosidad de lluvia, por ejemplo, la camanchaca no sirve.

Siembra de nubes

Mientras la siembra de nubes “consiste básicamente en inyectar en la atmósfera, partículas micrométricas, tradicionalmente yoduro de plata. Estos aerosoles actúan como núcleos de condensación que permiten a la humedad condensarse y formar una gota. Las nubes son en último término una colección de muchas gotas. Existen dos elementos clave para la formación de nubes: humedad y núcleos de condensación”, detalla Raúl Cordero, climatólogo de la Universidad de Santiago y líder del grupo científico @Antarcticacl.

Avión volando en un cielo despejado
Los cielos despejados pueden contener o no humedad. Para que se formen nubes, además de la humedad atmosférica, se necesitan núcleos de condensación.

La siembra de nubes, inyectando partículas a la atmósfera, supone que no hay nubes debido a la falta de núcleos de condensación. “En ambientes prístinos, donde no hay partículas en la atmósfera, a veces a las nubes les cuesta formarse. Sin embargo, no basta la existencia de núcleos de condensación. El otro elemento clave para la formación de nubes es la humedad; sin ella no sirve de nada inyectar partículas a la atmósfera”, detalla el experto.

Y agrega que, en este caso, “no hay evidencia clara que la inyección de aerosoles a la atmósfera mejore significativamente las precipitaciones. Mucho menos que sirva para revertir una sequía meteorológica. Las sequías, en general, implican la falta de humedad de la atmósfera, así que de nada sirve en esa situación inyectar aerosoles. Si no hay humedad que se condense formando gotas, no hay manera de formar una nube”.

La técnica de siembra de nubes se ha estado aplicando como medida desesperada frente a las sequías desde hace décadas. Nunca han logrado resultados significativos y es muy poco probable que ayude a revertir una sequía.