Incendios, abejas y refugios: la estrategia que ayuda a los polinizadores a volver después del fuego

Un estudio en Australia instaló mil “hoteles” para abejas nativas en zonas quemadas y reveló que pueden ser una herramienta fundamental para su repoblación.

Abeja australiana en refugio.
Los hoteles para abejas han servido durante mucho tiempo como lugares seguros para ciertos polinizadores y a menudo se colocan en jardines o patios traseros. Créditos imagen: Universidad del Sur de Queensland.

Después del rugido del fuego, cuando el humo se disipa y el bosque queda en silencio, comienza otra batalla menos visible: la de los polinizadores por sobrevivir.

En Australia, donde los incendios forestales del 2019-2020 arrasaron más de 10 millones de hectáreas, no solo los árboles fueron víctimas del desastre. Las abejas nativas, esenciales para mantener en pie los ecosistemas, quedaron sin su hogar ni alimento.

En respuesta a esta emergencia silenciosa, la Universidad del Sur de Queensland realizó un experimento inédito. Instalaron “hoteles” para abejas —estructuras de madera y bambú con pequeños orificios— en zonas afectadas por los incendios.

¿El objetivo? Ofrecer refugio y permitir que estas polinizadoras retomen su labor fundamental en la regeneración del ecosistema.

Dormir bajo las estrellas… o en un tubo de bambú

Los hoteles para abejas no son construcciones lujosas, pero sí funcionales. Los bloques de madera con agujeros y tubos de bambú imitan los refugios naturales que estas abejas buscan desesperadamente.

Durante el estudio, instalaron mil hoteles en bosques de Jarrah, al suroeste de Australia, zonas ricas en biodiversidad y arrasadas por el fuego.

El resultado fue prometedor: cada uno de estos refugios fue ocupado por al menos una abeja nativa durante el periodo de monitoreo.

En total, y como muestran los resultados publicados en la revista Insects, se registraron más de 800 nidos activos, con especies como Megachile erythropyga y Hylaeus utilizando los espacios disponibles para anidar y comenzar una nueva generación.

Además, en sitios con hoteles instalados, la presencia de abejas forrajeando fue hasta 25 veces mayor que en sitios control sin hoteles.

La sombra de la abeja melífera

A medida que las abejas nativas volvían, un viejo conflicto resurgía: la competencia con las abejas de miel (Apis mellifera), especie introducida y famosa por su voracidad floral.

El estudio mostró que en zonas con alta presencia de abejas melíferas, las nativas tenían menos actividad y ocupaban menos nidos.

“Este tipo de competencia puede ser devastador en ambientes donde los recursos son escasos, como ocurre después de un incendio”

Kit Prendergast, autora del estudio e investigadora de la Universidad del Sur de Queensland.

Por eso, una de las recomendaciones más importantes del estudio es limitar la apicultura comercial en zonas recién quemadas, para dar espacio a las especies locales que aún intentan recuperar terreno.

El zumbido como señal de resiliencia

¿Por qué importa tanto este estudio? Porque demuestra que para la recuperación de un ecosistema no basta con plantar árboles, también es necesario restaurar las redes invisibles que lo mantienen vivo.

Sin abejas, muchas plantas no logran reproducirse. Y sin flores, no hay bosque que renazca.

Al respecto, Kit Prendergast, autora del estudio remarca en un comunicado de la institución que, aunque se ha prestado mucha atención a la recuperación de la flora tras los incendios forestales, prácticamente no se ha invertido en la recuperación de los polinizadores de la flora, que son vitales para la restauración de las plantas con flores y la sostenibilidad de las poblaciones vegetales.

Hotel de abejas
Este estudio demuestra que con creatividad, ciencia aplicada y bajo costo, es posible ayudar a restaurar el equilibrio natural tras la catástrofe.

La FAO ya ha advertido sobre la amenaza global al colapso de los polinizadores silvestres, y este experimento ofrece una solución sencilla, barata y replicable. Basta un poco de bambú, madera sin tratar y conocimiento local para empezar a reconstruir desde abajo.

El sonido de una abeja no siempre se escucha, pero su ausencia se nota. Allí donde las llamas arrasaron todo, los “hoteles” para abejas están devolviendo el zumbido a los bosques.

En ese pequeño gesto —un refugio cavado a mano en medio de la ceniza— se esconde una lección más grande: a veces, las especies que no vemos son las que hacen florecer el mundo.

Fuentes y referencias de la noticia:

- Prendergast, K.S.; Wilson, R.S. (2025). Bee Hotels as a Tool for Post-Fire Recovery of Cavity-Nesting Native Bees. Insects.

- Griffith Thomas. (2025). Making a beeline: Bee hotels give native pollinators a post-bushfire fighting chance, world-first trial reveals. Publicado en la sección de noticias de la Universidad del Sur de Queensland.