La climatología que explica la temporada de tornados en Chile
Aunque los tornados son infrecuentes en Chile, en los últimos años han aparecido de forma puntual y con impactos significativos. Su presencia genera dudas sobre qué tan habituales son las condiciones atmosféricas que permiten su formación y bajo qué escenarios pueden desarrollarse.

Durante los últimos años, tornados puntuales, pero intensos, han sorprendido a varias ciudades del centro-sur del país. A pesar de su rareza, estos fenómenos no surgen al azar: dependen de una combinación muy específica de condiciones atmosféricas.
Para que un tornado se forme, no basta con una nube de tormenta fuerte: se requiere una combinación muy específica de factores. Los más importantes son la alta inestabilidad atmosférica, medida mediante índices como el CAPE (energía disponible para la convección).
Fuerte cizalle del viento o cambios en la velocidad y dirección del viento con la altura, que permiten que una corriente giratoria se organice. Humedad suficiente en los niveles bajos para que las nubes convectivas puedan formarse.
Aunque estos ingredientes existen en varios lugares del país, su intensidad y el momento del año, varían de manera marcada entre el centro-sur y la zona austral. Esa variabilidad es la que determina dónde y cuándo se presentan las condiciones más favorables para los tornados.
Un peak muy acotado: la temporada de tornados en Chile
En el centro-sur de Chile, aproximadamente entre las regiones de Valparaíso y de Los Lagos, a fines de otoño, la atmósfera entra en una fase especial donde aumentan las condiciones para generar tormentas, lo bastante intensas como para producir tornados, volviendo estos escenarios más probables que en otras épocas del año.
Durante esta temporada se observa un aumento brusco del cizalle del viento en los primeros kilómetros, reforzado por un chorro de barrera del norte en la ladera andina, junto con un incremento del viento zonal en altura. Este patrón se combina con una inestabilidad atmosférica suficiente, generada no por el calentamiento en superficie, sino por un enfriamiento marcado en niveles medios y altos, mientras el océano mantiene temperaturas relativamente altas.
A este escenario se suma una humedad relativa elevada en la capa baja, producto del enfriamiento del aire en los primeros mil metros y de la persistencia de aire marítimo templado. La interacción de todos estos factores favorece condiciones propicias para el desarrollo de nubosidad y fenómenos convectivos, incluso sin la presencia de calor significativo en superficie.
Esta mezcla potencia parámetros como la helicidad relativa a la tormenta (SRH) y el Vorticity Generation Parameter (VGP), ambos fuertemente asociados a la formación de supercélulas tornádicas. Lo notable es que el máximo de estos parámetros coincide exactamente con la primera quincena de junio, el mismo periodo en el que se han registrado alrededor del 40% de los tornados conocidos en la zona.
Como ya es conocido, la inestabilidad (medida mediante el CAPE) no alcanza valores extremos, pero eso no es necesario: la atmósfera se encuentra en un régimen de “bajo-CAPE / alto-shear”.
Una realidad invertida en la Patagonia
Más al sur, en la zona austral —desde Aysén hasta Magallanes—, la estacionalidad cambia por completo. Allí, los valores más altos de VGP y la humedad baja se observan durante el verano, mientras que la SRH se mantiene sorprendentemente alta durante todo el año.
Closeup video of the tornado that just hit Puerto Varas in Chile pic.twitter.com/NzODdWQ0G6
— Volcaholic (@volcaholic1) May 25, 2025
El mecanismo es distinto en la zona austral. El verano genera calentamiento intenso en superficie, sobre todo hacia el pie de monte, lo que provoca un aumento de la inestabilidad.
Por otra parte, el viento zonal en niveles medios y altos se intensifica en esta época debido al desplazamiento estival de la corriente en chorro hacia el sur, lo que aumenta el cizalle. Y por último, las temperaturas del mar se mantienen elevadas, aportando humedad específica suficiente para sostener humedad relativa alta en la capa inferior.
En este régimen, las condiciones propicias para tornados se asocian más con ambientes de alta inestabilidad combinada con cizalle profundo, muy distintos del patrón del centro-sur. Sin embargo, los escasos registros de tornados en la zona dificultan ligar estas condiciones climatológicas con eventos reales.