La Tierra fue una bola de nieve durante millones de años: hallazgos en la Antártida revelan cómo sobrevivió la vida

Un equipo de científicos descubrió evidencias en la Antártida que explican cómo la vida logró adaptarse cuando la Tierra estuvo completamente congelada. Estos hallazgos arrojan luz sobre uno de los capítulos más extremos de nuestro planeta.

Antártica.
Una poza antártica parcialmente congelada, donde tapetes de microalgas y cianobacterias sobreviven bajo el hielo, recordando cómo la vida resistió durante las eras más frías de la Tierra.

Desde los profundos hielos del continente blanco emerge un escenario inimaginable: pequeños estanques de deshielo que albergan vida microscópica digna de un documental de ciencia ficción.

Más allá de ser un desierto blanco, la plataforma de hielo McMurdo esconde oasis temporales que florecen cada verano austral. Estos charcos—poco más grandes que una piscina portátil—se cubren de algas y protistos, y hasta alojan diminutos animales como tardígrados. ¿El propósito? Revelar pistas sobre la llamada era de la “Tierra Bola de Nieve”, cuando hace millones de años el planeta pudo haber estado totalmente congelado.

La plataforma de hielo McMurdo, ubicada en el extremo sur del mar de Ross en la Antártida, es una enorme capa flotante de hielo que actúa como un escudo natural frente al calentamiento oceánico. Conecta glaciares y hielos terrestres, frenando su avance al mar y desempeñando un papel clave en la estabilidad del clima global.

Te invitamos a sumergirte en este curioso universo donde la Antártida se convierte en laboratorio vivo para entender cómo sobrevivió la vida en las glaciaciones más extremas.

Refugios antárticos: laboratorios del pasado

Imagina una poza del tamaño de tu living, cubierta por apenas unos centímetros de hielo. Bajo esa delgada capa transparente, emergen microalgas verdes y tapetes de cianobacterias que forman comunidades sorprendentemente vibrantes.

Un equipo del MIT, encabezado por Fátima Husain, estudió 16 de estos oasis de vida en la zona de McMurdo. Gracias a secuenciación genética y análisis de biomarcadores, lograron identificar un mosaico de especies tan diverso que cada poza funcionaba como un auténtico mini-bosque acuático único.

Mc Murdo, Antártica.
La estación McMurdo es una estación de investigación antártica estadounidense en el extremo sur de la isla Ross. Imagen 2014.

La salinidad y la química del agua varían ampliamente entre estas pozas, desde algunas casi dulces hasta otras con concentraciones de sal que rivalizan con el océano. Estas diferencias generan auténticos microclimas, donde ciertos organismos pueden prosperar mientras otros permanecen latentes.

En definitiva, cada poza actúa como un refugio único, permitiendo que formas de vida compleja encuentren un resquicio para resistir las duras condiciones del frío polar.

Biodiversidad helada: más allá de algas y protistos

No creas que todo queda en algas verdes: allí pululan diminutos nematodos y tardígrados, auténticos héroes de la resistencia extrema. Estos “ositos de agua” soportan temperaturas bajo cero y años sin alimento, despertando cuando el sol antártico regresa.

Además, la detección de esteroles—moléculas propias de células eucariotas—en sedimentos de estos estanques sugiere que organismos complejos dejaron huellas químicas que podrían perdurar millones de años.

La Antártida actual se convierte en un espejo de los paisajes glaciares del Criogénico, revelando cómo la vida extrema deja huellas químicas capaces de perdurar millones de años.

En laboratorio, al recrear procesos geológicos, los científicos transforman estos esteroles en fósiles moleculares comparables a los hallados en rocas antiguas. Así, la Antártida actual se convierte en espejo de los paisajes glaciares del Criogénico.

Claves para entender la Tierra Bola de Nieve

Durante las edades de hielo Sturtian y Marinoan, el hielo pudo cubrir todo el planeta, obligando a la vida a refugiarse en grietas, aberturas o cuerpos de agua supraglaciares.

Sin espacios libres de hielo, la fotosíntesis marina habría sido inviable. ¿Cómo, entonces, floreció la vida hasta dar paso a los primeros animales en el Ediacárico? La respuesta apunta a estas pozas o piscinas antárticas: auténticos “parques temáticos” para la biología criogénica.

La idea de una “bola de nieve dura”, donde el hielo fuera impenetrable, coexiste hoy con teorías de “bola de nieve blanda” o “derretida”, que contemplan capas de agua líquida bajo el hielo.

Los descubrimientos en McMurdo favorecen escenarios intermedios, con pozas abiertas alimentadas por el sol estival y sedimentos marinos que aportan nutrientes. Este balance permitió que organismos fotosintéticos mantuvieran el oxígeno y que la vida compleja no solo subsistiera, sino se diversificara. Los científicos continúan explorando estos oasis para mapear su biodiversidad y comprender mejor los límites de la vida.

Referencias de la noticia

-Universe Today. La Antártida es el lugar perfecto para estudiar la Tierra Bola de Nieve.

-F. Husain, J. Millar, A. Jungblut, I. Hawes, T. Evans, R. Summons. (2025). Biofirmas de vida eucariota diversa de un entorno análogo a la Tierra Bola de Nieve en la Antártida. Nature.