Origen y curiosidades del calendario: ¿fue siempre igual?

En vez de calendario, se debería hablar de calendarios. En la cultura occidental conocemos el que se ajusta a nuestro día a día y rayamos para recordar eventos imperdibles, pero no es el único. Aquí te contamos cuáles otros existen y algunos hechos curiosos que quizás no sabías.

calendario
El tiempo se organiza desde hace siglos en calendarios. ¿Desde cuándo se tienen registros de estos?

El calendario es una herramienta muy útil para el humano que busca racionalizar su entorno, sobre todo su valioso tiempo. Para representarlo, desde la antigüedad se asignó un sistema que divide el tiempo a lo largo de períodos prolongados, como días, meses o años, y organiza dichas divisiones en un orden definido, aclara Britannica.

Y es realmente importante conocer las fechas: la cronología de los eventos del pasado nos instruyen sobre las civilizaciones anteriores. Pero también sirve a cualquier sociedad que necesite medir períodos por razones agrícolas, comerciales u otras.

El calendario más antiguo

Su origen se remonta a unos 10.000 años, algo desconocido hasta hace poco, cuando se descubrió el calendario mesolítico más antiguo de la humanidad en Escocia. Los arqueólogos responsables comentan que el lugar donde fue hallado el monumento, Warren Field, sería dos veces más antiguo que el famoso Stonehenge. Se cree que las comunidades de cazadores-recolectores lo usaban como calendario estacional debido a que dependían de la caza de animales migratorios.

El calendario más antiguo data de 8.000 a.C. y consiste en 12 piedras que marcan la posición de la Luna en un año.

Indudablemente, las fases lunares y el ciclo solar influían en el calendario. La medición del tiempo comenzó siendo más imprecisa: la observación del cielo y las estrellas servían de guía, hasta que se tomaron de referencia la posición de los planetas y las fases de la Luna.

Origen milenario

Los calendarios lunisolares se rigen por la duración de un año solar y un mes lunar. Son estos los que usaban los sumerios y los babilonios hace 5.000 años. Sin embargo, hay otros sistemas de división del tiempo que no funcionaban de la misma forma. Por ejemplo, los mayas incluyen a Venus junto al Sol y la Luna en su calendario: basados en conocimientos astronómicos ancestrales, destacaron por tener un sistema que articula varios calendarios que miden períodos de diferentes duraciones.

El calendario maya se dividía en ciclos de 52 años: las fechas se calcularon desde el 3114 a.C. hasta el año 2012. Por eso se viralizó la creencia del fin del mundo en ese año.

Hace 3000 años surgieron los primeros calendarios solares a mano de los astrónomos egipcios, que descubrieron que un año tenía una duración de 365 días, a los que dividieron en 12 meses de 30 días (los 5 días restantes los dejaron como festivos). A partir del siglo VII a.C., los romanos se hicieron protagonistas de la división del tiempo.

Y por supuesto hay muchos más: el hebreo, el budista o el islámico son algunos de los más conocidos. El más famoso de la cultura oriental es, sin lugar a dudas, el calendario chino, puesto que asocia animales como atributos que definen el carácter de las personas según su fecha de nacimiento.

4 curiosidades sobre nuestro calendario

  • Se le llama así porque proviene de "calendas", palabra que empleaban los antiguos romanos para referirse al primer día del mes en el calendario romano.
  • En un principio, constaba de solo diez meses nombrados en honor a los dioses. Como Martius (marzo) que fue por Marte, padre de los fundadores de Roma.
  • Tiempo después fueron agregados otros dos meses, enero y febrero, por el segundo rey de Roma, Numa Pompilio, compensando así desfases entre fechas.
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  • Julio César fue uno de los emperadores que más cambios introdujo en el calendario. El calendario juliano, llamado así en su honor, fue el predominante en el mundo occidental hasta que "caducó" en 1582, cuando el papa Gregorio XIII proclamó el calendario gregoriano. Lo ajustó a 365 días, incluyendo celebraciones cristianas para terminar con el desfase que había con la Pascua. Y este es el que aún conservamos hasta el día de hoy.