Natural, elegante y duradera: la planta que redefine la decoración con flores secas
Su aspecto parece sacado de un diseño minimalista, pero es obra de la naturaleza. Una planta que florece en primavera y, sin marchitarse, se transforma en un adorno permanente.

La decoración con elementos naturales vive un renacimiento. En tiempos de interiores luminosos, materiales nobles y búsqueda de calma, las flores secas volvieron a ocupar un lugar de honor. No solo por su estética serena, sino porque aportan textura, duración y un vínculo real con el paso de las estaciones.
Entre las nuevas protagonistas de esta tendencia hay una planta singular, que florece con delicadeza en primavera y luego se convierte en una escultura translúcida, con frutos que parecen pequeñas monedas nacaradas. Su presencia es etérea, su forma moderna y su color invita a la calma. No necesita agua, ni cuidados, ni siquiera flores para seguir decorando. Es una de esas joyas botánicas que parecen creadas para unir el jardín y el diseño interior.
El encanto secreto de la Lunaria
Su nombre científico es Lunaria annua, aunque probablemente la conozcas por su apodo más poético: la “moneda del Papa”. Es una planta bienal de origen europeo que se adapta perfectamente al clima templado de Chile.

Durante la primavera, llena el jardín con pequeñas flores lilas o blancas, sencillas pero luminosas. Y cuando el verano termina, esas flores se transforman en sus famosos frutos redondos, finos y translúcidos, parecidos a pequeñas lunas o medallas de nácar.
Las paredes internas del fruto seco reflejan la luz y crean un efecto plateado que ilumina los espacios interiores sin esfuerzo. Lo mejor es que no hay que hacer nada para conservarlos: basta con cortar las ramas cuando empiecen a secarse y dejarlas reposar en un florero sin agua. Así, la planta pasa de ser un toque de color primaveral en el jardín a un elemento decorativo duradero dentro de casa.
Cómo integrarla en tu jardín (y luego en tu casa)
Aunque su aspecto parezca sofisticado, la Lunaria es sorprendentemente fácil de cultivar. Prefiere lugares soleados o con semisombra, suelos fértiles y bien drenados, y riegos moderados. Puede sembrarse en otoño o primavera temprana, pero se debe tener en cuenta que al ser bienal, florecerá al año siguiente.

Una vez establecida, se autosiembra sola, de modo que cada temporada renueva su ciclo sin necesidad de mucho esfuerzo.
Corta algunos tallos largos, cuélgalos boca abajo en un lugar seco y ventilado durante una o dos semanas, y luego colócalos en un florero o en una composición decorativa. Sus frutos secos pueden durar entre seis meses y dos años en perfectas condiciones, y si se rocían con una ligera capa de laca o fijador floral, conservarán su brillo por aún más tiempo.
Decoración natural con alma botánica
Pocas plantas ofrecen una transición tan perfecta entre el jardín y el interior. Las ramas secas de Lunaria encajan tanto en espacios modernos como rústicos. Su color nacarado armoniza con maderas claras, tonos neutros y ambientes luminosos, y su forma circular suaviza las líneas duras de la decoración contemporánea.

Combinadas con ramas de eucalipto, espigas o flores silvestres secas, las “monedas del Papa” aportan un aire natural y sofisticado, sin pretensión. En invierno, su brillo tenue sustituye al verdor estival y mantiene viva la conexión con el jardín. No es casual que se haya convertido en una favorita entre floristas y diseñadores de interiores: transmite serenidad, equilibrio y un sentido de continuidad, como si atrapara la luz de otra estación para compartirla todo el año.