Resistente, nutritiva y rendidora: así puedes cultivar acelga en casa y disfrutar de una huerta viva todo el año
Fácil de cuidar, adaptable y llena de nutrientes, la acelga se ha ganado un lugar en las huertas chilenas. Aprende cómo cultivarla en casa, mantenerla sana y disfrutar de sus hojas frescas todo el año.

Cultivar acelga en casa es una de esas decisiones que traen satisfacción casi inmediata. No solo por su sabor fresco y versatilidad en la cocina, sino porque es una planta amable, agradecida y resistente. Crece rápido, se adapta a distintos climas y regala hojas nuevas por meses, convirtiéndose en una de las estrellas de las huertas urbanas y familiares.
En Chile, la acelga es una de las verduras más populares, presente tanto en los patios rurales como en los balcones citadinos. Su facilidad de cultivo la hace ideal para principiantes que se inician en la jardinería o para quienes ya tienen experiencia y buscan una planta generosa, de esas que casi “se cuidan solas”.
Una hortaliza noble y llena de beneficios
La acelga (Beta vulgaris var. cicla) pertenece a la misma especie que la remolacha, pero a diferencia de ella, se cultiva por sus hojas grandes y pencas carnosas, que son las partes comestibles. Es una planta bianual de ciclo largo: en su primer año desarrolla hojas y tallos jugosos, y si no se cosecha, al segundo año florece y produce semillas.
Su alto contenido en hierro, calcio, magnesio, vitamina A y fibra la convierte en un alimento imprescindible para una dieta equilibrada. Además, aporta muy pocas calorías, lo que la hace perfecta para quienes buscan comer saludable sin complicaciones.
Pero su mayor encanto está en su capacidad de adaptación: crece bien tanto en macetas como en suelo directo, y puede resistir heladas suaves o temperaturas más frías, algo que no todas las hortalizas logran.
Cómo sembrar acelga en casa paso a paso
Si hay algo que caracteriza a la acelga, es su facilidad para germinar y crecer. Lo ideal es sembrarla directamente en la tierra o en macetas profundas, separando las líneas unos 30 centímetros entre sí y dejando 10 a 15 centímetros entre semillas.

Un detalle curioso: lo que llamamos “semilla” en realidad es un glomérulo, un pequeño racimo que contiene entre tres y cuatro semillas. Por eso, de una sola siembra suelen aparecer varias plántulas. Una vez que broten, conviene ralear (quitar) las más débiles para dejar espacio a las más fuertes.
En condiciones normales, la acelga tarda entre dos y cuatro meses en estar lista para su primera cosecha, y a partir de ahí se pueden ir cortando hojas durante varios meses más.
Luz, agua y suelo: las claves para que crezca sana y vigorosa
La acelga disfruta del sol directo, aunque también tolera la semisombra. Lo ideal es que reciba al menos cuatro a seis horas diarias de luz solar. Si la tienes en balcón o terraza, colócala en el punto más iluminado.
En cuanto al riego, necesita humedad constante sin encharcar. El truco es mantener la tierra húmeda “como una esponja exprimida”. Se recomienda regar por la mañana, ya que hacerlo de noche puede favorecer la aparición de hongos.

El suelo o sustrato debe ser ligero, con buen drenaje y rico en materia orgánica. Una mezcla casera perfecta incluye tierra de jardín, compost y un poco de arena. Si cultivas en maceta, incorpora fertilizante líquido cada 10 a 15 días a partir de la quinta semana para estimular el crecimiento.
Y si vas a sembrar en tierra, agrega compost antes de plantar. La acelga agradece los nutrientes naturales, y su crecimiento se notará en el tamaño y color de las hojas.
Cuándo y cómo cosechar
La acelga permite una cosecha prolongada y continua. Solo debes cortar las hojas externas, dejando intacto el centro de la planta para que siga brotando. Lo ideal es recolectarlas cuando midan unos 25 centímetros, ni muy jóvenes ni demasiado grandes.
Así, una sola planta puede darte producción por tres a cinco meses, especialmente si mantienes el riego y el abono adecuados. En regiones del centro y sur de Chile, incluso puede sobrevivir todo el invierno sin mayores cuidados.
Un toque verde en tu cocina y tu vida
Además de ser deliciosa, la acelga tiene un poder que va más allá de lo nutricional: invita a reconectarse con la tierra. Cultivarla, verla crecer y cosecharla con tus propias manos genera una sensación única de logro y bienestar.

Sus usos en la cocina son infinitos: desde salteados con ajo y limón, hasta tartas, sopas o incluso smoothies verdes. Cada hoja recién cortada sabe mejor cuando viene directamente de tu huerta.
En definitiva, la acelga es la aliada perfecta de las huertas caseras chilenas: resistente, nutritiva, agradecida y con un toque de elegancia verde que transforma cualquier plato.