Diluvio y grandes granizos: “La normalidad (climática) ya no existe”

El meteorólogo, Luis Salazar, reafirma que este tipo de fenómenos serán cada vez más extremos y frecuentes debido al calentamiento global. “Tenemos que aprender a pronosticar con nuevas herramientas y métodos”, sostiene ante la incertidumbre.

Tiempo severo; granizo; inundaciones; tormentas
Las imágenes de tiempo severo se están haciendo más frecuentes en el país. Las pérdidas y daños causados por este tipo de fenómeno atmosférico son de gran magnitud.

Nunca había visto en la zona central del Chile granizos del tamaño de los que han caído en últimamente”, revela Luis Salazar (65), profesional de la Dirección Meteorológica de Chile (DMC) con respecto a la dimensión de los pedriscos recibidos, por ejemplo, en las regiones de Maule (febrero 2021) y O’Higgins (noviembre 2018).

El meteorólogo, con 45 años de servicio, es enfático en advertir que “los eventos meteorológicos extremos, tales como: Chubascos, tormentas eléctricas, huracanes, tornados, olas de frío, olas de calor, etc. son cada vez más frecuentes e intensos en el mundo”.

“El calentamiento global aumenta la evaporación desde los grandes cuerpos de agua, como los océanos, por lo que hay mayor disposición de ‘materia prima’ para generar eventos meteorológicos severos. ¿Por qué? Porque toda la energía disponible en la atmósfera debe liberarse en busca del equilibrio. Esto evidencia que el cambio climático es una realidad irreversible, por lo tanto, tendremos que acostumbrarnos y adaptarnos a recibir con mayor frecuencia este tipo de fenómenos extremos”, afirma Salazar.

Radar meteorológico; instrumental meteorológico
Con el aumento de la frecuencia de fenómenos de tiempo extremo en Chile, como las tormentas con granizo, tornadas y trombas marinas, se hace indispensable contar con radares meteorológicos, para estudiarlos, entenderlos, y así lograr pronosticarlos con eficacia.

Ante este escenario de incertidumbre, el experimentado meteorólogo sostiene que “tenemos que aprender a pronosticar con nuevas herramientas y métodos, porque, por ejemplo, el sistema frontal clásico ya no existe. Están cambiando todos los patrones conocidos, por eso, al preguntarme si esto es normal, les respondo, que la normalidad (climática) ya no existe. La estadística ya no sirve, porque estos cambios son cada vez más rápidos”.

Cómo se forman los granizos

El granizo es un tipo de precipitación sólida (hielo), cuyo tamaño puede oscilar entre algunos milímetros hasta varios centímetros. No confundir con la nieve, otro hidrometeoro que necesita de ambientes muy fríos en la superficie para dejarnos sus copos a ras de suelo. No así el granizo que se puede presentar en cualquier estación del año, incluso, con altas temperaturas en la superficie, como los recibidos durante estos días de verano en el centro-sur de Chile.

El aire que sube y baja dentro de las grandes nubes de tormenta es el responsable por la formación de los granizos. Mientras más tiempo se mantengan las piedrecillas de hielo en una Cumulonimbus, mayor será su tamaño.

El granizo se gesta al interior de la nubosidad de tormenta (Cumulonimbus), una imponente nube de desarrollo vertical que puede superar los 10 kilómetros de altura y que es la responsable de arrojar intensos chubascos (precipitación intensa, de breve duración y que afecta un lugar determinado no muy amplio) con tormentas eléctricas por donde pasa, en etapa de madurez.

¿Qué pasó esta vez? “Tras el paso del sistema frontal (SF) ingresó una masa fría (inestabilidad), la cual sumó humedad, calor y otros factores dinámicos. Así activó la formación de cúmulos de gran desarrollo vertical. Toda esta humedad asciende rápidamente impulsada por fuertes corrientes de aire que suben y que bajan. Al ascender, toda esa humedad se condensa formándose pequeñas gotas de agua; las que al pasar la línea de la Isoterma 0, ya con temperaturas bajo cero, se solidifican formando hielo”, explica Luis Salazar.

¿Y por qué cae? “Ese hielo va creciendo en la medida que sigue ascendiendo al juntarse con otras gotas. Así, a gran altura, se forman bloques de hielo del tamaño de pelotas de tenis, e incluso, más grandes. Hasta que llega el punto en que cesa la corriente ascendente y empieza la de descenso. Al bajar, esa esfera de hielo, con el roce del aire, se va evaporando y perdiendo masa hasta que llega al suelo con menor tamaño”, ilustra el meteorólogo de la DMC.

Según la experiencia de Salazar, “estábamos acostumbrados a recibir granizos de un volumen menor a una bolita (polca o canica) en la superficie, pero ahora al contar con mayor inestabilidad y humedad, los granizos superan las dimensiones habituales”.