¿Cómo dormimos cuando nuestras camas arden?: Estudio global cuantificó la pérdida de sueño en noches de calor
Estudio analizó datos de más de 300 mil usuarios de dispositivos de seguimiento de sueño en el mundo y observó cómo las altas temperaturas reducen en forma significativa la duración del descanso.

Dormir durante una ola de calor es una experiencia universal: vueltas interminables y la sensación de que el amanecer llega demasiado pronto. Un nuevo estudio, que analizó datos de más de 300 mil personas en todo el mundo, confirmó que no se trata solo de una sensación de incomodidad, sino que el calor está recortando los minutos de descanso y comprometiendo la salud de forma silenciosa.
En momentos en que el hemisferio sur se prepara para un nuevo verano con altas temperaturas –y la zona central de Chile ya experimenta los primeros extremos esta semana–, el análisis, liderado por la Universidad de Flinders, concluyó que cuando el termómetro sube desde la mediana global de 12 °C hasta los 27 °C, las personas pierden –en promedio– entre 15 y 17 minutos de sueño por noche. Puede parecer poco, pero acumulado y extendido a millones de personas, se convierte en un fenómeno global.
Menos de seis horas de sueño
Para el estudio, los investigadores analizaron más de 165 millones de noches de sueño registradas por más de 317.000 usuarios que duermen con sensores bajo el colchón o con relojes inteligentes alrededor del mundo. De ahí se desprende que la probabilidad de experimentar sueño corto, definido como menos de seis horas por noche, aumenta cerca de 40% durante las noches más cálidas y en olas de calor.

Este déficit impacta funciones esenciales como el estado de ánimo, la memoria, el sistema inmunológico y aumenta el riesgo de accidentes. “El sueño es esencial para la salud física y mental, y nuestras mediciones muestran que las altas temperaturas están socavando silenciosamente esta necesidad biológica fundamental”, explicó Bastien Lechat, autor principal del estudio y experto en sueño de la Universidad de Flinders.
El impacto no es uniforme. Los hallazgos sugieren que la falta de sueño inducida por el aumento de la temperatura podría amplificar las desigualdades globales, ya que la pérdida de tiempo de descanso fue mayor en los participantes que residían en países con un PIB nacional per cápita más bajo, donde la reducción llegó a 28,4 minutos versus la reducción de 11,1 minutos en países más ricos.
Esta diferencia, según los autores, podría ser mayor, ya que las personas con menos ingresos están subrepresentadas en la muestra, debido a que son menos las que pueden acceder a dispositivos de registro del sueño. Chile, por ejemplo, tiene menos de 100 usuarios de los dispositivos incluidos en el estudio, por lo que no dispone de datos específicos.
Es posible adaptarse
Según la bioestadística Bárbara Toson, coautora principal, el análisis controló variables ambientales como humedad, contaminación del aire y nubosidad, reafirmando que la temperatura por sí sola es un factor decisivo. “Hemos demostrado que esta relación es sólida en diferentes regiones, dispositivos y grupos demográficos, y muestra claramente que la pérdida de sueño inducida por el calor está afectando a personas de todas las edades y condiciones de salud”, subrayó.

Las implicancias son amplias. “La privación de sueño está relacionada con la depresión, las enfermedades cardiovasculares, el deterioro cognitivo y un mayor riesgo de accidentes”, advirtió Danny Eckert, investigador principal. “Si las temperaturas globales siguen aumentando, también lo hará la carga de problemas asociados al sueño”, aseguró.
En casa, recomienda mantener las habitaciones frescas, usar ropa de cama liviana, cerrar las persianas durante las horas de sol y ventilar por la noche cuando baja la temperatura. También aconseja hidratarse bien, limitar el consumo de cafeína y alcohol y evitar comidas pesadas antes de dormir.
Referencias de la noticia
Estudio en SLEEP. How do we sleep while our beds are burning? High ambient temperatures are associated with substantial sleep loss.
Nota de prensa, Universidad de Flinders, Australia. How do we sleep while our beds are burning?