Inteligencia artificial y abundancia: ¿utopía tecnológica o riesgo de desigualdad y tecnofeudalismo?

La inteligencia artificial promete transformar nuestra economía y generar abundancia material. Sin embargo, este potencial choca con un sistema basado en la escasez y abre debates sobre renta básica, servicios universales y el riesgo de un nuevo “tecnofeudalismo”.

El encuentro entre lo humano y lo artificial abre una pregunta crucial: ¿la inteligencia artificial traerá abundancia compartida o desigualdad reforzada?

La inteligencia artificial (IA) ya no es una promesa lejana: atraviesa la economía, el trabajo y la vida cotidiana. Mientras sus defensores auguran abundancia material y soluciones a problemas médicos, energéticos y sociales, su despliegue choca con un sistema diseñado para administrar la escasez y articular el acceso a bienes mediante el empleo remunerado.

Este artículo examina la paradoja de la abundancia en economías de mercado, las alternativas para una transición justa (desde una renta básica universal concebida como “parte justa” hasta la provisión de servicios básicos universales) y los riesgos de concentración de poder que apuntan a un posible “tecnofeudalismo”. La pregunta de fondo: ¿quién se beneficiará realmente?

La promesa y la paradoja de la abundancia

La IA es presentada como la tecnología que marcará una nueva era. Para los tecno-optimistas, abre la puerta a resolver problemas complejos y a un futuro de abundancia material. Sin embargo, la pregunta clave es cómo se distribuirán esos beneficios.

Un ejemplo ilustrativo es el caso australiano: cada año se desperdician 7,6 millones de toneladas de alimentos, lo que equivale a 312 kilos por persona, mientras que uno de cada ocho australianos sufre inseguridad alimentaria. Ya tenemos abundancia en algunos sectores, pero la distribución sigue siendo profundamente desigual.

La brecha social es la desigualdad que existe entre distintos grupos dentro de una sociedad. Se manifiesta en el acceso desigual a recursos como educación, salud, ingresos o tecnología.

La lógica del mercado, basada en la escasez, parece entrar en contradicción con un escenario de producción abundante. El riesgo es que la IA amplíe la brecha: más capacidad técnica, pero también más exclusión social y concentración del poder económico.

Servicios básicos universales: otra alternativa en debate

No todos los expertos consideran que dar dinero sea la mejor salida. El autor británico Aaron Bastani propone otra vía: los servicios básicos universales. En este modelo, las necesidades esenciales tales como, educación, salud, energía y transporte, se proveerían de manera gratuita y accesible para todos.

Esto transformaría la lógica de distribución: menos dependencia del empleo y más acceso directo a derechos universales.

El planteamiento es sencillo: en lugar de transferir dinero y confiar en el mercado para proveer lo necesario, el Estado y la sociedad podrían garantizar directamente esos servicios, socializando los beneficios de la tecnología.

¿Utopía tecnológica o tecnofeudalismo?

Ni la renta básica universal ni los servicios universales aseguran un futuro perfecto, pero ambas propuestas buscan responder a un dilema central: la IA por sí sola no generará una utopía. Lo que importa no es solo lo que podamos producir colectivamente, sino cómo decidimos repartirlo.

El riesgo de no repensar el sistema es evidente. El poder creciente de las grandes empresas tecnológicas, en manos de multimillonarios, podría dar lugar a lo que el economista Yanis Varoufakis denomina “tecnofeudalismo”: un modelo en el que plataformas digitales y algoritmos sustituyen a los mercados tradicionales y erosionan la democracia.

La inteligencia artificial abre oportunidades enormes, pero también desafíos sociales y políticos de gran magnitud. Tenemos que decidir si sus beneficios serán utilizados para reducir la pobreza y garantizar derechos, o si quedarán concentrados en manos de unos pocos.

El futuro no depende solo de la tecnología, sino de las decisiones colectivas que tomemos hoy. Ya contamos con la capacidad de producir alimentos suficientes y de eliminar la pobreza. La IA puede potenciar ese camino, siempre y cuando se acompañe de políticas que aseguren justicia y equidad.

Referencia de a noticia

The Conversation. If AI takes most of our jobs, money as we know it will be over. What then?