La arena que guarda la historia del clima: científicos del CEAZA reconstruyen 600 años en la bahía de Coquimbo

El equipo del CEAZA descubrió que sedimentos marinos de la bahía de Coquimbo guardan pistas sobre cómo ha cambiado el clima en los últimos 600 años. Este registro natural revela ciclos de humedad y sequía que ayudan a entender el presente.

La arena del fondo marino guarda la memoria del clima: tiempos de bonanza y sequía, mares fértiles y océanos más pobres. Un registro silencioso que nos recuerda que el clima siempre ha estado en movimiento.

En el fondo del mar, frente a la bahía de Coquimbo, la arena guarda secretos que datan de hace siglos. Cada capa de sedimento marino conserva señales del clima que alguna vez dominó la región: lluvias, sequías, corrientes oceánicas y vientos que fueron dejando su huella.

Un equipo de científicos del CEAZA logró descifrar esas pistas naturales y reconstruir cómo ha cambiado el clima en el norte de Chile durante los últimos 600 años, abriendo una ventana al pasado para comprender mejor el presente.

Cuando la arena habla del pasado

En la bahía de Coquimbo, bajo el mar tranquilo y la brisa costera, yace un archivo natural que cuenta siglos de historia climática. Allí, los científicos del Centro de Estudios Avanzados en Zonas Áridas (CEAZA), junto a colaboradores nacionales e internacionales, analizaron capas de sedimentos marinos para reconstruir cómo han variado las condiciones oceanográficas y climáticas durante los últimos 600 años.

El estudio, publicado en la revista Marine Pollution Bulletin bajo el título “Reconstruction of oceanographic and climatic changes over the past ~600 years over Coquimbo Bay, Chile (30°S)”, ofrece una mirada única al pasado reciente del clima en el norte de Chile.

Los investigadores lograron leer, en cada grano de arena, las huellas de antiguas tormentas, cambios en la temperatura del océano y variaciones en la productividad marina.

Los sedimentos como cápsulas del tiempo

Cada capa de sedimento marino se forma con partículas, minerales y restos orgánicos que llegan al fondo del océano año tras año. Analizando su composición química, isotópica y biológica, los científicos pueden inferir las condiciones ambientales del momento en que se depositaron.

Cada capa de sedimento marino guarda una huella del pasado climático, y su análisis permite reconstruir cómo cambiaron el océano y la atmósfera a lo largo del tiempo.

En el caso de Coquimbo, el equipo del CEAZA examinó núcleos de sedimentos recolectados del fondo de la bahía. Allí observaron cambios en elementos como el carbono orgánico, los óxidos metálicos y las microalgas marinas (diatomeas), entre otros indicadores. Este enfoque, conocido como reconstrucción multiproxy, combina varias técnicas para obtener una imagen más completa del clima y la oceanografía del pasado.

El clima del norte de Chile a lo largo de los siglos

Los resultados revelaron que la costa de Coquimbo ha experimentado ciclos marcados de humedad y sequía durante los últimos seis siglos. Algunos períodos fueron más lluviosos, con mayor aporte de materia orgánica al océano, y otros se caracterizaron por una fuerte aridez.

Durante las fases más húmedas, el mar mostró mayor productividad biológica, lo que significa que había más vida microscópica y nutrientes disponibles. En cambio, los períodos secos se reflejan en una caída de esa productividad y en señales de menor oxigenación del fondo marino, lo que podría indicar menos renovación de aguas o cambios en las corrientes costeras.

El análisis de los sedimentos marinos permitió identificar ciclos de mayor y menor humedad asociados a fenómenos como El Niño y La Niña, mostrando cómo el clima del norte de Chile ha oscilado naturalmente a lo largo de seis siglos. Permitiendo reconstruir la temperatura.

Los científicos también detectaron vínculos con fenómenos climáticos de gran escala, como El Niño y La Niña (ENSO), y con cambios en la circulación atmosférica del Pacífico Sur. Cuando el anticiclón subtropical se debilita o se desplaza, aumenta la entrada de humedad a la zona central y norte, generando esas fases húmedas que quedaron registradas en la arena.

Por qué mirar atrás ayuda a entender el futuro

Estudiar el clima del pasado no es un simple ejercicio histórico: es una herramienta poderosa para entender lo que viene. Al conocer cómo respondió la región a cambios naturales en el pasado —sequías prolongadas, fluctuaciones de temperatura o variaciones en la circulación atmosférica— los científicos pueden mejorar los modelos climáticos y estimar los riesgos futuros.

“Los sedimentos nos muestran que el clima del norte siempre ha variado, pero ahora esos ciclos se están acelerando”, concluyen los investigadores. “Comprender esa dinámica es clave para adaptarnos”.

En el norte de Chile, donde la escasez de agua ya es un problema estructural, estos resultados aportan contexto: muestran que las tendencias hacia la aridez no son nuevas, pero sí podrían estar intensificándose bajo el cambio climático actual.

La investigación del CEAZA demuestra que incluso en los ambientes más áridos, la tierra y el mar guardan memoria. En la bahía de Coquimbo, esa memoria está escrita en capas de arena y fango que relatan 600 años de historia climática. Hoy, gracias a la ciencia, esos granos de arena hablan. Y lo que dicen es claro: el pasado guarda lecciones esenciales para entender el presente y prepararnos para el futuro.

Referencia de la noticia

Araya, K., Muñoz, P., Maldonado, A., Dezileau, L., Rebolledo, L., Sánchez, G., & Cantarutti, G. (2025). Reconstruction of oceanographic and climatic changes over the past~ 600 years over Coquimbo Bay, Chile (30° S). Marine Geology, 107642.