Tras 24 mil años congelado, animal microscópico vuelve a la vida

Un organismo multicelular microscópico, conocido como rotífero deltoides, revivió después de haber permanecido congelado durante 24 mil años en el permafrost siberiano. Esto es lo que destaca una investigación científica realizada en el Ártico ruso.

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O rotífero es un organismo multicelular microscópico que se destaca por su resistencia en ambientes adversos. Créditos: Michael Plewka.

El animal multicelular conocido como rotífero deltoides es tan pequeño que se hace necesario el uso de un microscopio para poder observarlo. Vive usualmente en ambientes acuáticos, tiene cerca de medio milímetro de largo y, aunque sea conocido por su tamaño reducido, su resistencia es famosa, lo que le proporciona la posibilidad de sobrevivir en sequías, al congelamiento, hambre y bajas concentraciones de oxígeno.

Recientemente, una investigación científica en el Ártico ruso dio a conocer un impresionante hecho de este minúsculo organismo. Este animal multicelular volvió a la vida luego de permanecer congelado cerca de 24 mil años en el permafrost siberiano.

El grupo de científicos rusos que hizo este intrigante descubrimiento, relevó, en un artículo publicado el pasado 7 de junio en la revista Current Biology, que este ser multicelular no solo resistió al congelamiento, como también logró reproducirse asexualmente. Pero, al final, ¿qué mecanismos tiene este animal microscópico que lo hizo soportar su largo descanso?

permafrost
El permafrost es un tipo de suelo que se forma en las regiones polares y que está permanentemente congelado durante por lo menos dos años con temperaturas de 0 ºC o negativas.

"Nuestro informe es la prueba más contundente hasta hoy de que los animales multicelulares pueden sobrevivir decenas de miles de años en criptobiosis, el estado donde el metabolismo se detiene casi por completo", dice Stas Malavin, del Laboratorio de Criología del Suelo del Instituto de Problemas Físicoquímicos y Biológicos de la Ciencia del Suelo en Pushchino, Rusia. Investigaciones anteriormente realizadas ya habían probado que los rotíferos eran capaces de sobrevivir hasta 10 años congelados.

De vuelta a la vida, ¿qué hicieron los científicos?

Para llevar a cabo esta investigación, los científicos del Laboratorio de Criología del Suelo, utilizaron una plataforma de perforación para recoger muestras del núcleo del río Alazeya, un local remoto en el Ártico ruso, y de ahí realizaron datación por radiocarbono, logrando estimar que la edad de los rotíferos recuperados del permafrost se encontraba entre los 23.960 y 24.485 años.

Anteriormente, ya habían sido identificados muchos microbios unicelulares. Hubo también relatos de un verme nematodo con 30.000 años. Musgos y algunas plantas también consiguieron regenerarse luego de miles de años en el hielo. Ahora, a este grupo, se suman los rotíferos a la lista de los organismos con una notable capacidad de sobrevivencia, aparentemente indefinida.

Luego de ser descongelado, el rotífero deltoides fue capaz de reproducirse asexualmente mediante un proceso de clonación conocido como partenogénesis.

Una vez descongelado, el rotífero logró reproducirse en un proceso de clonación llamado partenogénesis. Para acompañar este proceso, los investigadores congelaron y descongelaron decenas de rotíferos en el laboratorio.

Verificaron que los rotíferos eran capaces de soportar la formación de cristales de hielo que ocurre durante el congelamiento lento. Esto sugiere que tienen algún mecanismo para proteger sus celulas y órganos de daños cuando ellos son expuestos a temperaturas excesivamente bajas.

Investigaciones futuras

Según Malavin, aún no está claro lo que es necesario para sobrevivir en el hielo, incluso durante algunos años, y si el salto para miles de años tiene mucha diferencia. Esto es algo que requiere un estudio más profundo.

En los próximos estudios pretenden aprender más sobre los mecanismos biológicos que permiten la sobrevivencia de los rotíferos. La esperanza es que los conocimientos obtenidos mediante estos pequeños animales ofrezcan pistas sobre la mejor forma de criopreservación de las células, tejidos y órganos de otros animales, incluyendo los humanos.