¿Construyendo con hongos? Científicos proponen un material que podría reemplazar al cemento
Los bloques "cultivados" a partir de micelio (la red vegetativa de los hongos) están ganando popularidad como una alternativa baja en carbono para aislamientos y revestimientos. Sin embargo, los investigadores advierten que esta tecnología aún necesita mejorar su durabilidad, uniformidad y cumplimiento normativo.

Cuando hablamos de hongos, casi siempre nos viene a la mente la idea de alimento. Pero el "hongo" es solo el cuerpo fructífero de un organismo mayor. La estructura principal se llama micelio: una red de filamentos que se extiende por el suelo y la madera muerta, buscando alimento y descomponiendo biomasa. Este mecanismo natural de reciclaje inspira nuevos materiales.
La idea es aprovechar la forma en que el micelio se adhiere y se entrelaza con lo que lo alimenta. En un entorno controlado, puede crecer sobre residuos de biomasa, como serrín, paja, bagazo, virutas de madera o fibras vegetales. Mezclados con micelio y colocados en un molde, estos residuos se colonizan en pocos días.
De esta manera, los filamentos envuelven las partículas y crean una matriz cohesiva. Posteriormente, se interrumpe la actividad biológica, por ejemplo, mediante un tratamiento térmico, y la pieza conserva su forma.
El resultado es un compuesto a base de micelio (MBC). Para diseñadores, arquitectos e ingenieros, el interés reside en tres aspectos: la posibilidad de "cultivar" piezas con geometría definida, el bajo consumo energético del proceso (que se produce a temperatura ambiente) y la valorización de residuos.
Modelos de construcción alternativos basados en la aplicación del micelio
Las aplicaciones más avanzadas hoy en día se encuentran fuera del ámbito estructural. Por ejemplo, los bloques suelen ser porosos, transpirables y biodegradables, y en numerosas pruebas han demostrado una buena resistencia al fuego, una característica muy valorada en los interiores modernos.
En la construcción, el micelio se ha utilizado principalmente en prototipos y estructuras temporales, ensambladas con bloques producidos a partir de residuos vegetales. Estos ayudan a probar el ensamblaje, la estabilidad y el rendimiento térmico, pero también revelan limitaciones.
La resistencia mecánica aún no le permite competir con el ladrillo, el hormigón o el acero en los edificios convencionales. Además, la humedad es otro obstáculo. Al carecer de protección, los compuestos absorben agua y se degradan más rápidamente, especialmente en exteriores.
También existe el reto de la uniformidad. A diferencia de un polímero industrial, el micelio es un organismo vivo. Las variaciones de temperatura, humedad, nutrientes, especies y tipo de sustrato pueden alterar la densidad, la porosidad y el rendimiento final. Para integrarse en las cadenas industriales y cumplir con las normas de construcción, es necesaria la repetibilidad entre lotes, con propiedades bien caracterizadas y predecibles.
Los avances siguen siendo fundamentales, especialmente en materia de refrigeración pasiva
En un artículo publicado el 16 de diciembre de 2025 en The Conversation, el investigador Kumar Biswajit Debnath, de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Tecnológica de Sídney (UTS), describe líneas de trabajo para superar estas limitaciones. Su investigación busca mejorar la durabilidad de los compuestos a base de micelio para su uso en edificaciones, manteniendo al mismo tiempo los beneficios ambientales.
Una forma es el refuerzo natural. Al mezclar fibras como el cáñamo o el lino, u otros subproductos agrícolas e industriales, es posible intentar aumentar la resistencia y la estabilidad dimensional sin que el material sea no biodegradable.
Otro método es la aplicación de capas protectoras a base de ceras, aceites naturales o soluciones minerales, que pueden reducir la absorción de agua. El reto es evitar efectos indeseables, como recubrimientos que atrapan la humedad y debilitan la estructura, o tratamientos que comprometen el compostaje al final de su vida.

El equipo también está evaluando el uso de inteligencia artificial para ajustar las condiciones de crecimiento, en concreto la temperatura, la humedad y los nutrientes, con el fin de obtener bloques más homogéneos, con una densidad más uniforme y un mejor rendimiento térmico. El objetivo es controlar un proceso biológico con la precisión que requiere la industria, sin perder la lógica de bajas emisiones de carbono.
Este esfuerzo está vinculado a una aplicación concreta: la refrigeración pasiva.
Parte de esta investigación, que podría desempeñar un papel muy relevante en el sector de la construcción, tiene como objetivo desarrollar un revestimiento de edificios resistente a la intemperie, fabricado con residuos agrícolas y compuestos de micelio, capaz de contribuir a la refrigeración por evaporación y reducir el consumo de energía para el aire acondicionado.
Referencias de la noticia
- Debnath, K. (2025). We think of mushrooms as food. But mycelium-based blocks could be the future of construction. The Conversation. Disponível em: https://theconversation.com/we-think-of-mushrooms-as-food-but-mycelium-based-blocks-could-be-the-future-of-construction-269273 (consultado el 17 de diciembre de 2025.