Contaminación lumínica: un enemigo silencioso

La contaminación lumínica aumenta aproximadamente un 2% al año en todo el planeta, esto ha llevado a investigar sus consecuencias, tratándola similar a otros tipos de contaminación, ya que no solo afecta la observación astronómica, sino que también nuestra salud y la biodiversidad.

Contaminación lumínica
La contaminación lumínica es la luz artificial que se proyecta por emisión directa o por reflexión en las superficies, invadiendo el medio ambiente al dispersarse en la atmósfera, produciendo un incremento en el brillo del fondo del cielo y elimina la luz de los astros.

La contaminación lumínica está asociada al desconocimiento respecto al uso adecuado de la luz y los problemas e impactos que genera, principalmente con el aumento de alumbrado público y privado, alterando la oscuridad natural de la noche.

Los astrónomos han sido los primeros en denunciar esta amenaza, debido a que el cielo de las ciudades ha dejado de ser un manto oscuro sobre el cual lucían las estrellas, para convertirse en la actualidad en uno anaranjado, en el que sólo se observa la luna y apenas alguna que otra estrella.

Impactos de la contaminación lumínica

Esta contaminación, no provoca daños solo a los astrónomos, sino que la dispersión de la luz también daña la flora y fauna nocturna.

En los seres humanos, la exposición a la luz en horario nocturno, aunque ésta sea tenue y podamos estar dormidos, inhibe la secreción de la melatonina, su carencia afecta al sistema inmunitario, genera envejecimiento celular, pudiendo causar diabetes, obesidad e incluso provocando ciertos tipos de cáncer.

Altera a su vez, los procesos de alimentación y reproducción de las especies, empobreciendo la biodiversidad. Existen estudios científicos que acreditan su efecto devastador: altera su reloj biológico, extingue insectos, provoca plagas y altera la polinización de las plantas; distorsiona los sistemas de orientación nocturna de múltiples animales, desorienta y mata aves, desequilibra poblaciones de mamíferos y reduce la variedad de anfibios y especies marinas, incluidos los corales, pudiendo provocar su extinción.

Se ha podido determinar que la luz led, blanco-azulada es la más agresiva: se dispersa mucho más que la luz anaranjada y no es percibida por los órganos visuales de ciertos animales, con lo que quedan expuestos frente a sus depredadores. Por otra parte, su dispersión en el mar impide el normal ascenso del plancton con la obscuridad, lo que dificulta la alimentación de especies cercanas a la superficie.

Un tema no menos relevante, es que también afecta a la economía y desarrollo de los países, debido al sobreconsumo de energía.

Pero, ¿qué es la contaminación lumínica?

La contaminación lumínica, es la contaminación producida por las emisiones de luz que proviene de fuentes artificiales con altas intensidades. Se puede identificar como el brillo que se ve en el cielo por las noches, provocado por la iluminación ineficiente. En vez de enviar la luz hacia el suelo, la luz se emite hacia el cielo.

Es un problema global, que afecta en especial a las ciudades, involucrando siempre un desperdicio de luz, algunos aspectos son:

  • Porque no se ilumina el objetivo: suelo, construcción, etc. y por ello la luz se escapa o dispersa al horizonte o al cielo directamente.
  • Porque se ocupa en momentos innecesarios y en la cantidad que no corresponde.
  • Porque se emite en un espectro no útil para la visión humana, pero que afecta a otros seres vivos o actividades como la observación astronómica.
  • Porque nuestra vida es más diurna y por lo tanto nos sentimos cómodos y seguros con la luz, ya que la oscuridad nos inquieta y atemoriza, lo que nos lleva a aumentar la iluminación en las calles, siguiendo el principio "mientras más luz, mejor".

Algunas posibles soluciones

Hoy vemos mucha falta de sensibilidad y las ciudades se vuelven progresivamente blancas durante la noche y, a pesar de que no se puede eliminar la contaminación lumínica, sí podemos disminuirla. ¿Cómo? Iluminando únicamente la superficie indicada, con la cantidad justa de luz que se necesite. Usar luz cálida y apagar el alumbrado cuando no se necesite.

Como complemento, usar reductores de flujo en horario nocturno e, incluso, sensores de presencia en los lugares donde sea posible. Y controlar el alumbrado ornamental, de anuncios y empresas, que representa más de 50% del problema.

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Por otro lado, es indispensable la educación para crear una sólida conciencia social de la gravedad del problema, generando por ejemplo, políticas públicas que preserven el derecho a gozar de la luz de las estrellas, otorgando reconocimientos a quienes preserven la calidad del cielo en aquellos sitios donde haya escasa contaminación lumínica, impulsando también el turismo y divulgación astronómica, cuyo objetivo sea informar sobre los peligros de este tipo contaminación y de la necesidad de recuperar la noche.

Pero estas islas de oscuridad y escasa contaminación, se verán siempre amenazadas si no se reduce la intensidad lumínica de las ciudades colindantes, por lo que se deben tomar medidas tanto gubernamentales como ciudadanas, sino corremos el serio peligro de destruir la noche.